Nos encontramos en la Montaña, lugar de encuentro con Dios, donde Él se revela en una nube pidiendo escuchar su voz y reconocer a Jesús como su Hijo. Si vamos a la Montaña es para ver la gloria de Dios, para ello necesitamos hacer oración y escuchar su voz. Vemos.
- «Este es mi Hijo muy amado: escúchenlo»
Jesús es presentado por el Padre como su Hijo amado, a quien debemos escuchar, seguir y amar. Escucharlo significa conocer su palabra y ponerla en práctica; seguirlo implica tomar el camino de la Pasión y la Cruz y, amarlo significa dar la vida por Él y su Evangelio. El diablo, en el domingo pasado, no reconoció a Jesús como el Hijo de Dios, por eso ahora el Padre, certifica su identidad. Para ver a Jesús como Hijo de Dios es necesario mirarlo con los ojos de la fe y tener el corazón limpio, para lo cual debemos confesarnos, hacer oración y purificar nuestro espíritu. Además, Jesucristo se presenta como la plenitud de la ley y los profetas, quienes preparaban su venida y su recibimiento en este mundo ¿Hemos visto la Gloria de Dios?
- «Mira al cielo; cuenta las estrellas, si puedes.» Y añadió: «Así será tu descendencia»
En el A.T. Dios elije a Abraham como el padre de un pueblo naciente, a quien le hace una promesa, basada en una verdad y un bien futuro. Abraham sale de Ur de Caldea confiando solamente en la palabra de Dios, confiando en su amor y su santidad, pues le ha prometido ser el padre de un pueblo numeroso, como las estrellas del cielo. Abraham escuchó, creyó y se puso en marcha, hacia un camino incierto pero tomado de la mano de Dios. Escuchar la Palabra de Dios es lo que le hace tener una esperanza, pues suscita vida, amor y paz en el corazón humano. Es preciso ser parte de esta Alianza, para poder ser salvados y redimidos por el camino, la verdad y la vida que nos conduce al Padre. ¿Confías en la Promesa de Dios? ¿Confías en su Palabra?
- «El Señor es mi luz y mi salvación»
«Cristo es la luz verdadera que viene a este mundo, en el mundo estaba, el mundo había sido hecho por Él, pero el mundo no lo reconoció» Jn 1,4-5.9-11. Jesús se transfigura para permitir que sus apóstoles vieran su Gloria, «gloria que le corresponde como a Unigénito del Padre» Jn 1,14. En la montaña, «su rostro se volvió resplandeciente como el sol» Lc 9,29, pero no era como el astro rey, sino «el verdadero sol de justicia» Mal 4,2; que «alumbra a los que viven en tinieblas y en sombras de muerte» Lc. 1,79 Jesucristo quiere ser tu Salvador y tu Dios, para ello, necesitas ser parte de esta «Nueva Alianza que se sella con la Sangre del Cordero.» cf. Mc 14,24 ¿Aceptas a Jesús como tu luz y salvación?