La vida es jerárquica no autónoma, la obediencia es con sentido

Ruan Ángel Badillo Lagos
Ruan Ángel Badillo Lagos

El control social en las organizaciones es propio del poder y de la autoridad; si bien, estos aluden a cuestiones de dominación, lo que los distingue es la forma en cómo se concibe la relación que existe en el mando y la obediencia. La autoridad no se genera a partir de los asuntos normativos que conforman la estructura orgánica, sino más bien de la legitimidad.

La palabra autoridad viene del vocablo latino Augere, que significa “hacer crecer”; éste es el propósito del servicio de la autoridad. Si ésta no hace crecer, no es reflejo de una auténtica autoridad y, por tanto, no realiza su servicio genuino. Esto nos debe hacer reflexionar si ejercemos una autoridad, pues ésta deberá hacer crecer a “nuestros subordinados”.

La obediencia y la autoridad tienen una relación peculiar, por consiguiente, hay que estar atento a ella. Todas las acciones deben ir encaminadas hacia un bien común que responda a una condición social para mejorar, de modo que a quien se ha apartado del buen camino “no se le debe seguir ni obedecer”, pero, por lo contrario, alguien que es virtuoso y realiza mejores acciones también posee virtud y capacidad para desempeñarse. A éste hay que reconocerle.

En la vida ordinaria se hacen visibles los rasgos de obediencia característicos de un buen ciudadano responsable. Cuando se actúa así se llega a experimentar cierta paz por haber cumplido y haberse ajustado a las normas con obediencia hacia la autoridad inmediata, de manera que quienes asumen un compromiso personal y social optan por respetar las disposiciones que ayudan a sostener el orden en la sociedad.

Quiero mencionar que en toda sociedad existe una autoridad, la cual está llamada a hacer patente el servicio en el orden, la unidad y el bien común para llevar a las personas a su realización en la sociedad. Se debe buscar el respeto de la dignidad de las personas, el cual favorezca positivamente el libre desarrollo y la autonomía de ésta. El gran reto de la autoridad es que se conciban, en esta modernidad, formas nuevas de la jurisdicción y de relacionarse con ella. No se debe olvidar que cuando se ejerce la autoridad arbitraria y autoritaria, se aleja de su fin primero, que es servir y hacer crecer a las personas de la sociedad, no reprimirlas, someterlas o, peor aún, engañarlas y utilizarlas para intereses mal sanos. Todo ello es degradante.

Soy consciente de que la autoridad tiene muchas implicaciones en el basto mundo en donde se ejercita: en la familia, en las organizaciones, en la sociedad y en el mismo gobierno, así como cierta diversidad de mandato y de formas de practicar la obediencia; sin embargo, para mí, la autoridad deberá tener calidad moral y, la obediencia, disposición a ejercerse, sin poner en riesgo los principios más profundos de su ser, porque primero hay que obedecer a Dios, antes que a los hombres.

Cuando el ejercicio de la autoridad se hace gravoso y difícil, yo lo digo, hay que ser fuertes en la esperanza, en la tribulación y perseverantes en hacer el bien, pero, sobre todo, debemos ser serviciales en las necesidades de los demás. Tenemos que ser fieles en el deber, aunque ello implique seguramente la soledad y la incomprensión, señales tangibles de que se está cumpliendo nuestro deber. Por otra parte, la obediencia de la verdad lleva, en algunos casos, una pugna entre mi yo que se inclina a la rebelión. Todos tenemos cierta autoridad y mucho que obedecer. “La vida es jerárquica, no autónoma, la obediencia es con sentido”.  

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Originario de Papantla de Olarte, Veracruz; casado una sola vez y padre de una familia conformada por cuatro hijos. Pensador, reflexivo y analítico sobre la realidad del mundo contemporáneo; promotor del bien común, de la justicia social y de la dignidad de las personas. Creador del Método de Estilo Educativo Único (MEEU); formación como profesor de educación primaria, maestro, directivo de diferentes instituciones, fundador de la escuela Tierra y Libertad, pedagogo nato y matemático. Ha sido asesor técnico del cuerpo directivo y es miembro ejecutivo de la Asociación Civil Formando para la Vida; liturgo, laico católico comprometido, comunicador de la belleza y grandeza de la presencia real y gracia de Dios. Escritor, autor de diferentes libros: Experiencia de un alma, RUAH y Los secretos de mi alma. Actualmente, tiene un programa de radio por Internet titulado “Identidad Católica”, en RADIO Kirios El centro de la radio. También es coordinador de la comunidad “Nueva Jerusalén”, tenista y socio activo del Club Britania.