La política de «restaurar todo en Cristo», fundamentada e impulsada por «Verbo»

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Se han cumplido sesenta años de la primera reunión de Amigos de la Ciudad Católica, al tiempo que su expresión intelectual, la revista Verbo («de formación cívica y de acción cultural según el derecho natural y cristiano»), alcanzaba su número 600. 

Seis décadas de trabajo y seis centenares de entregas son motivos más que suficientes para una recapitulación, y la ha llevado a cabo Miguel Ayuso, catedrático en la facultad de Derecho de la Universidad Pontificia de Comillas de Madrid, por una doble vía: un breve volumen, del que es autor, sobre El derecho público cristiano en España (1961-2021) (Dikynson), y un número especial de Verbo, que dirige desde la muerte de Juan Vallet de Goytisolo (1917-2011), su fundador y alma mater junto a Eugenio Vegas Latapié (1907-1985).

Portada de 'El derecho público en España (1961-2021)' de Miguel Ayuso.

La expresión «derecho público cristiano» lo dice casi todo sobre el lugar que ocupan la Ciudad CatólicaVerbo en el pensamiento católico contemporáneo. Otras corrientes que se remiten al espíritu cristiano (la democracia cristiana, el catolicismo liberal o liberalismo católico, el socialcristianismo, por un lado; los cristianos por el socialismo o la teología de la liberación, por el otro) buscan insuflarlo de una forma u otra en el orden jurídico-político de la modernidad, en unos casos por asunción pragmática de lo que se considera una tendencia histórica irreversible, en otros por el convencimiento de que dicho orden es una evolución perfectiva del propio cristianismo.

El punto de partida del «derecho público cristiano» es otro. A saber, que la ley de Dios, Su intervención en la Historia, la Encarnación y la Redención, el derecho natural como expresión de un designio providente del Creador, la naturaleza divina de la Iglesia y la existencia tangible de su misión sobrenatural, la Realeza Social de Cristo, etc., configuran un orden jurídico-político con entidad propia que ha de ser reivindicado y, en cuanto lo permitan las circunstancias, restaurado.

Porque no es un ideal abstracto objeto de anhelos piadosos, sino que, como recordó el Papa León XIII en célebre párrafo, existió y prevaleció:

«Hubo un tiempo en que la filosofía del Evangelio gobernaba los Estados. En aquella época la eficacia propia de la sabiduría cristiana y su virtud divina habían penetrado en las leyes, en las instituciones, en la moral de los pueblos, infiltrándose en todas las clases y relaciones de la sociedad. La religión fundada por Jesucristo se veía colocada firmemente en el grado de honor que le corresponde y florecía en todas partes gracias a la adhesión benévola de los gobernantes y a la tutela legítima de los magistrados. El sacerdocio y el imperio vivían unidos en mutua concordia y amistoso consorcio de voluntades. Organizado de este modo, el Estado produjo bienes superiores a toda esperanza» (Immortale Dei, 9).

Años después, San Pío X insistiría en ello:

«La civilización no está por inventar ni la ‘ciudad’ nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la ‘ciudad’ católica. No se trata mas que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo [restaurarlo todo en Cristo, cfr. Ef 1, 10]» (Notre charge apostolique, 11).

La idea original de Verbo en su combate por esa «ciudad católica» consistía en que sus páginas fuesen objeto de estudio en células de personas con intereses comunes con objeto de lograr su irradiación por capilaridad en la acción social, su objetivo último.

Así había nacido en Francia, tras la Segunda Guerra Mundial, La Cité Catholique de Jean Ousset (1914-1994), que sirvió de modelo inicial a Vallet y a Vegas, aquél uno de los civilistas más importantes del siglo XX (amén de filósofo del Derecho), éste un veterano de la política (fue en Estoril el primer preceptor de Juan Carlos de Borbón) que durante la Segunda República había impulsado la revista Acción Española, que dirigiría Ramiro de Maeztu, como aglutinadora de la derecha tradicionalista.

Pero la Ciudad Católica española y Verbo siguieron un camino propio y específico, que Ayuso detalla en su libro repasando las distintas aportaciones al proyecto inicial: la veta carlista, la Schola Cordis Iesu de Barcelona, el catolicismo social, las sucesivas incorporaciones nacionales e internacionales de personas y grupos…

Por sus páginas han pasado firmas de prestigio de varias generaciones. Por citar solo algunas: Francisco Canals VidalFrancisco Elías de TejadaRafael Gambra y sus hijos Andrés y José MiguelAlberto Ruiz de GalarretaÁlvaro d’OrsEstanislao CanteroFrancisco José Fernández de la CigoñaJavier BarraycoaJorge SoleyDanilo CastellanoJuan Fernando SegoviaJosé Antonio UllateJuan Manuel de Prada

La tarea de Verbo ha sido siempre «predominantemente catequética y solo en segundo lugar apologética, aunque siempre dialéctica», expresa Ayuso. La revista ha buscado ante todo «la exposición serena de la verdad», confrontada, eso sí, con los diversos desafíos que ha ido planteando la evolución del mundo en forma de errores doctrinales y prácticos.

Como hilo conductor de decenio en decenio han ido quedando el iusnaturalismo católico, el origen divino del poder o el principio de subsidiariedad, entre otros criterios de la doctrina social y política de la Iglesia que da sentido a la publicación.

El 9 de diciembre de 1986, una delegación de Amigos de la Ciudad Católica presidida por Juan Vallet de Goytisolo (en la foto) presentó a Juan Pablo II la revista ‘Verbo’ con motivo de sus venticinco años de vida. El Papa les entregó una carta de ‘sincera estima’: ‘Me es grato expresaros mi aprecio por los ideales que animan vuestros trabajos en favor de la cultura y de la recta doctrina, en fidelidad a los principios cristianos y a las enseñanzas de la Iglesia’.

El carácter solo débilmente organizado de la Ciudad Católica (las páginas de la revista, el congreso anual y algunas células perseverantes) ha permitido enriquecer esta corriente con un número asombroso de aportaciones de calidad y orientaciones muy diversas, como desvela una simple ojeada al índice onomástico de El derecho público cristiano en España (1961-2021) o a los índices sistemáticos de Verbo

Esta escuela de pensamiento católico llega así al momento presente con mucho que decir. El carácter ya indisimuladamente anti-teo de la llamada nueva generación de los derechos humanos, o el ensayo de implantación en curso de un tiránico orden global basado en la cultura woke de la cancelación y la destrucción de todo vínculo social, rompen el sueño bisecular de una entente cordiale entre las estructuras políticas de la modernidad y la fe católica.

Muchos ojos se vuelven entonces a ese «restaurarlo todo en Cristo» de San Pío X y quieren saber en qué consiste. El mérito de Verbo es haber custodiado y actualizado la respuesta durante sesenta años para que siga estando disponible.

por Carmelo López-Arias

Opinión

27 julio 2022.

ReL.

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