La Misa prohibida: una campaña por la Tradición, en Roma

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Uno de los elementos por los que se recordará el Pontificado del Papa Francisco será sin duda por sus medidas muy severas hacia aquellos que están en la Misa celebrada con el Misal de 1962 una forma más digna de dar gloria a Dios que la Misa Nueva. Estas medidas para algunos, incluso en el campo progresista, parecen desproporcionadas con los enormes problemas que enfrenta la Iglesia, como los desafíos de una cultura que no solo ya no es cristiana, sino que es cada vez más anticristiana. Sin embargo, parece que el verdadero problema de la Iglesia son los tradicionalistas.

Creo que el reciente discurso del cardenal Arthur Roche sobre la «necesidad» de limitar la celebración de esa Misa porque segun él ahora hay una teología diferente fue, después de todo, esclarecedor. Finalmente se esbozan las verdaderas posiciones, sin los compromisos a veces estériles del pasado. 

De tal manera que ya, abiertamente, a través de él se nos dice claramente que la Iglesia de hoy es diferente de su pasado, nos guste o noSi alguien piensa que la Iglesia debe ser una continuidad en su tradición, más que una ruptura con ella, evidentemente ahora se encuentra en una gran dificultad porque, contrariamente a lo que se nos ha dicho en las últimas décadas sobre la continuidad entre las diversas formas del rito Romano, ahora nos damos cuenta de la distancia abismal que se ha creado entre la Misa tradicional y la de Pablo VI. 

Un hueco que ahora se ha cristalizado y que es muy difícil de llenar. Muy a menudo, por la forma en que se celebra, La Misa de Pablo VI no parece ser otra forma del rito romano, pero casi parece pertenecer a otra denominación cristiana. Recientemente hablé con un liturgista muy conocido y anciano, ciertamente no un tradicionalista. Hablamos de algunos protagonistas de la reforma litúrgica que describió con gran admiración. Le pregunté si estos protagonistas estarían contentos con la forma en que se llevó a cabo la reforma y muy resueltamente me dijo que esto no es en absoluto lo que se pensaba en ese momento.

Pero, ¿qué deben hacer los fieles en una situación tan difícil? 

Algunos buscan formas de hacer sentir su malestar. Aquí está el significado de una campaña que comenzó hoy 28 de marzo de 2023, que algunos fieles organizaron en Roma, con carteles en italiano e inglés en los que se relatan frases laudatorias sobre la tradicional Misa de San Pío V, San Juan Pablo II y el Papa. Benedicto XVI. Los fieles que organizaron esta iniciativa pertenecen a algunas realidades bien conocidas del mundo católico tradicionalista, como los de los grupos que hacen referencia a Summorum Pontificum o el del blog MiL-Messainlatino.it , entre otros.

Un deseo inicial era, comprensiblemente, colocar los carteles en el área del Vaticano, pero esto parece no haber sido posible. Así se decidió para la zona de Prati, que es contigua al Vaticano y por tanto con la esperanza de que quien tenga que ver, pueda reflexionar sobre el hecho de que este ostracismo hacia el rito con el que miles de hombres y mujeres se han convertido en santos no tiene por qué ser.

Pero creo que ellos también saben que es como ir contra molinos de viento, pero hay quienes eligen dejarse morir…y quienes quieren morir peleando

Y sabemos que si la Misa tradicional viene de Dios, como todos pensamos, Dios irá a la batalla junto a quienes defienden sus derechos inalienables, incluido el de un culto digno, santo y devoto.

Por Aurelio Porfiri.

KORAZYM.


Comunicado de prensa


28 de marzo de 2023

Desde esta mañana, durante 15 días, unas decenas de carteles dedicados a la liturgia tradicional permanecerán pegados cerca del Vaticano.

Un comité de promotores, que participan a título personal a pesar de provenir de diferentes realidades católicas (como los blogs Messainlatino y Campari & de Maistre, y las asociaciones Coordinación Nacional de Summorum Pontificum y Ass. San Michele Arcangelo), ha querido hacer público el profundo apego a la Misa tradicional precisamente cuando parece planeada su extinción: por amor al Papa, para que esté paternalmente abierta a la comprensión aquellas prácticas litúrgicas periféricas que desde hace unos meses ya no se sienten acogidas en la Iglesia, porque encuentran en la liturgia tradicional la expresión plena y completa de la fe católica en su totalidad.

«Lo que era sagrado para las generaciones anteriores sigue siendo sagrado y grande también para nosotros, y no puede ser repentinamente prohibido por completo o incluso juzgado dañino» (Benedicto XVI). La creciente hostilidad hacia la liturgia tradicional no encuentra justificación ni a nivel teológico ni pastoral. Las comunidades que celebran según el Misal de 1962 no son rebeldes a la Iglesia; al contrario, bendecidos por un crecimiento constante de vocaciones fieles y sacerdotales, constituyen un ejemplo de perseverancia constante en la fe y la unidad católicas, en un mundo cada vez más insensible al Evangelio, y en un tejido eclesial cada vez más dócil a los impulsos disruptivos.

Por eso, la actitud de rechazo con que sus propios pastores se ven obligados a tratarlos hoy no es sólo motivo de amargo dolor, que estos fieles se esfuerzan en ofrecer por la purificación de la Iglesia, sino que constituye también una grave injusticia ante la cual la misma caridad impone no callar: «un silencio inoportuno deja en una falsa condición a quien hubiera podido evitarlo» (San Gregorio Magno).

Quien va a la «Misa en latín» no es un creyente de segunda, ni un desviado al que reeducar, ni un lastre del que desembarazarse.

En la Iglesia de nuestro tiempo, donde la escucha, la acogida y la inclusión inspiran toda acción pastoral, y donde la comunión eclesial se construye «con el método sinodal», este pueblo de fieles ordinarios, familias jóvenes, sacerdotes fervorosos, tiene la esperanza confiada de que su voz no será sofocada, sino bienvenida, escuchada y tenida en la debida consideración.

El Comité Promotor
Toni Brandi
Luigi Casalini
Federico Catani
Guillaume Luyt
Simone Ortolani
Marco Sgroi
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