La Orden Franciscana siempre ha destacado por su amor a la Virgen María. No es casualidad que, en la Edad Media, ellos fueran los grandes defensores de la Inmaculada Concepción de Nuestra Señora: «Pudo y no quiso, no es Dios; / quiso y no pudo, no es Hijo; / dígase, pues, que pudo y quiso»… esta era la letrilla inmaculista que el beato Duns Scoto propagó popularmente.
Conversamos esta vez con el único obispo franciscano en activo en España: fray Jesús Sanz Montes, arzobispo de Oviedo. Nos unen muchos años de amistad y conocimiento desde nuestra formación en el seminario de Toledo y en Roma, aunque él, tras terminar sus estudios en Toledo, ingresó en la Orden de San Francisco.
Hombre agudo, de sólida formación, pluma cuidada, lo es tanto es sus escritos más teológicos como en sus cartas pastorales en las que debela las argucias de un gobierno totalitario en muchas de sus actuaciones. A veces parece casi la única voz en el desierto. El problema es que ya sabemos cómo terminó el Bautista…
Durante el confinamiento primaveral de la pandemia sacó tiempo para escribir largamente sobre María. Al amparo de la Santina terminó estas bellas y hondas páginas el día de la Anunciación. Nos referimos a su libro María y su itinerario cristiano. Una compañía materna en nuestro camino, publicado por Ciudad Nueva.
Hoy, al comienzo del mes de la Virgen, este espejo se nos hace especialmente necesario para levantar los corazones y afianzar nuestra esperanza: María, «memoria» de Cristo, decía San Juan Pablo II.
-Es buena compañía la de la Madre en el confinamiento y en la pandemia… y fuera de ellos…
-María no es un atajo que nos hemos buscado los cristianos para salvar la aparente distancia de Dios, sino que ella ha sido el cauce por el que Él mismo ha querido acercarse a nuestra humanidad. En María se dio el abrazo mayor con el que el Señor quiso hacer suyas también nuestras preguntas, andar nuestros caminos, llorar nuestras lágrimas y brindar por nuestros contentos. De la Virgen nació Dios al hacerse hombre.
»Por eso María no es una sustitución de quien únicamente nos salva, ni un piadoso entretenimiento en medio de nuestra incertidumbre o intemperies. Ella dijo su “hágase” a la Palabra, un sí inmenso a todo cuanto Dios dice o cuanto Él calla. No hay carencia del buen vino en las bodas de la vida, ni hay tampoco ausencia al pie de nuestras cruces, porque María se nos dio como madre cuando por ella Dios se nos hizo hermano.
»Es el motivo por el que la buena compañía de la Virgen en nuestra vida, supone una gracia de ternura, un libro abierto en el que aprender a ser cristianos, una cercanía que no nos sustituye, sino que con discreción diligente nos acompaña, nos protege, nos arropa. Una madre que da la vida, la nutre y la ve madurar hasta la santidad a la que hemos sido llamados cada cual en su vocación.
-El libro se enmarca en el primer centenario de la Coronación de la Santina. Desde ella revivió España. Solo desde ella reviviremos.
–Covadonga es un enclave natural de gran belleza en el corazón de los Picos de Europa. Cuando anualmente subo con centenares de jóvenes por los caminos de montaña hasta el Santuario de la Santina, les invito a que se quiten los cascos de músicas enlatadas y se atrevan a mirar los colores de los bosques, a escuchar el sonido de los arroyos o la sinfonía de las aves que revolotean nuestras cabezas, respirar la paz desarmada que nos brinda siempre la “hermana madre tierra”, que decía San Francisco.
Monseñor Sanz Montes predica en 2019 en el santuario de Nuestra Señora de Covadonga, cuna espiritual de la Reconquista. Foto: Arzobispado de Oviedo.
»Pero, además, ese sitio tiene una referencia histórica indispensable, porque allí nació un pueblo que sabe de reconquistas. No son los turbantes del moro lo que ahora nos turba, sino tantas cosas que han sido secuestradas, enajenadas, torpemente sustituidas, que hemos de saber también nosotros reconquistar con el talante creyente de los hijos de Dios con la fe cristiana.
»Y, finalmente, Covadonga es un rincón mariano que rodea esa belleza natural y esa historia inacabada. La Santa Cueva tiene secretos, los que los cristianos hemos ido volcando a través de los siglos cuando acudimos ante la imagen de la Señora para pedir una gracia o para dar gracias. Covadonga significa eso: Cueva de la Domina, Cueva de la Señora. Su imagen está coronada desde hace un siglo. Ella tiene corona y no tiene virus. Por eso encontramos la fuerza de su materna protección y consuelo pacificador, como Pelayo y sus compañeros. Allí empezó esta hermosa historia. Allí comienza toda reconquista de lo que es bello, bondadoso y verdadero, esa mirada cristiana y eclesial de todas las cosas.
-Su obra no es estrictamente una mariología pero apunta maneras. ¿Qué ha querido hacernos llegar sobre todo?
-Que María no es un adorno secundario en la vida cristiana, sino que su propio camino tiene que ver con el nuestro. La Via Mariae, el camino de María, es también nuestro itinerario. Porque las preguntas ante la vida que todos nos hacemos fueron las que también ella tuvo que hacerse.
»Dios la eligió para una misión, le hizo una propuesta, vivió su existencia en el despliegue de tamaña encomienda, y tuvo momentos de duda, de perplejidad, de soledad, de temor y sufrimiento, de confianza inaudita y de total entrega poniendo su vida en las manos providentes de Dios. Siendo una joven doncella en aquel Nazareth de hace dos mil años. Nosotros, siendo quienes somos en los lares de nuestro domicilio y en la época de nuestro tiempo. Pero las grandes preguntas ante lo que a diario nos ofrece la existencia con sus retos y desafíos, sus trampas y contradicciones, sus lágrimas y sus sonrisas, sus límites y posibilidades, son las mismas que tuvo que afrontar María, ella que fue la primera y más perfecta cristiana.
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»Conocer su camino es una forma de asomarnos a nuestro personal itinerario, para que con su ayuda intercesora podamos responder también con nuestro “sí” a cuanto en la vida Dios nos va indicando y proponiendo en medio de nuestras incertidumbres y nuestras certezas.
-La vida de María, en los evangelios, parte de una invitación a la alegría por parte del Arcángel San Gabriel y de su ¡Hágase! Parece que las circunstancias no invitan a la alegría…
-A veces pensamos que la alegría es un privilegio que sólo pueden permitirse los que no tienen problemas, los que jamás albergan duda ninguna, los que no enferman ni sufren incomprensiones o humanos fracasos. Pero ese tipo de alegría ligado a la bonanza de una circunstancia que juzgamos favorable desde nuestro modo de ver las cosas, no es la alegría que se funda en la esperanza cristiana.
»El “hágase en mí según tu palabra” con el que María responde al mensajero divino, el arcángel San Gabriel, es toda una proclamación de intenciones que acompañará el resto de sus días. Es decir “sí” a lo que no siempre entendemos, ni controlamos, ni depende de nosotros su final resultado, pero con esa expresión estamos diciendo algo tan grande que pronunciaron los labios de María: la palabra que me acercas, divino mensajero, quiero que se haga vida de mi vida, luz en mi sendero, horizonte hacia el que moverme, destino bondadoso para el que fui creada.
»No se trata de una especie de negociación con Dios, sino de una humilde aceptación de lo que más nos corresponde. Que luego en el día a día haya circunstancias que llamamos favorables o gratificadoras o que, por el contrario, nos resulten desafiantes o dolorosas, es algo secundario. Las circunstancias no rivalizan con la verdadera alegría, sino que se fundan en la esperanza de sabernos mirados y sostenidos por Dios que nos acompaña.
»Las circunstancias puede que no cambien, pero sí que puede cambiar nuestro modo de mirarlas, de vivirlas, de ofrecerlas. Este es el secreto de la verdadera alegría que jamás defrauda.
-Parece que la Iglesia hace un guiño al feminismo cultural al hablar de ella…
-He querido abordar esta cuestión del feminismo, porque hay una batalla cultural que se está librando. No es indiferente para el discurso teológico (y, consiguientemente, para el discurso mariológico) los diferentes vaivenes que la historia del pensamiento y las influencias de las culturas dominantes ejercen sobre el modo de autocomprenderse el hombre, desde la aceptación o el rechazo del dato revelado por la Sagrada Escritura y custodiado por la Tradición cristiana.
»Estamos ante un debate de calado antropológico que tiene en la concepción del hombre y la mujer un punto de encuentro y desencuentro que arroja luz o penumbra, con una indisimulada carga ideológica en torno a la así llamada ideología de género, que es una de las herramientas culturales que una determinada pretensión cultural, política y mediática están llevando a cabo desde hace varios decenios. El Papa Francisco se ha referido en diversas ocasiones a cómo esta ideología representa una nociva colonización de las conciencias de las personas.
»Se ha estudiado con detenimiento ese desembarco de la ideología feminista en el campo de la teología cristiana como una deriva más que se introduce desde la dialéctica hegeliana: enfrentando no sólo clases (burgueses y proletarios) o pueblos (los del norte y los del sur), sino también el enfrentamiento más radical y doméstico en torno al género (varones y mujeres) y al sexo (con todas las variantes arbitrarias en la condición sexuada de la persona humana).
»He querido presentar a María como precioso ejemplo de lo que supone la feminidad cristiana frente al feminismo radical. Hay autores que han tenido dificultades a la hora de entender la teología que se refiere a Santa María desde el prejuicio prestado que les ha venido de la ideología feminista o la ideología de género. Les parecía que debían desmontar una larga y secular visión de la Virgen que –según ellos– habría falseado no sólo la figura de María, sino la del mismo cristianismo. Mi crítica a estos autores y sus postulados, concluye con la presentación positiva y bella de la feminidad que brilla con luz propia en María.
-Hay instancias sociales (y quizá eclesiales) que temen su pluma afilada o su palabra de fuego. Recientemente he leído dos frases fuertes e interesantes en una entrevista que le hacían en el diario asturiano El Comercio: «Estamos en una batalla cultural en la que tratan de vencerte, borrarte y aniquilarte… La mentira como herramienta política es una pandemia que estaba antes del covid y hay otra pandemia laboral consecuencia de medidas arbitrarias. Cuando para ponerlas en marcha mientes como político en la presentación, en los datos y en la esperanza que ilusoriamente das, es terrible. Usas una desgracia para otras finalidades ideológicas». ¿Quiere desarrollarnos un poco estas ideas?
-Es quizás lo que más me preocupa en la gestión política de la cosa pública por parte de algunos gobiernos. Hay una premura que nos zarandea y agobia con esta malhadada pandemia, que hace que tengamos prisa en superarla cuanto antes. Pero aquí viene la dificultad: no tenemos las herramientas adecuadas, son pobres nuestros recursos humanos a la hora de poner nombre a esta situación compleja y variopinta. Decía Ortega y Gasset que “a veces lo que nos pasa es que no sabemos lo que nos pasa”. Efectivamente, nos hacemos tantas preguntas, y aparecen en el horizonte cotidiano tantas cuestiones inconclusas…
»No sabemos bien cómo se ha originado este virus así de letal y extendido en el mundo entero. Son oscuros los orígenes, terribles algunas explicaciones cuando apuntan maquinaciones que de ser verdad nos hielan la inteligencia y el alma. La gestión de la pandemia ha sido desigual, y también esto nos desazona cuando los ciudadanos vemos que ha habido mucha improvisación, no pocas mentiras, y la intervención de la vida de una entera sociedad donde los sentimientos, los divertimentos, las creencias, la libertad, quedaban confinadas al albur de los magos de Oz o de los gurús con los martillos de siempre.
»Si hay engaño, improvisación, intereses inconfesables que esconden sus estrategias en el control de la libertad de las personas, de sus movimientos, de sus decisiones, estamos entonces ante una mala gestión que no busca el bien de las personas en una tragedia como la que nos asola, sino perpetuarse en las poltronas del poder o aspirar a desbancar a los que se sientan en ellas.
»Hay medidas sanitarias que reconocemos justas y necesarias y con responsabilidad las asumimos; hay otras medidas que tienen un calado político e intencionalidad ideológica, donde extrañamente se cercenan las libertades, se pone en alto riesgo la supervivencia laboral de empresas y pequeños comercios, y tienen una cruel incidencia en las familias, en tantas personas.
»Ahí están unas y otras medidas: las primeras nos ayudan a salir adelante en medio de esta pandemia que nos asola; las segundas nos utilizan, buscando otros intereses que no se confiesan jamás, pero que son fácilmente rastreables cuando examinas las leyes que se emanan, el confinamiento de la libertad de expresión, y el desgaste de algunas administraciones que tienen siglas políticas contrarias.
»Por eso, en medio de este escenario, nosotros como cristianos tratamos de caminar con responsabilidad ciudadana, con prudencia sanitaria, pero también con un punto de vista crítico, mientras estamos cercanos a cuantos por la enfermedad de la Covid-19 o por las entretelas políticas ideológicas, sufren en carne propia todas las consecuencias.
-Fray Jesús, como en otras ocasiones mi afecto y agradecimiento de siempre. Da gusto que, además de estar en la misma comunión de la Iglesia, ambos seamos del Atlético de Madrid…
-Bueno, ser del Atleti no es una virtud cualquiera. Un auténtico troquel en donde partido a partido acuñamos la ilusión deportiva de ganar alguna vez por goleada. Sabemos gozar y sufrir como nadie con nuestros colores colchoneros, y esto es también una escuela de esperanza cristiana.
Pablo Cervera Barranco / ReL.
1 mayo 2021.