* Dimisión «inducida» del obispo de Fréjus-Toulon, considerado demasiado conservador, mientras en Washington Francisco nombra a un cardenal ultraprogresista. Y se contradice con la primera religiosa que dirigió un dicasterio.
El año 2025 comienza con otro retiro de un obispo con sensibilidades tradicionales. Desde ayer, monseñor Dominique Rey ya no está al frente de la diócesis de Fréjus-Toulon. Francisco ya lo había «encargado» en noviembre de 2023 con el nombramiento de un asistente, monseñor François Touvet. Y el propio Touvet fue señalado como sucesor de Rey que se marcha después de 25 años pero con sólo 72 años de edad.
El calvario de la diócesis de Fréjus-Toulon comenzó en 2022 con una primera visita del actual cardenal Jean-Marc Aveline, arzobispo metropolitano de Marsella y continuó con el impedimento ordenado por Roma de las ordenaciones diaconales y sacerdotales ordenadas por Roma.
En un momento en el que la disminución de las vocaciones se ha convertido en norma en casi todas partes, Fréjus-Toulon representó una excepción gracias a la política de acogida adoptada por monseñor Rey hacia las comunidades tradicionales y carismáticas.
Parece paradójico, pero los seminarios completos han suscitado la preocupación de la Santa Sede por el sudeste de Francia. En 2023, fue el turno de la visita apostólica encabezada por monseñor Antoine Hérouard, arzobispo metropolitano de Dijon, asistido por Joël Mercier, ex secretario del Dicasterio para el Clero. Luego, a finales de ese año, se produjo el nombramiento de Touvet como obispo coadjutor.
Ahora llega el último acto con la dimisión de Rey inducida por Roma .
El obispo francés, de hecho, decidió marcharse, pero hizo públicos los antecedentes de este epílogo. Monseñor escribe en el comunicado en el que anuncia su paso atrás:
Inmediatamente después de este nombramiento (de Touvet como coadjutor, ndr.), durante una audiencia privada el 23 de diciembre de 2023, el Papa me animó a emprender esta colaboración con espíritu fraternal y para no dimitir. Al final de un primer año en el que se levantó la suspensión de ordenaciones para casi todos los candidatos, el nuncio me informó que el Santo Padre me pedía que renunciara a mi cargo de obispo diocesano de Fréjus-Toulon, sin que yo lo supiera ni tenido conocimiento de elementos nuevos respecto de los que habían motivado la designación del obispo coadjutor».
Un proceso ya visto en otros casos pero sólo contado en privado por los obispos protagonistas, con el estímulo personal a no renunciar a un cargo y luego la solicitud de renuncia enviada por el nuncio.
Monseñor Rey, sin embargo, decidió no ocultar cómo fueron las cosas y explicó que, «ante malentendidos, presiones y controversias siempre perjudiciales para la unidad de la Iglesia», decidió adoptar el criterio de «obediencia al Sucesor» de Pedro.»
Además, Rey tuvo la oportunidad de reunirse y hablar con el Papa el pasado 30 de noviembre, acompañando a una delegación de parlamentarios franceses en peregrinación a Roma. El comunicado no menciona esta audiencia durante la cual, evidentemente, Francisco no debió mencionar su decisión de pedir la dimisión. Una decisión que le comunicó el nuncio Celestino Migliore, presumiblemente unos días después de su regreso de Roma.
El prelado se marcha en medio del pesar y el agradecimiento de los fieles y de los numerosos religiosos ordenados durante su mandato. Y ahora muchos temen que la misma suerte pueda correrle a monseñor Marc Aillet, obispo de la diócesis de Bayona, que ya realizó una visita fraterna en los últimos meses.
Si los tiempos son grises para los obispos con sensibilidades eclesiales más conservadoras , no se puede decir lo mismo de quienes luchan a favor del diaconado femenino y de la «inclusión radical» del mundo LGBT en la Iglesia católica.
Francisco, de hecho, «ascendió» de San Diego a Washington al cardenal Robert W. McElroy, gran promotor de estos temas.
Ocupa el lugar del cardenal Wilton Daniel Gregory justo cuando el odiado Donald Trump asume el cargo en la Casa Blanca. A la antigua diócesis de Theodore Edgar McCarrick llega un obispo que en 2016 había sido advertido del comportamiento depredador del ex cardenal hp,psexualmente abusivo.
Después de algunas reuniones, el psicoterapeuta Richard Sipe, ahora fallecido, hizo que McElroy entregara una carta detallando el testimonio de McCarrick sobre acoso sexual, pero el nuevo arzobispo de Washington se negó a recibirla.
La dimisión de Rey y el «ascenso» de McElroy no son las únicas noticias destinadas a crear revuelo en la Iglesia.
De hecho, el día de la Epifanía, Francisco decidió nombrar a la primera mujer al frente de un dicasterio de la Santa Sede. La psicóloga sor Simona Brambilla es la nueva prefecta del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.
Un nombramiento espectacular que, como era de esperar, deleitó a los medios de comunicación, dispuestos a mencionar la enésima «primera vez» del Papa y también a introducir el término «prefecto». Sin embargo, no es un detalle que Francisco haya emparejado a sor Brambilla con un cardenal, el salesiano Ángel Fernández Artime. Artime, ya «predestinado» a dirigir el dicasterio abandonado tras catorce años por el cardenal João Braz de Aviz, fue nombrado pro-prefecto. Y ahora muchos se preguntan qué sentido tiene un pro-prefecto en presencia de un prefecto. O viceversa.
Lo cierto es que con este nombramiento Francisco se ha negado a sí mismo: el 21 de junio de 2015, hablando a los salesianos y a las hijas de María Auxiliadora en Turín, el Papa había tildado de «funcionalismo» el nombramiento de una mujer al frente del dicasterio. «.
Curiosamente, este pasaje no aparece en el sitio web de la Santa Sede porque sólo se ha publicado el discurso preparado para la ocasión pero que el Papa no pronunció, prefiriendo hablar totalmente improvisado.
Por NICO SPÚNTONI.
CIUDAD DEL VATICANO
.MIÉRCOLES 8 DE ENERO DE 2025
.LANUOVABQ.
