Los 11 casos oficiales ¿100 reales?, lo que queda del Vaticano se apaga, el Papa Francisco empieza los despidos, cardenales que suman y restan.

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Se acerca el fatídico cuatro de mayo en donde se deben retomar las actividades en el Vaticano. En el misterioso y cerrado mundo Vaticano todo puede ser utilizado en contra y los empleados están acostumbrados a ocultar sus datos personales para que no se usen como armas. Los ‘jefes de dicaterio’ no digamos de otros organismos menos sacros, están habituados a que sus empleados no se fían de ellos ni para la fiesta de cumpleaños. La situación familiar, donde se vive o con quien, todo lo que va mas allá de puro y seco trabajo entra en el mundo de lo desconocido. Llegamos al límite en el misterio que rodea la salud de los nuncios y de los miembros del cuerpo diplomático. Si algo sucede se busca al médico de confianza, o el hospital discreto, y se evita por todos los medios que la información llegue a los ‘superiores’. En este mundo irreal e inhumano el pretender que nos cuenten cuántos infectados de coronavirus hay entre los trabajadores del Vaticano es imposible. Los primeros que no tienen la información son los propios responsables del Vaticano a los que sus trabajadores ocultarán con uñas y dientes su estado de salud. Si a esto sumamos las amplias razones de estado tenemos la mentira elevada a dignidad pontificia. No tendremos nunca los casos de infectados entre cardenales y superiores de la curia, es cuestión de estado. No tendremos nunca el número de infectados entre los guardias suizos, son el ejercito y es cuestión de estado. No tendremos nunca los infectados en la gendarmería pontifica, son la policía y es cuestión de estado y así podemos ampliar el círculo hasta lo inverosímil en un mundo liliputiense.

Algunas informaciones de hoy nos hablan de más de 100 contagiados entre los empleados de Vaticano en contra de los 11 oficialmente informados. La oficina de prensa, en otros tiempos la prestigiosa ‘sala stampa’, se limita a leer lo que le pasan de la Secretaría de Estado. Se supone que en la terza loggia lo saben todo de todos y con todos sus detalles, esto es mentira y saben cada vez menos y de menos personas y con informaciones llenas de falsedades. Al final entramo en una dinámica que vuelve a todos locos y que paraliza cualquier posibilidad de una actuación con un mínimo de lógica. Si a todo esto sumamos que en otros tiempos la calidad humana e intelectual de las personas que ocupaban estos puestos cubría el caos y la confusión, también hoy esto ha desaparecido y estamos en uno de los momentos de menor nivel de la historia del estado vaticano que a este paso tendrá muy complicado llegar al centenario. La persona y oficio del papa era una arma magnífica que cubría de blanco todas las negruras del mundo. Es estos últimos años se ha mundanizado, y politizado, la función del pontífice y se le ha perdido el respeto sagrado que la vestía, esto tiene consecuencias y no pocas, respecto a lo que significaba el estado pontificio y su función tanto dentro de los muros como fuera de ellos.

Otra noticia de hoy, que adelantábamos ayer, es la expulsión de su trabajo a los cinco implicados en el asalto de la gendarmería a la Secretaria de Estado del pasado octubre. Se nos habló de un proceso para clarificar las ‘opacidades’ detectadas pero de refilón y sin muchos detalles sabemos que ni proceso, ni clarificación, ni nada de lo prometido. Entramos la táctica de borrar del mapa a los cinco funcionarios, sin alegar nada a su favor ni en su contra, e intentar pasar página de esta triste historia. Lo que queda del Vaticano está en quiebra económica y humana, en la fase que empezamos de salida del confinamiento será mucho más visible. El Vaticano que hemos conocido se está apagando como la candela a la que le falta el aceite y de las viejas proclamas solo nos quedan ecos en la lejanía. Seguimos con las hermandades universales de diálogo inter religioso, con las éticas universales del inefable Paglia, que cada vez suenan más a un pasado estéril. La peste ha hecho visible la debilidad de la omnipotente ciencia que todo creía resolver y de una presunta religión universal de factura humana que quería orgullosamente devorar el esplendor de la revelación divina.

Nuestras autoridades hablan de vuelta a la normalidad, o a una nueva normalidad, porque normal a partir de ahora, con los criterios de normalidad que hemos vivido, va a quedar muy poco. Es el momento de que las ramas secas caigan al fin y dejen de estorbar. Secas estaban desde hace decenios pero nos pretendían vender una nueva primavera que nunca llega y que lo único que ha hecho es impedir su llegada. Las pocas hojas otoñales que quedaban están desapareciendo y la peste ha acelerado el proceso. Son tiempos de poda, de poda intensa y justa que deje paso a la nueva vida. Nuestras sociedades están llenas de estructuras que lo único que hacen es comerse la posible vida intentando prolongar una muerte segura, la iglesia no es una excepción e incluso puede ser un ejemplo. De los brotes secos no saldrá la vida, no es creíble que nos sigan vendiendo primaveras en donde solamente hay un largo invierno. El Vaticano está cerrando un ciclo y muy pocas cosas volverán a la presunta normalidad perdida. Si tenemos fe, y creemos que Dios es providente y no abandona a su iglesia, estamos ante un momento del que tantos bienes nos vendrán.

El caso Orlandi sigue dando que hablar y ayer teníamos en horario de máxima audiencia, y con el encierro es muy máxima, entrevista a Pietro Orlandi sobre las últimas noticias del tribunal del Vaticano y su decisión de cerrar el caso de los huesos después e la ‘ojeada’. Si esto no está acabado , y bien acabado , que venga Dios y lo vea.

Movimientos en el colegio de cardenales extendiendo el número de ‘cardenales obispos’. El nerviosismo se respira en los sacros palacios por la pandemia que sufrimos y que puede provocar situaciones imposibles. La edad es la edad y el virus el virus. El abultado número de contagios en el estado pontificio hace que tengamos que pensar en peores escenarios. Un conclave ahora solo sería posible con los cardenales presentes en ‘urbe’, lo que excluiría todas las periferias y podría tener resultados no muy gratos a los planes de la actual administración del Vaticano, las sumas, y sobre todo las restas, no gustan demasiado. Al fin, por muchos planes y planificaciones humanas que hagamos, Dios los confunde y descompone. Seguiremos con mucha atención estos movimientos en tiempos de peste.

«El Espíritu es quien da vida; la carne no sirve para nada.»

Buena lectura.

 

Con información de: InfoVaticana/Specola

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