«Lo primero, antes que las medallas, glorificar a Dios», afirma atleta paralímpica estadounidense

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Jenna Fesemyer es una atleta norteamericana de 24 años en silla de ruedas que participa en los Juegos Paralímpicos de Tokio. Es originaria de Ravenna, Ohio, aunque vivió en una residencia católica, la Newman Hall, cuando estudiaba Kinesiología y Comunicación en la Universidad St. John, en Illinois. En la Newman Hallademás de por ser deportista de élite, se la conoce como “nuestra Jenna” por su actitud alegre, académica, de liderazgo y de testimonio por su recién descubierta fe católica. En palabras del capellán del centro a The Catholic Post, el periódico de la Diócesis de Peoria, Illinois, el padre Chase Hilgenbrinck, “ella está viviendo la plenitud de la vida”.

Fesemyer, que nació sin la pierna izquierda y la cavidad de la cadera debido a una rara enfermedad congénita, confiesa que “debo mucho de mi éxito al apoyo que he recibido durante mi tiempo en el centro Newman de la universidad de St. John”, en donde ha vivido y trabajado hasta el pasado mes de junio, momento en el que logró el objetivo de clasificarse  para acudir a Tokio a competir en las carreras de 1.500 metros, 5.000 metros y maratón.

Jenna Fasemayer, corriendo en su silla de ruedas

Jenna Fasemayer, corriendo en su silla de ruedas

Entre sus primeras declaraciones nada más clasificarse, Jenna explicó a The Catholic Post, que “puedo decir con confianza que mi fe y el apoyo que he recibido del personal y los estudiantes de St. John han sido fundamentales en este viaje”. Y el Newman Center también ha sido fundamental en su periplo hacia la fe.

 

Descubriendo la fe católica

 

Jenna se educó en la fe en una iglesia evangélica y eligió la residencia universitaria de Newman Center porque era accesible y estaba cerca del lugar donde entrenaban los deportistas de su universidad. Pero no supo hasta que llegó que era una organización católica: “Fue una gran sorpresa cuando llegamos y vimos sacerdotes y religiosos moviendo cajas. Mi familia, todos, nos miramos y pensamos: ‘¿Qué hemos hecho?’”. Ahora reconoce que fue Dios quien hizo algo.

En el segundo semestre de su primer año, ella y su compañera de cuarto participaron en un retiro de KoinoníaFue su primera experiencia con la adoración y la Misa, y su curiosidad por la fe católica se encendió. El fuego fue avivado por el sentido de comunidad que ya había experimentado en Newman Hall. Era el Señor que la llamaba a estar más cerca. Jenna asistió al programa Rito de Iniciación Cristiana para Adultos en la Universidad e ingresó a la Iglesia Católica el Domingo de la Divina Misericordia de 2017, una semana después que sus compañeros de clase, porque competía en el Maratón de Boston durante el fin de semana de Pascua. Como ella misma afirma: “El Domingo de la Divina Misericordia ocupa un lugar muy especial en mi corazón”.

 

Por el deporte hacia la fe

 

Su madre era una atleta universitaria y más tarde profesora de gimnasia y entrenadora de secundaria, y Jenna heredó su espíritu competitivo. Con su prótesis, la joven Jenna jugó voleibol, baloncesto y lanzó el disco en la escuela secundaria, y también se convirtió en una buena golfista.

Cuando Ohio abrió su pista estatal a las carreras en silla de ruedas, Jenna se convirtió en una pionera, ganando 12 medallas de oro. “No sabía que esto sería una puerta abierta para venir a la Universidad de Illinois y, en última instancia, a mi vida como católica”.

Conversa y apóstol

 

“No podría estar más feliz por Jenna, ya que ha logrado una meta que ha estado apuntando durante mucho tiempo”, explica el padre Robert Lampitt, capellán del Newman Center, al semanario católico The Catholic Post. “Y, sin embargo, la forma en que da un testimonio fiel a los estudiantes es lo que realmente me impresiona”. “Ella nos muestra a todos lo que la verdadera perseverancia y la fe en Cristo pueden lograr, ya sea compitiendo en eventos o creciendo en santidad. Y lo hace todo con mucha gracia y humildad…”.

 

Lo más importante para esta deportista

 

Fesemyer ha entrenado innumerables horas para hacerlo bien en Tokio y se siente honrada de representar a los Estados Unidos allí. Pero las medallas no son su mayor meta: “Glorificar a Cristo es lo primero, siempre. No estaría donde estoy hoy si no mirara a Cristo en mi momento de necesidad o duda. Cuando nos volvemos a Cristo, nuestras alegrías se multiplican”, explica Jenna, quien a veces reza el rosario mientras participa en un maratón.

Ella es nueva en el catolicismo, pero no es nueva en su amor por Jesús”, dijo el padre Hilgenbrinck. “Ese amor, su relación con el Señor, siempre ha estado presente y ella siempre ha buscado profundizar”.

Ser una inspiración

Algo que Fesemyer no le gusta mucho es que la consideren una inspiración. “Tengo sentimientos encontrados sobre la palabra ‘inspiración’”. “Aprecio los comentarios y los atesoro, pero quiero preguntarle a la gente ‘¿Por qué?’ ¿Es porque tengo una discapacidad y otros están eligiendo tan abiertamente verme de manera diferente? No me percibo a mí mismo como diferente. Sé que tengo una discapacidad, pero prefiero ser una inspiración debido a las adversidades que he superado como atleta, estudiante… equilibrando todas“.

Y así es exactamente como se la ve en Newman Hall. Pero Jenna omitió algunas razones adicionales. “Tiene una personalidad realmente contagiosa”, explica el padre Hilgenbrinck. “Ella es muy alegre”. Ella también es una evangelizadora, incluso liderando, y animando a otros a asistir al retiro de Koinonía que significó tanto para ella.

El siguiente paso es la escuela de posgrado y estudios en Organización y Liderazgo de políticas educativas con un enfoque en asuntos estudiantiles. Fesemyer espera ser un recurso para los estudiantes en el campus. No le preocupa el cómo, cuándo o dónde, sabiendo que está en el camino correcto: “Dios nunca me ha defraudado en el pasado cuando se trata de averiguar mi camino”, dijo con esa sonrisa característica de la medalla de oro.

 

Fernando de Navascués / ReL

26 agosto 2021.

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