Legalización del aborto en Argentina – Antiperonismo oligarca y cipayo.

José Arturo Quarracino
José Arturo Quarracino

Como es público y notorio, desde el 17 de noviembre está presentado en el Parlamento argentino el proyecto de legalización de la pena de muerte prenatal, disfrazado bajo el tramposo y eufemístico título de “Regulación del Acceso a la Interrupción Voluntaria del Embarazo”. Ya los promotores gubernamentales del aborto no se atreven a mencionar oficialmente la palabra, porque se hace cada vez más evidente que lo que está en juego en este tema es la eliminación arbitraria del ser humano más inocente e indefenso de todos, sin ningún motivo ni razón que lo justifique.

En definitiva, el aborto resulta ser la aplicación de la pena de muerte a un ser humano que no ha cometido delito alguno, y que además no se puede defender. Con el agravante que quien impulsa el “castigo” es la propia madre.

Todo es contradictoriamente esquizofrénico en el mundo de los partidarios del aborto. Manipulan el lenguaje para expresar con eufemismos -es decir, con palabras que “suenan bien”- lo que es un asesinato sin motivo alguno. Hablan de “interrupción del embarazo”, lo que sólo se logra con la eliminación de una vida humana en el seno materno, pero con esa forma de expresarse lo encubren; hablan del “derecho a abortar”, pero dicen que se trata de una decisión dolorosa, con lo cual estamos frente al único caso en el que el ejercicio de un derecho no alegra, sino que “duele”; tratan al aborto como un tema de salud pública, no como un crimen, pero por todos los medios tratan de evitar que se muestre como es la “operación” que “interrumpe el embarazo”. En el colmo de la hipocresía han tomado la decisión en la Cámara de Diputados de la Nación, donde han comenzado los debates, de no mencionar la palabra asesinato ni crimen, aunque en realidad lo sea, para no “ofender los sentimientos de los que piensan de otra manera”. Lo cual no ha impedido que un médico pediatra haya descrito con impecable precisión el modo de ocasionar la muerte de un bebé intrauterino provocándole un paro cardíaco, así no se corre el riesgo de que al practicarse el aborto la criatura nazca con vida, “complicando a los médicos y enfermeros”.

En este contexto, uno de los mejores e impensados defensores de la causa de la defensa de la vida de los niños por nacer es el actual ministro de Salud de la Nación, el doctor Ginés González García, quien a pesar de ser prácticamente el alma mater del proyecto abortista se ha convertido en un aliado poderosísimo del movimiento provida, a causa de las barbaridades conceptuales y científicas que ha vomitado en sus exposiciones públicas.

En líneas generales, los “fundamentos” sobre los que se basa el mencionado médico que además es bodeguero y criador de cerdos- para justificar la legalización de la pena de muerte prenatal son citas textuales tomadas de la ideología antinatalista y genocida del pionero del control de la natalidad a nivel planetario: John Davison Rockefeller III.

En este sentido, el ministro argentino presenta sus argumentaciones como si fueran fruto de su “reflexión científica”, pero todo lo que afirma en este tema no es otra cosa que la repetición textual, como un papagayo, del ideario genocida plutocrático que expresa una de las figuras emblemáticas de ese mundo plutocrático y depredador. Ideario explicitado en todos sus detalles en el informe que presentara en el año 1972 al entonces presidente estadounidense Richard Nixon, por medio de una comisión creada para diseñar el plan de control de la natalidad para el país del norte: Population Growth and the American Future [Crecimiento poblacional y el Futuro de Estados Unidos].

El abortista ministro sostiene que “la mujer tiene derecho a abortar”, como afirma el magnate estadounidense1; al dejar de ser un crimen, “el aborto es un problema de salud pública”2, repite como un mantra; etc. En el colmo de su prédica abortista ha llegado a afirmar la aberrante definición que “en el embarazo sólo hay una persona”, la mujer, mientras que el bebé gestado es “solamente un fenómeno”, negándole la condición de persona al neonato, que es lo que recomienda como táctica el genocida Rockefeller3.

En resumidas cuentas, el señor Ginés González García no es nada más que un repetidor en español del proyecto genocida de la plutocracia financiera internacional que representa el “filántropo” John Davison III.

Pero donde el señor ministro se revela como un verdadero vocero-papagayo de ese plan genocida es cuando habla de la justicia social, reivindicando tramposamente su condición de “peronista”. En una entrevista periodística llevada a cabo en estos últimos días4, este promotor de la legalización del aborto reiteró sus delirios conceptuales, pero agregó una perla que pinta de cuerpo entero su traición al ideario justicialista-peronista que supuestamente profesa.

Afirma en primer lugar que las mujeres de sectores medios y alto que no quieren tener el hijo van a una farmacia y compran un abortivo, pero las mujeres pobres no tienen esa opción, por eso recurren a la práctica clandestina. Por eso, dice el doctor pro-aborto, “queremos [legalizar el aborto] con un sentido de justicia social”. Es decir, como una mujer pudiente puede matar a su hijo en forma segura, la mujer pobre también tiene derecho a matar a su hijo, si no lo quiere. O sea, matar al hijo en forma segura tiene que ser posible para toda mujer, sea pobre o rica. Pero lamentablemente, matar es el único derecho que esta “justicia social” reconoce: para el resto de los derechos -vivienda, alimentación, salud, vacaciones, etc.- la desigualdad se mantiene. Extraña manera de defender la vida, promoviendo la muerte de los más inocentes e indefensos de todos.

Para reforzar esta concepción criminal de justicia social, el “doctor aborto” pretende justificarse en su condición de “peronista”, y exhorta a los senadores justicialistas pro-vida para que aprueben la legalización de la pena de muerte prenatal: “Un peronista que cree en la justicia social e igualdad de derechos no sé por qué le va a negar esta posibilidad a las mujeres más débiles”5.

Para reforzar esta concepción criminal de justicia social, el “doctor aborto” pretende justificarse en su condición de “peronista”, y exhorta a los senadores justicialistas pro-vida para que aprueben la legalización de la pena de muerte prenatal: “Un peronista que cree en la justicia social e igualdad de derechos no sé por qué le va a negar esta posibilidad a las mujeres más débiles”5.

Como se puede apreciar, Rockefeller puro a la enésima potencia, pero el señor ministro sostiene tramposamente que se trata de “ideario peronista”, lo cual muestra o bien su grado de hipocresía o su grado de esquizofrenia.

Pero en todo caso, con esta mentira, don Ginés González García ha vuelto a brindar un servicio valioso a la causa pro-vida: los senadores nacionales que se dicen “peronistas” se verán obligados a votar en contra de la legalización del aborto, porque en caso contrario se mostrarían como peronistas a la Rockefeller, es decir, como vulgares traidores a su ideario político y a la Nación Argentina a la que supuestamente se han juramentado servir.

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