La Santísima Trinidad: un misterio que está más allá…pero no en contra de la razón

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El misterio de la Santísima Trinidad es un misterio y, como tal, incomprensible. Pero esto no significa que sea algo irrazonable.

En la doctrina católica, lo que es un misterio es, en efecto, indemostrable por la razón, pero no es irracional; es decir, no está en contradicción con la razón.

La razón lleva a la unicidad de Dios: Dios es absoluto y, obviamente, no puede haber más absolutos.

Pues bien, la razonabilidad del misterio de la Trinidad reside en que no afirma la existencia de tres dioses, sino de un solo Dios que, sin embargo, está en tres Personas iguales y distintas.

En el Credo se afirma:

Creo en un solo Dios en tres Personas iguales y distintas: Padre, Hijo y Espíritu Santo».

  • Como es el Padre, tal es el Hijo y tal es el Espíritu Santo.
  • Increado es el Padre, increado es el Hijo, increado es el Espíritu Santo.
  • Todopoderoso es el Padre, omnipotente es el Hijo, omnipotente es el Espíritu Santo.

Sin embargo, no hay tres increados, tres absolutos, tres omnipotentes, sino un solo Increado, un Absoluto y un Omnipotente.

Dios y Señor es el Padre, Dios y Señor es el Hijo, Dios y Señor es el Espíritu Santo; sin embargo, no hay tres dioses y señores, sino un solo Dios y un solo Señor.

Una posible analogía

Para comprender algo sobre la Trinidad, pero sin poder agotar su misterio, podemos usar esta analogía.

La Sagrada Escritura dice que cuando Dios creó al hombre, lo creó a su imagen (Génesis 1:27). Por lo tanto, en el hombre encontramos una imagen distante, pero presente, de la Santísima Trinidad.

  • El hombre tiene mente, y la mente genera pensamiento.
  • El pensamiento, contemplado por la mente, es amado, y así, del pensamiento y la mente, surge el amor.
  • Ahora bien, mente, pensamiento y amor son tres cosas muy distintas entre sí, pero absolutamente inseparables, tanto que puede decirse que son una sola cosa en el hombre.

En la Trinidad, el Padre es mente, que desde la eternidad genera su Pensamiento más perfecto (el Hijo).

Entre mente y pensamiento procede la unión, es decir, el amor, que subsiste como una persona distinta, y este es el Espíritu Santo.

Pero así como mente, pensamiento y amor son tres cosas distintas en el hombre, pero absolutamente inseparables, así también el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, aunque subsisten como personas distintas, son un solo Dios.

Por CORRADO GNERRE.

Ilustración: Santísima Trinidad de la Universidad de Navarra.

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