“La evolución de los sistemas de la llamada ‘inteligencia artificial’, sobre la que ya he reflexionado en el reciente Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, está modificando también radicalmente la información y la comunicación y, a través de ellas, algunas bases de la convivencia civil. . Este es un cambio que involucra a todos, no sólo a los profesionales.
La difusión acelerada de inventos maravillosos, cuyo funcionamiento y potencial son indescifrables para la mayoría de nosotros, suscita un asombro que oscila entre el entusiasmo y la desorientación y nos sitúa inevitablemente ante preguntas fundamentales:
- ¿qué es entonces el hombre, cuál es su especificidad y qué será de él?
- ¿Cuál será el futuro de esta especie nuestra llamada homo sapiens en la era de la inteligencia artificial?
- ¿Cómo podemos seguir siendo plenamente humanos y orientar hacia el bien el cambio cultural en curso?
Así, en la festividad de San Francisco de Sales, comienza el mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, prevista para mayo, cuyo tema es ‘Inteligencia artificial y sabiduría del corazón’. Por una comunicación plenamente humana’, en el que el Papa Francisco destaca los peligros que se pueden causar al corazón, como subrayó el filósofo Romano Guardini:
“En esta era que corre el riesgo de ser rica en tecnología y pobre en humanidad, nuestra reflexión sólo puede partir del corazón humano. Sólo dotándonos de una mirada espiritual, sólo recuperando la sabiduría del corazón, podremos leer e interpretar la novedad de nuestro tiempo y redescubrir el camino de una comunicación plenamente humana.
El corazón, entendido bíblicamente como sede de la libertad y de las decisiones más importantes de la vida, es símbolo de integridad, de unidad, pero también evoca afectos, deseos, sueños y es sobre todo un lugar interior de encuentro con Dios. el corazón es, pues, esa virtud que nos permite tejer el todo y las partes, las decisiones y sus consecuencias, las alturas y las fragilidades, el pasado y el futuro, el yo y el nosotros».
Que la inteligencia artificial sea una oportunidad o un peligro depende del corazón: “Dependiendo de la orientación del corazón, todo lo que está en manos humanas se convierte en una oportunidad o un peligro. Su propio cuerpo, creado para ser lugar de comunicación y comunión, puede convertirse en un medio de agresión. De la misma manera, toda extensión técnica del hombre puede ser un instrumento de servicio amoroso o de dominación hostil.
Los sistemas de inteligencia artificial pueden contribuir al proceso de liberación de la ignorancia y facilitar el intercambio de información entre diferentes pueblos y generaciones. Por ejemplo, pueden hacer accesible y comprensible una enorme riqueza de conocimientos escritos en épocas pasadas o hacer que las personas se comuniquen en idiomas que desconocen. Pero al mismo tiempo pueden ser instrumentos de ‘contaminación cognitiva’, de alterar la realidad a través de narrativas que son parcial o totalmente falsas y, sin embargo, creídas y compartidas, como si fueran verdaderas».
Para el Papa el desafío consiste en crecer en ‘humanidad’: “La revolución digital puede hacernos más libres, pero ciertamente no si nos aprisiona en los modelos hoy conocidos como cámaras de eco. En estos casos, en lugar de aumentar el pluralismo de la información, corremos el riesgo de encontrarnos perdidos en un pantano anónimo, complaciendo los intereses del mercado o de quienes están en el poder.
No es aceptable que el uso de la inteligencia artificial conduzca a un pensamiento anónimo, a una acumulación de datos no certificados, a una desresponsabilidad editorial colectiva… La información no puede separarse de la relación existencial: implica el cuerpo, el ser en la realidad; pide conectar no sólo datos, sino experiencias; exige el rostro, la mirada, la compasión y también el compartir».
Por tanto, la inteligencia artificial plantea preguntas que hay que responder con el ‘corazón’: «A partir de las respuestas a estas y otras preguntas entenderemos si la inteligencia artificial acabará construyendo nuevas castas basadas en el dominio de la información, generando nuevas formas de explotación y desigualdad». ; o si, por el contrario, traerá más igualdad, promoviendo una información correcta y una mayor conciencia de la transición de época que atravesamos, fomentando la escucha de las múltiples necesidades de las personas y de los pueblos, en un sistema de información complejo y pluralista».
La libertad depende de estas respuestas:
“Por un lado se vislumbra el espectro de una nueva esclavitud, por el otro la conquista de la libertad; por un lado la posibilidad de que unos pocos influyan en el pensamiento de todos, por otro la posibilidad de que todos participen en la elaboración del pensamiento».
En última instancia es el hombre quien debe tomar una decisión mediante el discernimiento: “La respuesta no está escrita, depende de nosotros. Corresponde al hombre decidir si convertirse en alimento de algoritmos o alimentar su corazón con libertad, sin la cual no puede crecer en sabiduría. Esta sabiduría madura atesorando el tiempo y aceptando las vulnerabilidades. Crece en la alianza entre generaciones, entre quienes recuerdan el pasado y quienes tienen una visión del futuro.
Sólo juntos crece la capacidad de discernir, de controlar, de ver las cosas desde su finalización. Para no perder nuestra humanidad, busquemos la Sabiduría que está ante todo, que, pasando por corazones puros, prepara amigos de Dios y profetas: nos ayudará a alinear también los sistemas de inteligencia artificial con la comunicación plenamente humana».
Por Simone Baroncia.
Korazym.