La tragedia de muchas almas es que no oyen a Dios: monseñor Navarro Ramírez

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El tema de esta meditación va a ser acerca de la Vida Espiritual que debemos cultivar en nosotros.Puede ser una imagen de 2 personas y personas de pie
EL AUTOR de estas reflexiones: monseñor JUAN ÁLVARO NAVARRO RAMÍREZ, (Primer Obispo de la Diócesis de Altamirano, en México) .
La petición será, pedir con todas las fuerzas de nuestra alma al Espíritu Santo que nos conceda esta vida interior.

1er. PUNTO Tomar en serio la Vida Espiritual.

La Vida Espiritual se conoce por la seriedad con que vivo mi cristianismo y la sinceridad y la seriedad con que busco la perfección. En donde hay una Vida Espiritual superficial está faltando la seriedad moral.

2o. PUNTO

Considerar cómo se puede tener una Vida Espiritual seria y profunda, una respuesta menos indigna a la grandeza de Dios con nosotros.

A. NECESITAMOS HACER SILENCIO

El comienzo de la vida espiritual y sobre todo de una vida de perfección está en un silencio.
La creatura humana siente necesidad de silencio; cuando no lo hay, la vida es superficial.
Donde no hay seriedad moral falta silencio; no se puede vivir sin silencio.

B. PARA ESCUCHAR LA PALABRA DE DIOS

El silencio que necesita una vida cristiana consiste en la atención a la Palabra de Dios.
Cuando un alma empieza a poner atención a la Palabra de Dios, empieza a vivir una vida profunda.
Ahí está el comienzo de una Vida Espiritual. Un alma que no sabe poner atención a la Palabra de Dios está muerta.
Este silencio se puede tener en la meditación, en la oración litúrgica, pero también se tiene en el ruido si el alma sabe inclinar su oído para oír la Palabra de Dios para ver en todo a Cristo.
La tragedia de muchas almas es que no oyen a Dios, externamente harán meditación, pero no ponen su oído atento a la Palabra de Dios. Eso es lo que duele a Dios, que exteriormente parece que tienen un silencio e interiormente están hablando de sus acciones mundanas.
Si queremos cultivar una Vida Espiritual perfecta necesitamos este silencio para oír la Palabra de Dios. Dejémoslo hablar en la oración, en la conversación con las demás personas. Dios puede hablar por medio de una estrella, como habló a los Magos, por medio de un lector, por medio de cualquier persona. Debemos inclinar el oído del alma para escuchar la Palabra de Dios.
Es necesario además no ser oyentes nada más de la palabra, sino ponerla en práctica, cuando no la ponemos en práctica, podemos decir que el silencio fue muy débil. Cuando más grande es la inclinación a la Palabra de Dios más la pondremos en práctica.
El que no oye la palabra de Dios y no la pone en práctica, es como una persona que se vio al espejo y vio que tenía la cara llena de manchas y después de haberse visto se va sin limpiarse la cara.
Es necesario que si el Señor nos ha llamado a una vida más perfecta en medio del mundo, en medio del ruido, tengamos ese silencio. Se acabará la mediocridad si se guarda el silencio.
Atrevámonos a poner en práctica la Palabra de Dios. Puedes hacerlo, pues cuentas con toda la ayuda poderosa de Dios.
Por MONS. JUAN ÁLVARO NAVARRO RAMÍREZ.
(Primer Obispo de la Diócesis de Altamirano).
NACIÓ EL 19 DE FEBRERO DEL AÑO 1912 Y AL SIGUIENTE DÍA, 20 DE FEBRERO, FUE BAUTIZADO.
Hoy lo recordamos en la siguiente meditación:
CELEBRAMOS LA VIDA ESPIRITUAL (Página 310 del libro de meditaciones de Mons. Juan A. Navarro Ramírez)
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