En el marco del Jubileo de los Gobernantes, León XIV se reunió con parlamentarios de 68 países.
Refiriéndose a Juan Pablo II, les puso como ejemplo a Santo Tomás Moro. Su valentía y disposición a sacrificar su vida para no traicionar la verdad hacen que también hoy se nos presente como un mártir de la libertad y la primacía de la conciencia, afirmó el Papa.
También señaló la ley natural como un factor determinante para políticos y legisladores.
El Papa recordó a los parlamentarios que fue en el contexto del Gran Jubileo que Juan Pablo II señaló a Santo Tomás Moro como modelo y patrón para los políticos.
Señor Tomás Moro fue un hombre fiel a sus deberes cívicos, un excelente servidor del Estado precisamente por su fe, que lo llevó a ver la política no como una profesión, sino como una misión para difundir la verdad y el bien», dijo León XIV .
Sirvió a la gente, apoyó a las familias y la educación.
Refiriéndose a la enseñanza de Juan Pablo II, el Papa recordó que Santo Tomás «con su actividad pública sirvió al hombre, especialmente a los débiles y pobres; resolvió cuestiones sociales controvertidas guiado por un extraordinario sentido de justicia; cuidó de la familia y no escatimó esfuerzos en su defensa; promovió la educación integral de la juventud» (Carta Apostólica E Sancti Thomae Mori, 31 de octubre de 2000, 4).
Responsabilidad por el bien común
En su discurso a los parlamentarios, no faltaron las indicaciones específicas.
León XIV destacó principalmente la responsabilidad de los políticos en la promoción del bien común, especialmente protegiendo a los más débiles. Refiriéndose a León XIII, señaló la inaceptable desproporción entre la enorme riqueza concentrada en manos de unos pocos y la pobreza que prevalece en el mundo.
La fe es beneficiosa para los individuos y las comunidades.
También enfatizó la necesidad de respetar la libertad religiosa. La fe en Dios, afirmó, es una enorme fuente de bondad y verdad para la vida de las personas y de comunidades enteras. Citando a San Agustín, señaló la necesaria transformación que debe darse en la vida humana: la transición del amor propio, egoísta, miope y destructivo, al amor Dei: un amor libre y generoso, arraigado en Dios y que conduce a la entrega de sí. Esta transición es esencial para construir la civitas Dei, la ciudad de Dios, una sociedad cuya ley fundamental es el amor.
La ley natural es un punto de referencia común
El Papa también señaló la ley natural como punto de referencia común para todos en la actividad política. No fue escrita por mano humana, sino que es reconocida en todo tiempo y lugar, y encuentra su justificación más convincente y creíble en la propia naturaleza. Citando a Cicerón, León XIV recordó que es «la recta razón, conforme a la naturaleza, universal, constante y eterna, la que con sus mandatos nos impulsa a hacer el bien y con sus prohibiciones nos aparta del mal» (De Re Publica, III, 22). En este contexto, el Santo Padre recordó la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que constituye uno de los elementos del patrimonio cultural de la humanidad.
Desafíos de la Inteligencia Artificial
En su discurso ante los parlamentarios, León XIV dedicó gran atención a los desafíos de la inteligencia artificial. Admitió que puede ser útil para la sociedad, siempre que su uso no vulnere la identidad, la dignidad ni la libertad de la persona. Debe servir al bien de las personas, no humillarlas ni siquiera sustituirlas.
Un humano es más que un algoritmo
«Nuestra vida personal —dijo el Papa— tiene mayor valor que cualquier algoritmo, y las relaciones sociales requieren espacios de desarrollo que van mucho más allá de los patrones limitados que una máquina sin alma puede programar. No olvidemos que, si bien la inteligencia artificial es capaz de almacenar millones de datos y responder a muchas preguntas en pocos segundos, sigue estando dotada de una «memoria estática» que no es en absoluto comparable a la memoria humana. Nuestra memoria es, de hecho, creativa, dinámica, generativa, capaz de conectar el pasado, el presente y el futuro en una búsqueda viva y fructífera de sentido, con todas las implicaciones éticas y existenciales que ello conlleva».
CIUDAD DEL VATICANO.
SÁBADO 21 DE JUNIO DE 2025.