La sabiduría en el reino de Dios

1Reyes 3,5.7-12 | Salmo118 | Romanos 8,28-30 | Mateo 13,44-52

Pablo Garrido Sánchez
Pablo Garrido Sánchez

Tres parábolas sobre el Reino de DIOS cierran el capítulo trece de san Mateo, y la primera lectura de este domingo relata la petición que el rey Salomón eleva al SEÑOR para gobernar con prudencia su reino. Lo que sucedió en otro tiempo, y recogido en la Biblia, tiene el valor de anuncio para las cosas nuevas dadas en el Nuevo Testamento; de esta forma uno y otro mundo permanecen en relación, aunque el Reino de DIOS que anuncia JESÚS sobrepase lo anterior por traer a este mundo lo que pertenece propiamente al Reino de los Cielos. Bienes espirituales y celestiales (Cf. Ef 1,3) están a nuestra disposición porque los necesitamos y se nos ofrecen gratuitamente. Con JESUCRISTO el Cielo se abrió y los dones espirituales y celestiales descienden gratuitamente a la humanidad. El sabio que escribió el libro de los Proverbios vislumbró con siglos de antelación los tiempos mesiánicos: “la Sabiduría a construido una casa, ha labrado sus siete columnas, ha hecho su matanza, ha mezclado su vino, ha aderezado su mesa. Ha mandado a su criadas, anunciad en las colinas y en lo alto de la ciudad: venid, comed de mi pan y del vino que he mezclado; dejaos de simplezas y viviréis y dirigios por los caminos de la inteligencia” (Cf. Pv 9,1-7). La Sabiduría ofrece gratis los dones que necesitamos para vivir conforme a lo que DIOS desea de nosotros. El don gratuito de DIOS tiene un carácter festivo, familiar y de comunión con todos los que se hacen partícipes de la mesa de la Sabiduría. La casa preparada por la Sabiduría está sostenida por siete columnas, que como bien sabemos significa perfección en la obra realizada. De forma especial, la Gracia nos llega a través de los Siete Sacramentos que sostienen y al mismo tiempo construyen la Iglesia. DIOS construye con nosotros su Iglesia como recinto objetivo y visible del Reino de DIOS en este mundo que se va extendiendo. Como hemos visto en los domingos anteriores, las cosas no están concluidas y seguimos nuestra andadura. Tres parábolas este domingo: el tesoro escondido, la perla de gran valor y la red llena de peces, que completan la instrucción del escriba o especialista sobre el Reino de los Cielos, y se asemeja al padre de familia que de su arcón saca oportunamente lo nuevo y lo antiguo (Cf. Mt 13,52). Cada cristiano o discípulo de JESÚS también tiene que saber leer en el Antiguo Testamento y en el Nuevo Testamento para apreciar las cosas del Reino de los Cielos dadas por DIOS para el tiempo presente.

Grandes tesoros

DIOS concentra sus dones especiales para los hombres en su HIJO JESUCRISTO. Nos interesa saber aproximadamente a la distancia que nos encontramos de JESÚS de Nazaret para recibir de ÉL aquello que necesitamos para la vida presente y la futura. Dice el Apóstol: “aspirad a los bienes de allá arriba donde mora CRISTO” (Cf. Col 3,1). Un cierto tedio, tibieza o sopor se apodera con facilidad de los buenos y JESÚS da una semblanza de ello cuando dirige la séptima carta a la Iglesia de Laodicea: “conozco tu conducta, no eres ni frío ni caliente; ahora bien como eres tibio voy a vomitarte de mi boca. Tú dices: soy rico, me he enriquecido, nada me falta, y no te das cuenta que eres un desgraciado, digno de compasión, ciego y desnudo. Te aconsejo que me compres oro acrisolado al fuego que te enriquezcas, vestidos blancos para que te cubras, y no quede al descubierto la vergüenza de tu desnudez, y colirio para que recobres la vista. A los que amo, los corrijo y reprendo. Sé ferviente y arrepiéntete” (Cf. Ap 3,14-19). La carta continúa unos versículos, pero es suficiente la advertencia o amonestación que nos dirige el SEÑOR para fijar la atención con diligencia en los dones que de forma gratuita ÉL nos quiere dar. Nadie posee lo que regala JESÚS. JESÚS nos provee con el oro de la caridad para enriquecernos, también provee una vestidura de gala en el Bautismo para cubrir la desnudez. Nos da la visión de las cosas mediante las Escrituras y la asistencia del ESPÍRITU SANTO. Todo es gratis, y el SEÑOR tan solo nos pide que renovemos su gratuidad. El alimento espiritual que proviene de ÉL es lo único que nos hace crecer para la vida Eterna.

JESÚS es el gran tesoro

El evangelio de san Juan es una buena muestra de los dones dispuestos por DIOS para todos los hombres, dados a través de JESÚS. Cada capítulo del evangelio de san Juan ofrece uno o varios dones que el SEÑOR otorga siempre relacionados con ÉL de forma inseparable. Aceptar el don es lo mismo que aceptar a JESÚS; y rechazarlo a ÉL cierra la fuente de Gracia de todos los dones. A modo de ejemplo: cuando JESÚS anuncia, “un mandamiento nuevo os doy, que os améis unos a otros como YO os he amado” (Cf. Jn 13,34), no implanta una orden nueva para los discípulos, sino que está revelando un nuevo don. JESÚS está regalando a sus discípulos la capacidad de amar con su mismo CORAZÓN. Los imperativos recogidos en las diez Palabras dadas a Moisés en el Sinaí se cambian por una nueva forma de estar el SEÑOR en el corazón del discípulo. Esta novedad radical viene manifestada de forma especial en el evangelio de san Juan.

Dones únicos que ofrece JESÚS

En ningún otro profeta o fundador de religión encontraremos los bienes espirituales que nos da JESÚS gratuitamente. Nadie tiene dinero para comprar lo que JESÚS da a los hombres. Como dice Isaías: “venid los que no tenéis dinero, comed y bebed de balde” (Cf. Is 55,1). No tenemos con qué comprar lo que DIOS tiene, pero cuenta con que ejercitemos la renuncia al mal. La moneda con la que pudiéramos comprar algo está en el ejercicio de la renuncia, por la que DIOS ve nuestra disposición para recibir sus dones. Veamos algunos dones contenidos en el evangelio de san Juan.

< JESÚS nos regala el perdón de nuestros pecados y del mundo entero: “este es el CORDERO de DIOS que quita el pecado del mundo” (Cf. Jn 1,29). Juan el Bautista señala a JESÚS como el único que puede quitar el pecado del mundo. JESÚS en san Marcos anuncia: “convertíos y creed en el Evangelio” (Cf. Mc 1,15b). Una parte del don de la conversión viene por el perdón regalado por DIOS.

< También en el capítulo uno aparece un gran don de revelación: “qué sería si vierais el cielo abierto, y a los Ángeles de DIOS subir y bajar sobre el Hijo del hombre” (Cf. Jn 1,50-51). De forma indirecta los primeros discípulos, Juan y Andrés, habían intentado sondear la identidad de JESÚS preguntándole dónde vivía (Cf. Jn 1,38). Ahora es JESÚS el que ofrece una gran revelación: ÉL es el Hijo del hombre, que baja del Cielo y tiene la llave del mismo y lo  mantiene abierto para que los Ángeles de DIOS den cauce a las relaciones espirituales entre los cielos y los hombres. Hacía mil quinientos años aproximadamente el gran patriarca Jacob profetizó el hecho (Cf. Gen 28,12).

< El “vino nuevo”, en la Boda de Caná es el milagro que da comienzo a la nueva corriente de Gracia dada por DIOS al mundo en JESÚS (Cf. Jn 2,11)

< Al inicio de la misión, JESÚS se revela como el “Nuevo Templo”: “destruid este templo y en tres días lo levantaré” (Cf. Jn 2,19) Cada uno de los bautizados somos templos del ESPÍRITU SANTO (Cf. 1Cor 6,19), porque estamos unidos a JESÚS.

< El Amor de DIOS a los hombres se ha dado sin reservas: “tanto amó DIOS al mundo, que entregó a su único hijo” (Cf. Jn 3,16).

< Si supiéramos quién está a nuestro lado, le pediríamos y nos daría “Agua Viva” (Cf. Jn 4,10); o el don del ESPÍRITU SANTO; y con profunda actitud de adoración no tendríamos la más mínima duda de la propia condición de hijos de DIOS.

< JESÚS es la salud de los enfermos incurables (Cf. Jn 5,6-9)

< JESÚS es el PAN bajado del cielo (Cf. Jn 6,48-51). Una gran variedad de alimentos son necesarios para nuestro complejo organismo, pero JESÚS en la EUCARISTÍA encierra la plenitud del alimento espiritual: el Cielo literalmente toma espacio en nuestra corporeidad.

< De nuevo JESÚS se declara como el objeto de la Fe y fuente del ESPÍRITU SANTO. “JESÚS el último día de la fiesta de las Tiendas, el  mas solemne, puesto en pie en el Templo, gritó: el que tenga sed, que venga a MÍ y beba, el que crea en MÍ -como dice la Escritura- de su seno manarán ríos de Agua Viva. Esto lo decía del ESPÍRITU SANTO que iban a recibir los que creyeran en ÉL” (Cf. Jn 7,37-39).

< Por la aceptación de las palabras de JESÚS y haciéndolas valer como itinerario del discípulo atraemos el don de la libertad: “si os mantenéis en mi Palabra, seréis en verdad discípulos míos conoceréis la verdad, y la Verdad os hará libres” (Cf. Jn 8,31-32).

< La visión física de los ojos es muy necesaria, pero alcanza un rango superior la Fe, que encuentra a JESÚS y da sentido a la propia vida y ceguera si esta se diera. La revelación al ciego de nacimiento se produjo cuando fue expulsado del antiguo régimen religioso: “JESÚS le preguntó, ¿crees en el Hijo del hombre? él respondió, ¿quién es SEÑOR para que crea en ÉL? JESÚS le dice: el que contigo habla” (Cf. Jn  9,35b-37). El don de la Fe equivale a un proceso de diálogo con JESÚS.

< JESÚS se revela y ofrece como BUEN PASTOR: el verdadero guía espiritual que nunca nos va a engañar y siempre buscará nuestro crecimiento espiritual: “he venido para que tengáis Vida y Vida en abundancia” (Cf. Jn 10,10).

<JESÚS es el mismo don de la Resurrección definitiva (Cf. Jn 11,26), pero también la debemos entender aplicable a cualquier episodio de muerte espiritual en el transcurso por este mundo.

< En el evangelio de san Juan, JESÚS no habla directamente de su muerte, sino de la vuelta al PADRE, de la que la muerte será un tránsito inevitable. Unos griegos quieren “ver a JESÚS” (Cf Jn 12,21). A JESÚS lo verán con claridad en la Cruz: “si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere da mucho fruto” (Cf. Jn 12,24).

< El Mandamiento Nuevo: “amaos los unos a los otros como YO os he amado; en esto conocerán todos que sois mis discípulos” (Cf. Jn 13,34). Antes que un mandato para ser cumplido es el don que hace posible la realización del mismo. Para poder amar, en primer lugar es necesario haber sido amado. Para amar como JESÚS es preciso ser amado por ÉL. El Amor de DIOS es inmutable; por eso la vocación del Amor cristiano es para siempre.

< Un don muy especial se propone a continuación: “cuando os prepare sitio, volveré y os llevaré CONMIGO, para que donde esté YO estéis también vosotros” (Cf. Jn 14,2-3). El don de la compañía y presencia de JESÚS está propuesta para después de la muerte, pero también la necesitamos en esta vida.

< En este capítulo, JESÚS promete la “inhabitación” de DIOS en el corazón del hombre: “si alguno me ama, guardará mi Palabra, y el PADRE lo amará y vendremos a él y haremos morada en él”  (Cf. Jn 14,23).

< En la alegoría de “La vid y los sarmientos” se refieren las especiales relaciones entre el MAESTRO y los discípulos: “por mi Palabra estáis ya limpios” (Cf. Jn 15,3). Estamos en comunión con JESÚS, si acogemos el don de la Palabra y permanecemos en ella (v.7). JESÚS nos revela que nos ama con el mismo Amor con que el PADRE lo ama a ÉL; y este Amor estará en nosotros mientras permanezcamos en su palabra. JESÚS, entonces, nos considera amigos, “porque todo lo que me ha comunicado mi PADRE os lo he dado  a conocer” (v.15).

< Dice JESÚS en el capítulo dieciséis: “os conviene que YO me vaya, para que os envíe el PARÁCLITO” (Cf. Jn 16,7). La vida cristiana es obra del ESPÍRITU SANTO que nos modela gracias a los dones de la Redención conseguidos para nosotros por JESÚS. Dice JESÚS: “todo lo que tiene el PADRE es mío, por eso os he dicho, el ESPÍRITU SANTO recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros” (v.15).

< Algo de la Oración Sacerdotal de JESÚS: ”te ruego, PADRE, por ellos, y por todos los que por medio de su Palabra creerán en MÍ, para que todos sean uno, como TÚ, PADRE, en MÍ y YO en ti, para que todos sean uno en nosotros, y el mundo crea que TÚ me has  enviado” (Cf. Jn 17,21). JESÚS nos da su Palabra, el don de la unidad y la misma Gloria (v.22), en que participa de la perfecta unidad con el PADRE. Excede nuestra comprensión actual, pero esta revelación nos expone lo que DIOS ha pensado como plenitud de la vida Eterna para nosotros.

< El proceso judicial que lleva a JESÚS a la Cruz mantiene una tensión especial en el evangelio de san Juan. El ejemplo de JESÚS afrontando el proceso religioso y civil es un don para el creyente, que ve en esta entrega el “testimonio de la Verdad” (Cf. Jn 18,38), y Pilato despreció con toda suficiencia personal. DIOS es Bueno, Verdadero, Misericordioso y Justo; y JESÚS aceptando aquella muerte como lo hizo manifestó quién era y a lo que había venido a este mundo. La Verdad que defiende JESÚS no es la de un silogismo o fórmula matemática; sino la Verdad de DIOS y su Amor incondicional a los hombres.

< La santísima VIRGEN MARÍA es un don especial que JESÚS da a los hombres e incorpora a la Redención. Parece que JESÚS se desliga de su MADRE para convertirla en la MUJER que debe recibir a una multitud de hijos: “MUJER, ahí tienes a tu hijo” (Cf. Jn 19,26). Este don de la maternidad de la VIRGEN MARÍA sigue atrayendo gracias espirituales y celestiales para la Iglesia y cada uno de los cristianos en particular.

< JESÚS el RESUCITADO, ofrece dones especiales a la comunidad apostólica reunida con objeto de difundirlos por todo el mundo: la Paz, el perdón de los pecados, la Fe o la alegría, sólo representan una muestra de todos los dones y gracias necesarios para la vida de la Iglesia a través de los siglos. Este recorrido esquemático por el evangelio de san Juan tiene por objeto mover a una lectura detenida de este texto sagrado y de todo el Nuevo Testamento de forma especial. Muchas personas van mendigando recetas de autoayuda, que no arreglan nada, cuando tenemos al alcance de inmediato las verdaderas soluciones que nos da JESÚS a condición que aceptemos su proximidad y la eficacia de sus promesas. En muchos lugares todavía hay templos abiertos con entrada libre y gratuita. Esos lugares de silencio y oración constituyen verdaderos tesoros espirituales. Desprenderse o dejar alguna ocupación superflua para sustituirla por tiempos bajo la mirada de JESÚS en el tabernáculo, puede dar un nuevo giro a la vida que llevamos.

Salomón empezó bien 

Salomón sucede a David su padre en el trono y consolida el reino, que llegó al tiempo de máximo esplendor y extensión. A David se le atribuye la conquista y la expansión del Reino mediante la guerra, y a Salomón la actividad diplomática, estableciendo alianzas mediante las uniones matrimoniales con las hijas de los reyes vecinos. Al comienzo, en su juventud, Salomón contrae matrimonio con la hija del faraón egipcio (Cf. 1Re 3,1) El libro sagrado señala que en este tiempo Salomón comienza las grandes construcciones: el Templo, la casa real y la muralla de la ciudad. Los matrimonios con mujeres extranjeras fueron vistos con preocupación, pues implicaba el mantenimiento de un culto religioso a los dioses del cónyuge foráneo. El texto nos habla que Salomón ya en los comienzos y en atención a su esposa ofrecía sacrificios en las elevaciones montañosas dedicadas a tal efecto (Cf. 1Re 3,2-4) En Gabaón, Salomón ofrece mil holocaustos y el SEÑOR se le reveló en sueños (v.5). La condescendencia de DIOS con el rey Salomón es digna de tener en cuenta, pues el SEÑOR trata de conducirlo de la ignorancia a la Sabiduría. El SEÑOR le propone: “pídeme lo que quieras que te conceda” (v.5).

Las fuerzas son escasas y limitadas

DIOS se comunica también en sueños y visiones (Cf. 1Sm 3,4ss; Jl 2,28). El sueño profético se distingue del sueño normal por la claridad y la precisión en sus detalles, que pueden ser recordados con posterioridad sin esfuerzo alguno. También queda de manifiesto el alma de la persona que recibe este tipo de manifestación del SEÑOR, y en el caso de Salomón se repite esta constante. Salomón es el rey del Pueblo elegido, que ocupa el lugar de David con quien el SEÑOR había establecido una Alianza, y el trato por ese motivo mantiene una cierta excepción. Salomón, o “rey de paz”, es el intermediario de YAHVEH para conducir los destinos del Pueblo. Salomón se ve inmaduro, joven y sin experiencia para gobernar: “TÚ, SEÑOR, has hecho rey a tu siervo, sucediendo a David mi padre, pero yo soy un niño pequeño que no sabe salir ni entrar” (v.7). Recuerda esta actitud la expresada en el Salmo ciento treinta: “acallo y modero mis deseos, como un niño en brazos de su madre” (Cf. Slm 130,2). Para entenderse con DIOS el punto de partida está en la humildad. Un niño depende en todo de sus padres para crecer y salir adelante. El rey es un elegido de DIOS para gobernar a su Pueblo con acierto, y DIOS lo toma de su mano. Salomón se presenta ante DIOS ignorando lo más elemental: “soy un niño pequeño, que no sabe salir ni entrar” (v.7), y necesita compañía, guía y protección permanentes. Los errores del rey, o del gobernante, recaen inmediatamente sobre los que están a su cargo.

El Pueblo entre todos los pueblos

”Tu siervo está en medio del Pueblo que TÚ has elegido. Pueblo numeroso que no se puede contar por su muchedumbre” (v.8). La tarea es inmensa y con una dificultad que supera las propias fuerzas. Al Pueblo lo hace grande el ser el Pueblo del SEÑOR, que está en medio de todos los otros pueblos. Los otros pueblos encuentran su razón de ser en el Pueblo que DIOS ha elegido; y Salomón es el rey que representa vicariamente al SEÑOR entre todos los pueblos.

El rey pide Sabiduría

”Concede a tu siervo un corazón que entienda para juzgar a tu Pueblo, para discernir entre el bien y el mal; pues ¿quién será capaz de juzgar a este Pueblo tuyo tan grande? (v.9). La Sabiduría que viene de DIOS no se aprende directamente en los libros, ni es el resultado de una amplia erudición; aunque bien administrado no estorba nada de lo anterior; pero la Sabiduría es un don que proviene directamente del SEÑOR, y sabe discernir entre el bien y el mal. Los principios están claros, pero la aplicación de los mismos exige Prudencia Divina para actuar con verdadera justicia. En ocasiones no está clara la línea que separa la sana indulgencia de la falsa condescendencia. El discernimiento correcto o la decisión sabia dependerá de la capacidad personal de estar en las manos de DIOS. Un caso ejemplar que siempre tomamos en consideración es al episodio relatado por san Juan de la mujer sorprendida en flagrante delito de adulterio (Cf. Jn 8,1ss). A JESÚS le plantean un caso real e inmediato con la normativa bien explícita: la mujer tenía que morir apedreada para erradicar el pecado del Pueblo. JESÚS resuelve de otra forma el caso, que contaba con un claro imperativo legal. La Divina Sabiduría tiene considerandos, que la estricta normativa no contempla y no están escritos.

DIOS se complace en el prudente

“Le pareció bien al SEÑOR la petición de Salomón; y entonces le dijo el SEÑOR: porque no has pedido para ti una vida larga, riquezas o la muerte de tus enemigos, y has pedido discernimiento para saber juzgar, te doy un corazón sabio e inteligente como no hubo antes de ti, ni lo habrá después” (v.11-12). La Sabiduría de Salomón queda fijada como el prototipo del sabio en la antigüedad, aunque sabemos que al final de sus días el rey Salomón se desvió de la senda del SEÑOR dando culto a otros dioses, por lo que el reino sufrió una división de graves consecuencias. Los juicios realizados tienen que redundar en torno al bien que DIOS prevé para las personas y la sociedad en su conjunto. La prudencia del rey tiene en cuenta rodearse de personas prudentes como fue el caso de Moisés con su colaboradores, que eran personas sabias y de buen espíritu (Cf. Ex 18,19ss). En los escalafones inferiores, que forman la organización administrativa del reino también se necesitan personas con discernimiento que busquen el bien para la buena marcha del reino.

El Reino de los Cielos

JESÚS no define lo que es el Reino de los Cielos, pero lo propone en parábolas y da por hecho que su presencia y actuación se notan en ese momento. En los domingos anteriores, las parábolas referidas al Reino de los Cielos marcaban la característica del crecimiento: la semilla que echa el SEMBRADOR, el grano de mostaza, la levadura mezclada con tres medidas de harina, o la semilla de trigo que crece junto con la cizaña. Las parábolas finales de este capítulo trece de san Mateo acentúan la búsqueda y el discernimiento. El tesoro escondido, la perla de gran valor o la separación de los peces después de la pesca, requieren una acción personal directa. El Reino de los Cielos aparece en medio del mundo como una semilla, que DIOS hace surgir; y también el Reino de los Cielos es una realidad de gran valor, por la que merece la pena arriesgar, e incluso renunciar a otras cosas. Las vertientes pasivas y activas del Reino de los Cielos siguen actuantes, y hacen que el Reino de los Cielos presente entre nosotros mantenga el carácter de manifestación y ocultamiento. Para descubrir la presencia del Reino de los Cielos hay que activar la Fe, o tener una Fe operativa. Los tiempos presentes son idóneos para fiarse de DIOS, porque las seguridades humanas desaparecen por momentos. Quien puede vivir como creyente confía en DIOS y en su Divina Providencia, con lo que poca alteración interior le provoca la inseguridad reinante. La Esperanza cristiana traslada las fuerzas al campo de la batalla espiritual, que tiene en su horizonte la Vida Eterna. La Caridad del creyente lo hace compasivo y solidario, contando con los otros creyentes dentro de una Iglesia que camina con las dificultades propias. No estamos solos, y el camino se realiza con verdaderas relaciones de encuentro con los hermanos. En la comunidad próxima están los resortes institucionales de la Iglesia, y al mismo tiempo la dimensión espiritual y trascendente que la caracteriza. Hay un tesoro de Gracia dentro de la Iglesia, que se hace asequible y visible en la comunidad concreta, y cuenta con personas conocidas por su nombre y apellidos. La riqueza de ese tesoro depende de las personas mismas y los descubrimientos que se marquen como objetivos. El centro y eje de todo es CRISTO, la perla preciosa ante la que todo valor palidece, porque ÉL es el SEÑOR. Para nosotros, hoy, las parábolas ofrecen significado y tienen que ser acogidas con discernimiento.

El tesoro escondido

“El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, que al encontrarlo un hombre vuelve a esconderlo por la alegría que le da; y vende todo lo que tiene y compra a aquel campo” (v.44). La peculiaridad de este tesoro es que sale al paso del que tiene ojos para descubrirlo y decisión para aprovechar sus grandes riquezas. Es un tesoro que está en el mundo, porque en el momento previsto de la historia, DIOS se ha hecho hombre, y las cosas cambiaron para la humanidad. Ahora se puede descubrir sin reparo los grandes tesoros de la Redención o se los puede enterrar para desgracia de unos y otros. El Reino de los Cielos equivale a la presencia de DIOS en este mundo, a través de los grandes medios o valores excepcionales existentes en el tesoro encontrado. En ese tesoro escondido o revelado está el don de la oración en todas su variedad; encontramos la impagable revelación contenida en la Biblia; el don del ESPÍRITU SANTO viene a santificar al hombre independientemente de la cárcel espiritual en la que se encuentre; la riqueza de dos mil años de Cristianismo no pueden quedar anuladas por los inevitables pecados de los hombres. En ese gran tesoro del Reino de los Cielos una de las grandes joyas es el perdón de DIOS dado de forma incondicional. ¿Quién tiene interés en enterrar un tesoro de estas características? ¿Qué gana el hombre y la sociedad, ocultando la bondad de DIOS? ¿A dónde nos va a conducir la autosuficiencia desnortada de unos planes sociales deshumanizadores, que alteran todas las leyes dadas por el CREADOR?

La perla única

“También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader, que anda buscando perlas finas, y al encontrar una de gran valor, va vende todo lo que tiene y la compra” (v.46). El mercader tiene criterio para distinguir una perla verdadera de una falsificación; puede apreciar, también, que no todas las perlas tienen la misma calidad. Quien da valor a todo lo que DIOS hace entre nosotros es JESÚS. ÉL es la perla de mayor valor. De muchas formas, JESÚS señaló que aceptarlo o seguirlo representará dejar otras cosas, cambiar estilos de vida o renunciar a modos de comportamiento aceptados hasta entonces. Es probable que el lastre que es necesario dejar orillado nadie lo quiera, pues no tiene valor y nadie en su sano juicio lo va a comprar. También se puede pensar en casos como el joven rico que fue a preguntar a JESÚS por la Vida Eterna y JESÚS le señaló los Mandamientos (Cf. Mc 10,17-19). Pero al insistir, JESÚS le señaló el camino hacia el Reino de los Cielos desde este mundo, y al hombre no le gustó el planteamiento: “vende todo lo que tienes y dalo a los pobres; después ven y sígueme” (Cf. Mc 10,21). JESÚS le estaba pidiendo que vendiera las perlas de menor valor, pero el hombre se sentía apegado a ellas y no supo desprenderse. JESÚS no sentenció que el hombre no se salvara, pero sí advirtió que no entró en la corriente del Reino de los Cielos necesaria para transformar este mundo.

Después de la pesca

“También es semejante el Reino de los Cielos a una red, que se echa en el mar y recoge peces de todas clases; y cuando está llena la sacan a la orilla, se sientan y recogen en cestos los buenos y tiran los malos. Así sucederá en el fin del mundo: saldrán los Ángeles, separarán a los malos de entre los justos y los echarán en el horno de fuego. Allí será el llanto y el rechinar de dientes” (v.47-50). La red dedicada para la pesca en el mar es la evangelización, que no cesará a lo largo de los tiempos. De forma velada la separación de los peces buenos y los que no son aptos se va realizando cada jornada de trabajo, pero se dará un momento final en el que los Ángeles intervendrán con una inexcusable acción judicial y separarán para siempre los buenos de los malos, porque así lo han querido unos y otros. Esta parábola como la explicación de la parábola del trigo y la cizaña (Cf.  Mt 13,37-43) recogen el fin del mundo y el juicio final. No es el único lugar en el que san Mateo trata de estas realidades últimas. La historia del hombre para el Cristianismo empieza y termina, y no está sujeta a un eterno retorno. Si cabe eso da a las decisiones humanas una mayor responsabilidad, al mismo tiempo que evita un gran abismo de tedio y vacío. El hombre no puede vivir en el anonimato y lo impersonal, fundido en un todo, al que no se le llama, invoca o adora; con quien no se siente proximidad filial o paterna. El fin del mundo relatado en la Biblia, especialmente en el Nuevo Testamento, es la consecuencia lógica de la Redención, que eleva la vida de los hombres al estado de una vida Eterna con DIOS.

El nuevo escriba

Los discípulos que habían escuchado a JESÚS hablar a las multitudes, que recibieron además una aclaración específica a las parábolas tenían la iniciación adecuada. A la pregunta de JESÚS si lo habían entendido, ellos respondieron con decisión: sí. Añade JESÚS: “todo escriba que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos es semejante al padre de familia, que saca del arcón lo nuevo y lo antiguo”(v.58). Destaca JESÚS un problema a resolver y pocos sabrán hacerlo: situar en su justo lugar la sabiduría antigua y la Sabiduría del Reino de los Cielos; lo que fue dicho en la Ley y los Profetas como anuncio de los tiempos mesiánicos y la plenitud de los mismos; lo que en la antigüedad aconteció en figura (Cf. Hb 9,23) y el momento presente con JESÚS, haciendo realidad todo lo que se había anunciado. Los discípulos de JESÚS estaban llamados a ser los verdaderos escribas o especialistas sobre el Reino de los Cielos, sin dejar a un lado la revelación dada por DIOS a Moisés y los Profetas.

San Pablo, carta a los Romanos 8,28-30

San Pablo expone en el capítulo ocho de esta carta una doctrina sobre el ESPÍRITU SANTO, que hemos de atender, porque hace afirmaciones de repercusión práctica y absoluta trascendencia. El ESPÍRITU SANTO no solo asiste a los bienaventurados, glorifica a los que han dejado este mundo y están en la visión beatífica con DIOS, sino que se encarga de modelarnos conforme a lo que DIOS quiere: “el que escruta los corazones sabe cuál es la aspiración del ESPÍRITU y que su intercesión a favor de los santos es según DIOS” (v.27) Lo íntimo del hombre está presidido por la unción bautismal por el que sondea lo infinito de DIOS y su intercesión por nosotros siempre es acorde con lo que el PADRE quiere, por eso la oración más cierta, honda y sincera viene de los “gemidos inefables” de los que habla san Pablo, que resultan una verdadera oración porque nacen de la pobreza del alma humana. Puede ser que la prueba del dolor y el sufrimiento alcance en el gemido del ESPÍRITU el momento más alto de oración, de petición y súplica, con un cierto desconcierto para el alma humana que pasa por el momento de prueba y oscuridad.

DIOS quiere siempre el bien

“Por lo demás sabemos que DIOS interviene siempre para bien de los que lo aman, de los que han sido llamados según su Designio” (v.28). Cualquier prueba o tribulación está dentro de la Cruz de JESÚS, que el Apóstol hace saber que tiene la función de completar los sufrimientos de CRISTO por su Iglesia (Cf.  Col 1,24). Nadie puede anular lo que esta vida acarrea de dolor y sufrimiento. Otra cosa bien distinta es añadir irresponsablemente más contratiempos al peso que nos es dado llevar. En todo caso, JESÚS ofrece su ayuda para llevar la carga con nosotros: “venid a MÍ los que estáis cansados y agobiados y YO os aliviaré” (Cf. Mt 11,28). La promesa de JESÚS es la de prestarnos fuerzas y llevar la Cruz detrás de ÉL (Cf. Lc 9,23). Ahora nos dice san Pablo que “en todo interviene DIOS en favor de los que lo aman”, tanto en lo que nosotros calificamos bueno como doloroso. Una gran humillación, fracaso en la vida o desgracia, pueden convertirse en verdadera fuente de Gracia cuando el que lo padece no se aparta de DIOS. Nada une más al cristiano con JESÚS que la Cruz, y ésta no es agradable.

El Designio de DIOS

“A los que de antemano conoció, también los predestinó a reproducir la imagen de su HIJO, para que fuera ÉL el Primogénito entre muchos hermanos; a los que predestinó a esos también los justificó; a los que justificó, a esos también los glorificó” (v.29-30). Con muy pocas palabras, o en breves líneas, san Pablo expone el misterio del Plan de DIOS sobre cada hombre y la humanidad en su conjunto. La clave es JESUCRISTO. DIOS nos ha pensado a todos y cada uno de sus hijos adoptivos a imagen de su único HIJO. En su pensamiento hemos permanecido hasta el momento de hacer visible el universo creado. San Pablo en ningún caso habla de una predestinación negativa como hicieron algunos autores posteriores. La predestinación mencionada es para colmar de Vida Eterna al hijo, que está predestinado a reproducir la imagen de su único HIJO. La Gracia tiene que dispensarse en todo momento, pues la criatura por sí misma no puede alcanzar la santidad o justificación debida a la vida en DIOS que está llamado a compartir. Cada comensal en el Banquete eterno tiene que recibir gratis el traje de fiesta adecuado (Cf. Mt  22,9-14). También san Pablo se hace eco del deseo profundo del hombre de ser revestido de inmortalidad (Cf. 1Cor 15,53-54; 2Cor 5,2-3). La glorificación es la obra maestra del ESPÍRITU SANTO que culmina la realización del cristiano como hijo de DIOS y es el inicio de lo que ha de durar para siempre.

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