Llamados a construir la ciudad terrena digna de la persona

IV DOMINGO ORDINARIO

Pbro. José Manuel Suazo Reyes
Pbro. José Manuel Suazo Reyes

El evangelio que escucharemos este domingo (Mt 5, 1-12) nos presenta las bienaventuranzas. Durante este ciclo litúrgico estaremos leyendo al evangelista San Mateo. Mateo era un publicano, cobrador de impuestos que fue llamado personalmente por Jesús para incorporarse al grupo de los doce.

La tradición atribuye a San Mateo haber escrito el primero de los cuatro evangelios; este evangelista escribe para cristianos provenientes del judaísmo por lo que usa muchos nexos o referencias de comprensión judía; frecuentemente cita el Antiguo Testamento para fundamentar muchos acontecimientos de la vida de Jesús. Una expresión típica de San Mateo es “esto sucedió para que se cumplieran las escrituras” y cita en seguida algún pasaje del Antiguo Testamento. La Obra de San Mateo es una especie de Pentateuco Cristiano porque contiene cinco grandes discursos así como los cinco libros de la Ley judía.

El primer gran discurso de San Mateo empieza con las bienaventuranzas y presenta a Jesús como el nuevo Moisés que sube al monte y ahí enseña a sus discípulos.

Las bienaventuranzas son un retrato de la vida de Jesús. Un discurso programático para todo el que lo desea seguir de cerca. Las bienaventuranzas se presentan como un programa de vida que ayuda a todos en el camino del seguimiento cristiano. Las bienaventuranzas nos ayudan a ubicar nuestras propias expectativas. Quien cree que ya ha caminado suficiente tiene en las bienaventuranzas un referente para evaluar su vida, al mismo tiempo las bienaventuranzas le sirven como un programa de vida que debe alcanzar. Basta colocarse delante de las bienaventuranzas con honestidad y sinceridad.

Las bienaventuranzas son el evangelio del evangelio. Por medio de ellas Jesús nos da la carta magna de la santidad. Las bienaventuranzas son una guía en nuestra vida y deben infundir en nosotros confianza y alegría.

Dios no se resigna con nuestra condición humana muchas veces penosa y humillada. Él nos quiere dichosos y felices, por eso él nos llama a la Santidad. Por medio de las bienaventuranzas Dios nos impulsa hacia la felicidad perfecta que sólo se encuentra en la relación y comunión con él.

La bienaventuranzas nos muestran el camino que ha recorrido Jesús y todos los santos para llegar al cielo. Ellas nos muestran el ideal de la vida cristiana. Estas bienaventuranzas son pobreza de espíritu, sufrimiento, hambre y sed de justicia, pureza de corazón, misericordia, espíritu de paz, fortaleza en las persecuciones a causa de Cristo y del reino de Dios.
Las bienaventuranzas son un camino arduo y difícil porque contrasta con nuestra naturaleza humana y con la mentalidad del mundo. Es bueno anotar que a estos que Jesús llama bienaventurados, el mundo los desprecia y los ve como descartados.

Con las bienaventuranzas se nos muestra el camino justo para llegar al cielo, pero también para construir aquí y ahora una ciudad terrena digna de la persona.

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Párroco en San Miguel Arcángel, Perote, Veracruz.