La resurrección de los muertos

Pbro. José Manuel Suazo Reyes
Pbro. José Manuel Suazo Reyes

La Iglesia católica nos invita frecuentemente a meditar sobre las realidades últimas del ser humano tales como la muerte, el juicio final, la resurrección y la vida eterna; estos temas se van tratando durante todo el año litúrgico y de manera particular, hacia la conclusión del mismo.
Es importante que tengamos conciencia de nuestra vida futura para que no nos agotemos en un inmediatismo pragmático. En efecto de aquello que esperamos suceda después de la muerte, depende de alguna manera el sentido que le damos a la vida presente. El futuro condiciona de alguna manera nuestro comportamiento.

El evangelio que escucharemos este domingo (Lc 20, 27 al 38) trata el tema de la resurrección de los muertos. Nosotros esperamos la resurrección después de la muerte. Los saduceos, un grupo aristocrático que no creía en este asunto, cuestionan a Jesús para tratar de ponerlo en evidencia. Para ellos la vida después de la muerte es igual o similar a la vida presente y por ello les parece incompatible la ley del levirato con la resurrección.

Jesús aclara que existe una diferencia notable entre la vida terrenal y la vida después de la muerte. La vida terrenal está condicionada por el espacio y el tiempo además está llena de necesidades como las que plantean los saduceos a Jesús.

La resurrección final no es el retorno a la vida terrena sino la inauguración de una vida completamente nueva de relación con Dios donde se acaban las necesidades. Con la resurrección se vence definitivamente la muerte porque los seres humanos llegan a ser como ángeles, comienzan a tener una existencia espiritual. Esto significa que por la resurrección los seres humanos vivirán en la presencia de Dios alabándolo eternamente.

La resurrección lleva a plenitud la condición de hijos de Dios por lo tanto por medio de la resurrección se alcanzará la contemplación plena de Dios cara a cara, la resurrección hace que se participe de la vida divina de tal manera que ya no haya necesidad de nada más para experimentar la felicidad.

Creemos en la resurrección de los muertos porque nos sabemos amados por Dios que vive eternamente y porque creemos en la fuerza de su Espíritu presente en su Hijo Jesucristo que ha resucitado de entre los muertos.

La resurrección es el misterio central de nuestra fe, creemos en la resurrección porque Cristo nuestra cabeza ha resucitado y si él ha resucitado, también lo haremos todos los que creemos en él porque somos su cuerpo.

Comencemos ya desde ahora a cultivar en nuestra vida esos valores celestiales que son el amor, la alegría, la paz y la unión con Dios y con todos los hermanos. Estos valores los debemos preparar ya desde nuestra morada terrenal.

Pbro. José Manuel Suazo Reyes
Vocero de la Arquidiócesis de Xalapa

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Párroco en San Miguel Arcángel, Perote, Veracruz.