En la página A4 del New York Times de hoy sábado, disponible en línea aquí , aparece un artículo que presenta a los benedictinos de Norcia y su resiliencia después de un terremoto de magnitud 6,5 en 2016.
Puede que hayan elegido una vida contemplativa de oración, alejada de los asuntos mundiales, pero el mes pasado una pequeña comunidad de monjes benedictinos organizó una gran fiesta por la inauguración de su nuevo monasterio en una colina con vistas a la ciudad de Norcia, en el centro de Italia, donde nació San Benito.
Después de una misa y una cena para 1.000 personas (aproximadamente la mitad de ellas residentes de Norcia), los monjes se instalaron oficialmente, ocho años después de que un devastador terremoto trastocara una parte considerable de Norcia y destruyera su espacio anterior.
En la celebración se sirvió “Nursia”, su cerveza artesanal cuyas ventas ayudaron a restaurar el monasterio capuchino del siglo XVI que la comunidad había comprado tras regresar a Norcia hace 25 años, tras una pausa de dos siglos. La celebración también fue un momento de esperanza para una zona que lucha por recuperarse después de que el terremoto agravara años de despoblación.
“Podrían haberse ido después del terremoto”, dijo Alberto Naticchioni, ex alcalde de Norcia, sobre los 20 monjes. “En cambio, se pusieron manos a la obra y comenzaron la reconstrucción. Fue una señal importante”.
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Sin embargo, para los monjes, la recaudación de fondos se vio ayudada por las ventas de cerveza, “que se mantuvieron bastante estables” en todo momento, “a pesar del Covid y la guerra en Ucrania”, dijo el reverendo Augustine Wilmeth, el cervecero principal del monasterio, que el mes pasado fue elevado a la categoría de abadía, lo que indica que se había arraigado allí.
El reverendo Benedict Nivakoff, abad, dijo que las ventas de cerveza cubrieron entre el 15 y el 20 por ciento de la reconstrucción y que las donaciones financiaron el resto.
En su homilía durante la misa que celebró la festividad de San Benito el 11 de julio, el padre Nivakoff habló de la “virtud de la paciencia”, pero dijo en una entrevista que para los monjes y los residentes de la región afectada por el terremoto (unas 575.000 personas, según estimaciones del gobierno) “ha sido duro”.
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La presencia de los monjes ha ayudado a atraer visitantes, dijo el alcalde Giuliano Boccanera. También han atraído a familias católicas romanas que se mudaron a la zona para participar en sus prácticas religiosas tradicionales.
Y los propios monjes son trasplantados: sólo dos son italianos, el resto proviene de todo el mundo, incluidos varios de Estados Unidos.
“Aquí hicimos votos, votos que eran para toda la vida”, dijo el padre Nivakoff. “Nuestra esperanza era cumplirlos”.
