Así como Argentina fue campeona mundial de la hiperinflación (5000% en 1989), hoy sufre de hiperinflación de obispos, especialmente de obispos auxiliares, escribe La Cigüeña De La Torre.
«En La Plata, por ejemplo, hay cinco seminaristas y cuatro obispos».
La Cigüeña De La Torre cita a un obispo argentino «que, por supuesto, pidió el anonimato para que no ruede su cabeza»:
«Si la Iglesia argentina no tiene hoy la menor influencia en la vida pública, es porque ha sido sistemáticamente vaciada de fe [y de cerebro] en las últimas décadas – y especialmente desde 2013».
Según este obispo, la Iglesia argentina sufre las consecuencias de la ‘teología del pueblo’, de la versión peronista de la ‘teología de la liberación’, del ‘jesuitismo’, y de su actual subordinación al globalismo [= propaganda occidental e ideología homosexual]».
Como resultado, hoy la Iglesia argentina no es una Iglesia que sale [hacia el pueblo], sino una Iglesia «en fuga».
«Los seminarios están vacíos, la vida religiosa agoniza, el número de clérigos que abandonan su ministerio es alarmante… Y la mayoría de los obispos viven en la luna… Además, están convencidos de que todo esto se debe a una falta de apertura al mundo».
No quieren ver «que hoy en día, sobre todo entre los jóvenes, hay una vuelta a las fuentes».
Los jóvenes están hartos del «progresismo» y prefieren volver al catolicismo.
El prelado argentino puso el ejemplo de «un obispo del semidesierto de la Patagonia, con una escasez extrema de sacerdotes, que se negó a traer misioneros del Instituto del Verbo Encarnado a su diócesis. Preferiría cerrar parroquias antes que traer a estos reaccionarios», exclamó.
En otras palabras, preferiría morir antes que ser católico.
Según el obispo anónimo, entre los recientes nombramientos de obispos por parte de Francisco, especialmente de obispos auxiliares, «más de uno no aprobaría un examen elemental de teología».
Cito:
«Tuvieron seminarios muy pobres y, además, no se distinguen por su inteligencia, capacidad, cualidades humanas o fervor misionero. Evidentemente, fueron elegidos por sus carencias, que los hacen fáciles de dominar».
El hecho de que, en algunas diócesis, tantos sacerdotes jóvenes abandonen su ministerio no es sorprendente:
Con una formación deficiente en los seminarios, vacíos de fe y de visión trascendente, despreocupados de sus propios obispos y lanzados de cabeza al ‘trabajo social’, es inevitable que a las primeras pruebas serias acaben desertando».
Preguntado sobre cómo podría revertirse todo esto, el obispo dijo: «El próximo Papa, que no será argentino, tendría que pedir la renuncia a todos los obispos del país.
Tendría que analizar caso por caso y «mantener en sus cargos a los obispos que tengan el coraje y estén dispuestos a la reconstrucción».
«También debería cerrar temporalmente todos los seminarios, revisar los planes de estudios de las facultades de teología y, mientras tanto, formar a los futuros sacerdotes en una estructura ortodoxa, fiel a las enseñanzas del pasado».
Tendría que crear algo así como un seminario nacional interdiocesano, donde se pusiera fin a la improvisación y a la destrucción de la fe: «No hay otro camino. Para grandes males, grandes remedios».
Por supuesto, nada de esto sucederá jamás…
FRANCISCO JOSÉ FERNÁNDEZ DE LA CIGOÑA.
INFOVATICANA/ESNEWS.