Las vidas de los santos y de tantos católicos que entregaron su vida por Dios y su Iglesia son un ejemplo claro para los creyentes de hoy. Y por eso es importante conocer sus historias. Así lo cree el obispo inglés de Shrewsbury, Mark Davies, que celebró misa en la tumba de la venerable Elizabeth Prout (Madre Mary Joseph), conocida como la “Madre Teresa de Manchester”, cuyo proceso de beatificación espera que avance rápido.
En opinión del obispo, las ideologías secularistas están hundiendo a las nuevas generaciones de personas en “un estado abyecto de ignorancia” que no se había visto en siglos. Y lo afirmó tras comparar el contexto en el que esta monja trabajó con los tiempos actuales. Tal y como recoge Catholic Herald, considera que la feminidad en particular está siendo cada vez más vulgar y hay una creciente “dislocación en la vida del hogar y la familia”.
De este modo, animó a la Iglesia Católica a comprometerse con la “primavera de la nueva evangelización” con la misma fidelidad y fervor que los católicos victorianos que buscaban restablecer la fe en las Islas Británicas en la llamada Segunda Primavera.
“Hoy nos hemos reunido para rezar para que pronto sea reconocida entre las beatas de todo tiempo y lugar y se convierta en inspiración en la tarea vital de transmitir la fe y la herencia de los valores cristianos, en medio de las condiciones adversas que hoy golpean a la familia y la comunidad”, explicó.
El obispo Davies recordó que la cofundadora de las Hermanas Pasionistas comenzó su misión educativa en Angel Meadow, uno de los barrios más pobres de Manchester, “en medio de una epidemia de cólera”. La preocupación de Elizabeth, también conocida como Madre María José, estaba centrada específicamente en las mujeres jóvenes destinadas a convertirse, no solo en trabajadoras de fábricas, sino en las madres de la próxima generación».
Elizabeth Prout murió con tan sólo 43 años, pero realizó una increíble labor entre los más necesitados.
“Veía en ellas a las mujeres cristianas que serían capaces de llevar esa dignidad y genio femeninos, de los que habló con elocuencia san Juan Pablo II. Fue significativo que la primera inspiración de Elizabeth Prout fuera promover la devoción a la Sagrada Familia de Nazaret”, agregó el obispo.
En este sentido, señaló: “hoy, vemos claros paralelismos en las sociedades occidentales marcadas por una vulgarización no muy diferente de la vida, de la feminidad y una dislocación en la vida del hogar y la familia: la herencia amarga, no del desarrollo industrial, sino de las ideologías secularistas”.
“En su propio tiempo, la Madre María José reconoció en la raíz de estos males, un estado abyecto de ignorancia que se dispuso a abordar sin miedo, una ignorancia una vez más evidente en las sociedades altamente educadas de Occidente, donde las encuestas de opinión revelan rutinariamente que muchos ya ni siquiera conocen el significado de la Pascua o la Navidad”, insistió.
“Nos encontramos con el mismo analfabetismo religioso que encontró Elizabeth Prout en los oscuros barrios marginales de Angel Meadow, una ignorancia que deja un vacío y expone a las nuevas generaciones a ideologías destructivas de todo tipo”, prosiguió el obispo Davies.
“Así como la Madre María José una vez trabajó en la Segunda Primavera de la vida de la Iglesia, ella servirá como testigo en la primavera de la Nueva Evangelización”, dijo.
La obra de esta religiosa
Los barrios marginales de Manchester en los que la Madre Isabel comenzó su trabajo fueron descritos como el «infierno en la tierra» por Friedrich Engels, cuando visitó la ciudad con Karl Marx en 1844 antes de dar forma a la ideología comunista.
Densamente poblada y plagada de enfermedades y delincuencia, las condiciones eran terribles y en Angel Meadow las familias estaban hacinadas en habitaciones individuales de bloques de viviendas, y un periodista lo describió como el lugar «más sucio, más insalubre y más perverso de Manchester»…
Sin embargo, esta mujer logró abrir escuelas para los hijos de los pobres, albergues para los desamparados y abandonados y visitó a las mujeres enfermas y capacitó en habilidades esenciales para que pudieran ganarse la vida, una práctica que se consideró revolucionaria.
Para 1857, había atraído a 20 mujeres para compartir su trabajo, viviendo juntas en “pobreza extrema” en una comunidad centrada en la Eucaristía, y expandiendo su trabajo a las partes más pobres del noroeste industrial de Inglaterra.
En 1863, un año antes de que Elizabeth muriera a los 43 años de tuberculosis que había contraído durante su trabajo con los pobres, su comunidad se estableció formalmente como las Hermanas de la Cruz y la Pasión, una rama femenina de los Pasionistas, y se convirtió en su primera Superiora General de la nueva congregación.
ReL