«¡Laetare!» ¡Alégrense!

Bienvenidos a esta reflexión desde la Palabra de Dios en el III Domingo de Adviento

Mons. Cristobal Ascencio García
Mons. Cristobal Ascencio García

A este domingo también se le llama “domingo del “gaudete”, que significa: regocíjense”, “alégrense”, “estén alegres. Esto por la venida del Señor, por la celebración próxima de Navidad, por mantener la esperanza. La alegría de la fe no la reserva el Señor para el futuro, el Dios de la historia la quiere ya desde ahora, aunque aparezca entretejida de gozos y tristezas.

Volvemos a encontrarnos con Juan el Bautista como personaje principal. La predicación del Bautista está calando las conciencias, por eso, la gente acude a él y la muestra de que desean un cambio es que, reciben un bautismo como signo externo del cambio que desean, un verdadero cambio de mente y de corazón, porque para Juan la esperanza del futuro, está unida al compromiso ético: “¿qué tenemos que hacer?”. Una pregunta que conlleva, primero: un reconocimiento de la vida que se ha llevado, y en un segundo momento: un deseo por enderezar el camino del Señor; un deseo que muestra la conciencia que se tiene de lo equivocado que llevan el camino; se vislumbra un deseo de mejorar.

El Bautista se muestra muy práctico al fijar programas de vida honesta:

1°- A todos los invita y nos invita a ser generosos con los necesitados: “Quien tenga dos túnicas, que dé una al que no tiene”. Siempre han existido personas que tienen más recursos que otros, y el Bautista los invita y nos invita a saber compartir desde nuestra pobreza. Generalmente, nos conformamos con no hacer mal a nadie, con realizar algunas prácticas religiosas y dar un poco de limosna. Acoger la venida del Señor, requiere ampliar el abanico de nuestros compromisos para con Dios y para con los demás. Invita a cultivar con hondura nuestra interioridad, siendo más gratuitos en los espacios de oración. Respecto a las personas, ser más sensibles, poniéndonos en su lugar y siendo solidarios, particularmente con los más desfavorecidos.

2°- A los recaudadores que estaban al servicio del imperio y recaudaban los impuestos y que muchos de ellos se enriquecían en esos puestos, no les importaba la situación de los contribuyentes, les importaba su enriquecimiento, su vida personal. Les exhorta diciendo: “No cobren más de lo establecido”.

3°- A los que ejercían el poder por las armas, a los soldados, les dice: “No extorsionen a nadie, ni denuncien falsamente”. Todos sabemos la impotencia a la que conduce la extorsión; como mexicanos conocemos muy bien las extorsiones. La extorsión siempre ha sido un cáncer en el ser humano y el Bautista invita a erradicar ese cáncer.

Si analizamos lo que pide el Bautista, son acciones que nos invitan a no complicarnos la vida, a vivir con una conciencia tranquila, sabiendo que todos somos hermanos, por eso comparto con el otro, no le cobro de más, y menos aún, busco extorsionarlo.

El Bautista nos deja un gran proyecto que, si lo ponemos en práctica, empezaremos a cambiar las sociedades. El Evangelio sigue siendo muy actual e iluminador. Imaginemos y abonemos para tener una sociedad donde se viva la generosidad, donde se comparta: “Hay más alegría en dar que en recibir” “¡Laetare!” “¡Alégrense!”.

Las palabras del Bautista nos pueden parecer ofensivas en nuestros días, aunque nos hemos acostumbrado a escucharlas y seguir igual o quizá ni las escuchamos, ya que no nos gusta escuchar palabras que toquen nuestras conciencias, preferimos los halagos o palabras que endulcen nuestros oídos.

Hermanos, no podemos quedarnos con la mirada en los demás, viendo el egoísmo reinante, viendo los impuestos exagerados o extorciones. Es momento de preguntarnos aquella pregunta dirigida al Bautista: “¿Qué tenemos que hacer?”; esta pregunta debe conducirnos a escuchar la voz de Dios en nuestro interior y así sabremos lo que nos toca hacer. El caminar es individual, pero lo hacemos con una comunidad de creyentes.

Es momento de prepararnos para la vivencia de esta NAVIDAD. Hago un llamado, tanto a las autoridades competentes, como a aquellos que extorsionan a los demás, sobre todo con el cobro de piso y piden cuotas por los productos:

¿Será justo lo que están haciendo? ¿Será justo que, si no se es capaz de proteger a los ciudadanos de los cobradores de esas cuotas, será justo el impuesto que cobra el Estado, porque su función es defender a los ciudadanos de la injusticia, pero si no los está defendiendo? ¿Hasta dónde se podrá resistir esta situación, pagando dos impuestos: uno que lo exige la ley y el otro ilícitamente? Meditemos este Evangelio…

Hermanos, si queremos mejorar nuestra situación social, el Bautista nos deja un programa a seguir; un programa no centrado en el egoísmo o individualismo, sino un programa sensible a las necesidades de los demás. Sigamos la Palabra de Dios, ella nos dará alegría y vida.

Les bendigo a todos, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

¡Feliz domingo para todos!

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Obispo de la Diócesis de Apatzingan
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