“Los curas, los obispos y los papas son una mafia”: Daniel Ortega

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Daniel Ortega mantiene su férrea cruzada contra la Iglesia Católica. El mandatario nicaragüense ha dirigido la tarde de este martes sus críticas al liderazgo del catolicismo y ha catalogado a sacerdotes, obispos y hasta al Papa como “una mafia” que “ha cometido fuertes crímenes y horrores”.

En una cadena nacional en memoria del asesinato de Sandino, el héroe de Nicaragua, Ortega ha afirmado en Managua que “el papado le dio todo el apoyo a [Benito] Mussolini, aliado de [Adolf] Hitler”.

“Los obispos, los curas, los papas son una mafia. Miren cuántos crímenes han cometido. Crímenes por tener regulaciones absurdas. Que comenten en el campo financiero, por malversar millones. Cargamos con esos horrores de quienes se presentan como santos”, ha añadido.

El viejo guerrillero ha desatado una guerra contra la Iglesia y una feroz persecución contra sacerdotes y obispos por las críticas vertidas contra su régimen. El símbolo de esa persecución religiosa es el obispo de Matagalpa, en el norte del país, Rolando Álvarezcondenado a 26 años de cárcel por una serie de delitos que incluyen “traición a la patria”, “menoscabo de la integridad nacional” y por “propagar noticias falsas” y encerrado en una cárcel de Managua.

Álvarez es la voz más crítica dentro de la Iglesia Católica nicaragüense. El sacerdote ha sido el objeto acoso y persecución de la Policía y huestes del régimen y ha resistido con valentía los ataques dirigidos en su contra desde el Gobierno.

Ortega lo ha criticado con dureza en varias ocasiones, pero descargó su furia contra el cura hace dos semanas, tras la liberación de 222 presos políticos del régimen que fueron trasladados a Washington en un avión fletado por el Gobierno de Estados Unidos. El obispo se negó a viajar, por lo que Ortega lo acusó de “soberbia”.

Ese mismo día, de acuerdo con fuentes de la Iglesia, la Policía sacó al religioso del inmueble donde cumplía arresto domiciliario y fue trasladado al penal de La Modelo, en las afueras de Managua. “Que sean libres, yo pago la condena de ellos”, dijo el obispo Álvarez, de acuerdo a las fuentes católicas, en referencia a los presos políticos que dejaron Nicaragua.

Ortega dijo que, con su negativa de dejar el país, Álvarez ha mostrado “comportamiento de soberbia de quien se considera el jefe de la Iglesia de Nicaragua, el líder de la Iglesia latinoamericana”.

Ortega confirmó que el obispo fue trasladado a la cárcel La Modelo, en una decisión represiva “por no acatar lo que manda la ley”. La Iglesia estima que el régimen ha apresado a una docena de religiosos, la mayoría ya liberados.

El Gobierno también ha expulsado del país a órdenes de monjas y sacerdotes extranjeros, mientras que otros han sido obligados al exilio, como el obispo José Báez, a quien se le ha retirado también la nacionalidad. Varios sectores de oposición acusan a el Vaticano de no tener una postura más crítica contra las acciones de Ortega hacia la Iglesia y sus representantes.

Ortega ha comparecido la tarde del martes rodeado de jefes militares, de la Policía y funcionarios públicos y al lado de su inseparable esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo.

“Qué respeto puedo tener yo a los obispos que conocí en Nicaragua, si eran somocistas”, ha dicho Ortega.

“No creo ni en los papas ni en los reyes. ¿Quién elige al Papa? Si vamos a hablar de democracia, el pueblo debe elegir en primer lugar a los curas del pueblo, a los obispos y el que tenga más respaldo de la población, ese debe ser el obispo. Tendría que haber una votación en el pueblo católico para que se elija también al Papa por voto directo y no la mafia organizada en el Vaticano”, ha afirmado Ortega.

El mandatario ha hecho una mezcla muy particular de la historia de Sandino y la de Nicaragua con su historia personal y ha comparado la vida de Cristo con su pasado guerrillero y revolucionario.

“Fui formado en el catolicismo. Fui bautizado, di la primera comunión y fui confirmado, pero nunca le tuve cariño ni respeto a la mayoría de los religiosos”, ha explicado Ortega a un público formado por jóvenes, empleados públicos e integrantes del Frente Sandinista, su partido.

“Lo que a mí me fue quedando en el alma es Cristo, desde que lo conocí fue la fuerza que me mueve y con el paso del tiempo, viendo las injusticias, fui cobrando consciencia de solidaridad con los pobres, con el pueblo, con los oprimidos, inspirado por Cristo. Cristo nunca se vistió como se visten los obispos, o el Papa, mucho menos que viviera en palacios como vive el Papa. Cristo fue un ejemplo de humildad y por eso lo asesinaron”, ha dicho.

“Soy revolucionario gracias a Cristo”, ha zanjado el exguerrillero, quien ha sido señalado por organizaciones de derechos humanos y la ONU de haber cometido crímenes de lesa humanidad con la represión desatada en Nicaragua contra las protestas iniciadas en 2018 y en las que miles de nicaragüenses exigían el fin de su mandato.

Por CARLOS S. MALDONADO

EL PAÍS.

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