RUAN ÁNGEL BADILLO LAGOS
En el contexto de grupos políticos, ideológicos y económicos opuestos entre sí, con miras a las elecciones del 2 de junio de 2024, se celebrará una elección entre la continuidad de las políticas de AMLO y una oposición que intentará aprovechar parte del descontento de la población, altos niveles de inseguridad y deficientes servicios públicos.
Soy consciente de que, en la presente situación en el país, la paz y la poca estabilidad se apoyan en cimientos demasiados frágiles.
Ningún mexicano puede eludir la pregunta de por quién votará en las próximas elecciones, ahora que existen tres opciones. Lo cierto es que habrá una mujer como ejecutiva en el poder, aunque aún falta tiempo para que pueda ejercerlo. Por ello, es importante hacer consciencia sobre la mejor opción. Creo que la mejor manera de llegar a una política verdaderamente de altura es desarrollar el sentido interior de la justicia, de la bondad y del servicio al bien común, además de robustecer las convicciones fundamentales sobre la verdadera política, el respeto ejercido y los límites de la autoridad.
No debemos olvidar que el desarrollo humano integral exige que se respete la verdad; una cultura sin verdad es presa fácil de las emociones y de las opiniones dichas, dando paso a la emotividad que se centra más en lo sentimientos que en la propia razón. Por ello se debe tener cuidado de no correr el riesgo de darle peso a lo que se siente, más que a la razón, porque se puede caer en riesgo de relativizar la verdad y la realidad del país.
Debemos considerar que la verdad es como una luz que da sentido a la vida. Sin verdad, la vida cae en sentimentalismo. Existe el peligro de rebajar la verdad, la realidad que vive nuestro país en los diferentes sectores de la población al encontrarse polarizado por la política actual. Es tan grave la lucha de pareceres que, mientras por una y otra parte arde la controversia, y no siempre pacíficamente. Los ojos de todos están en esta realidad que vive el país.
En este estado invito a reflexionar a hombres y mujeres, para que consideren atentamente un mejor país en todos sus aspectos. Espero, por la importancia y relevancia del tema, no silenciar nuestro deber para no caer en el riesgo de homologar los criterios que dicen los demás.
En este marco, la ciudadanía se enfrenta a las diversas cuestiones para enfrentar la vida política. Es conveniente ser actores activos para que no haya riesgo de relativizar la realidad actual. Cuando los pobres viven subordinados, contaminados por las dádivas del gobierno, su consciencia puede caer en condicionar su voto, sin embargo, hay que despertar y esclarecer que los programas sociales son un derecho constitucional.
En efecto, para hacer frente al grave desafío que presenta hoy la realidad de nuestro país, es importante ensanchar las conciencias a la medida de esa responsabilidad urgente y compleja, con el fin de movilizar todas nuestras capacidades de acción y encontrar la mejor opción. Se trata de reanimar la esperanza del pueblo que sufre; por muchos años hemos esperado un mejor país. ¡Sea nuestro llamado a atender, aún es tiempo!
