La Iglesia está dejando de ser católica en España

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Tomo prestado el título de un artículo que publicó recientemente Pedro Tena en Libertad Digital. El título resulta sugerente y provocador. Aquí les dejo el enlace:

La Iglesia está dejando de ser española (y católica)

El artículo de Tena viene a cuento del conflicto que surgió hace unos días en un Colegio de La Salle en Baleares en el que expulsaron a un grupo de alumnos por poner una bandera de España en el aula.

Don Pedro Tena, tras recordar la persecución religiosa en la España de la Segunda República y durante la Guerra Civil, señala (subrayados míos):

Pero de esto hace mucho, aunque el gobierno de Pedro Sánchez quiera hacernos creer que Franco y Queipo eran unos monstruos y Largo Caballero, Prieto, Carrillo o Durruti eran unos angelitos. Eso sí, aquellos han sido exhumados y los demás, agraciados con calles, plazas, monumentos y homenajes varios. No hace tanto del auxilio de la Iglesia vasca al terrorismo etarra –inolvidable Setién—, no hace nada de la ayuda continua de la Iglesia catalana y balear a sus separatismos. Tanto es así que España no ha dejado nunca de ser católica pero la Iglesia, en cuyo nombre se fraguó la unidad nacional y el primer Estado – Imperio moderno del mundo, está dejando de ser española.

Y tiene toda la razón el señor Tena. Pero lo peor es lo que el autor deja caer, como el que no quiere la cosa, en el paréntesis del título de su columna: la Iglesia está dejando de ser española. Pero además está dejando de ser católica. Y eso es para mí lo más triste.

La escuela católica hace tiempo que dejó de ser católica (salvo honrosas y muy puntuales excepciones) y la jerarquía Católica lo consiente y mira para otro lado. En muchos casos, incluso aplaude los méritos de esta escuela falsamente católica.

¿Por qué no revisan los obispos, cada uno en su diócesis, los planes de educación afectivo-sexual de los colegios católicos y los “materiales” que utilizan? ¿Se está adoctrinando en los centros educativos de la Iglesia en la Ideología de Género y en los principios del lobby LGTBI? ¿Por qué no examinan los planes de acción tutorial de sus colegios católicos? ¿Qué y cómo se explica sobre la anticoncepción o sobre la reproducción asistida? ¿Por qué consienten que la asignatura de religión se convierta en un medio de adoctrinamiento en la ideología globalista, en abierta competencia con los progres de Valores Cívicos? ¿Qué se explica en Historia? ¿Qué se enseña en Filosofía o en Literatura? ¿Cómo se están explicando los temas que tienen que ver con el aborto en la asignatura de Biología o de Ciencias Naturales?

Y en otro orden de cosas: ¿Se promueve la piedad con el celo de llevar las almas de los niños al cielo? ¿Se celebra la Santa Misa con devoción y dignidad en los colegios? ¿Se procura la confesión de los chicos? ¿Se reza? ¿Es Cristo el centro de la vida de la Escuela?

¡No! – te contestarán – El centro son las personas, los niños, porque para los impíos liberales la persona tiene un valor absoluto, muy por encima incluso de Dios.

¡Pues no! – contesto yo: lo único importante es Cristo y que los niños crezcan en estatura, en sabiduría y en gracia ante Dios y ante los hombres.

Estamos dejando que las escuelas públicas y muchas (muchísimas) de las llamadas “católicas” roben la inocencia y la fe de los niños y jóvenes. Están pervirtiendo a nuestros hijos, matando su inocencia y asesinando sus almas. Quieren jóvenes degenerados, esclavos del sexo y de sus bajas pasiones; piltrafas apenas humanas, pajilleros adictos a la pornografía que les llega gratis y sin límites a través de sus móviles y sus ordenadores.

¿Eso queréis para vuestros hijos y para vuestras hijas? Pues eso les están metiendo en vena en los colegios bajo el eufemismo de educación afectivo-sexual.

La Iglesia Católica es jerárquica. Y si la doctrina se desvía, si las herejías proliferan, si la liturgia es pisoteada y la moral se mundaniza, la responsabilidad es de los obispos. Claro está que hay cada vez más obispos que apoyan abiertamente al lobby gay y que trabajan, cada día con más descaro y menos disimulo, por dinamitar la moral y la fe de la Iglesia.

Insisto: las escuelas católicas, salvo contadísimas excepciones, ya no son católicas. Y todo el mundo lo sabe. Y quien no lo sabe es porque no quiere saberlo y cierra los ojos para no ver la realidad. Su nueva doctrina es la Agenda 2030, su moral es la de los Objetivos del Milenio de la ONU y su culto es el ecologismo, el antimilitarismo y el pacifismo gandhiano o tolstoiano de la nueva religión del Anticristo. Y todo esto sucede ante las narices de nuestros prelados sin que muevan un dedo por evitar esta matanza de almas inocentes.

El triunfo del Anticristo ya lo relató Vladimir Soloviev en su Breve Relato del Anticristo. 

Soloviev pone estas palabras en boca de su Anticristo:

“Cristo, predicando y practicando en su vida el bien moral fue el reformador de la humanidad, yo en cambio estoy destinado a ser el benefactor de esta misma humanidad, en parte reformada y en parte incorregible. Daré a todos todo cuanto ellos necesiten. Cristo, como moralista, dividió a la humanidad en buenos y malos, pero yo en cambio uniré a todos con los bienes necesarios; tanto para los buenos como para los malos. Seré el verdadero representante de aquel Dios que hace brillar el sol sobre buenos y malos y hace llover sobre justos e injustos. Cristo trajo la espada y yo traeré la paz. Él amenazó a la tierra con el terrible juicio final pero el último juez seré yo, y mi juicio será no sólo de justicia sino de misericordia. En mi juicio habrá también justicia, pero no será una justicia retributiva sino distributiva. Juzgaré a todos y daré a cada uno según sus necesidades”.

El Anticristo es mucho más misericordioso que el mismísimo Jesucristo: ¡Faltaría más! Cristo distinguió entre buenos y malos. Para el Anticristo todos son buenos y todos se salvan. El título del libro que escribe el Anticristo en el relato de Soloviev, y que logra encandilar a todo el mundo, tiene un título sumamente significativo: «El camino abierto a la paz universal y el bienestar». Todo el mundo se postrará ante la Bestia y la adorará.

El Anticristo proclama la paz universal con estas palabras:

“¡Pueblos de la tierra! ¡Mi paz les doy!” Y concluía diciendo: “¡Pueblos de la tierra! ¡Las promesas se han cumplido! La paz eterna y universal ha sido consolidada. Cualquier intento de perturbarla ahora encontrará una insuperable oposición, porque de ahora en adelante se establece en el mundo un poder central más fuerte que cualquier otro (¿No les suena al Nuevo Orden Mundial?), sea éste individual o todos en conjunto. Este poder invencible y capaz de conquistarlo todo me pertenece a mí, el electo Emperador de Europa y comandante de todas sus fuerzas. El derecho internacional ha establecido finalmente las sanciones ausentes por tanto tiempo. ¡De aquí en adelante, ningún país se atreverá a decir ‘Guerra’ cuando yo digo ‘Paz’! ¡Pueblos de la tierra, paz para ustedes!».

El Anticristo sabe que para ser aceptado hace falta agradar al mundo y decirle a cada uno lo que quiere oír. Con el Anticristo se cumplirán las palabras de Jesús: “He venido en el nombre del Padre y no me han recibido: otro vendrá en su propio nombre y vosotros lo aceptaréis” (Jn. 5, 43). La fraternidad universal que predica el Anticristo nada tiene que ver con Cristo. Es más: Cristo estorba para alcanzar esa paz, ese bienestar y esa fraternidad universal: «Cristo trajo la espada y yo traeré la paz».

Seguimos leyendo a Soloviev. Así describe al Anticristo. A ver si les resulta familiar algo:

El nuevo señor del mundo era ante todo un filántropo lleno de misericordia, y no tan sólo un filántropo, sino también un filozoísta. Él mismo era vegetariano (Soloviev no llegó a imaginar el veganismo), y prohibió la vivisección y sometió los mataderos a una severa vigilancia. Favoreció ampliamente a sociedades protectoras de animales. Por encima de estos detalles, lo más importante, fue el firme establecimiento de la más fundamental forma de igualdad para toda la humanidad: la igualdad de la sociedad universal. Esto se realizó en el segundo año de su reinado. Los problemas sociales y económicos fueron resueltos de una vez para siempre. Sin embargo, si el alimento es de primera necesidad para los hambrientos, aquellos saciados demandan algo más. Hasta los animales saciados usualmente no sólo quieren dormir sino también jugar. Tanto más la humanidad, que siempre post panem exige circenses. El Emperador superhombre comprendía aquello que las masas necesitaban.

Soloviev publica su relato en el año 1900: no antes de ayer. 

El anticristo es vegetariano (o incluso, puede que vegano), animalista, ecologista, filántropo, pacifista y llega a ser capaz de alcanzar la paz y el bienestar para todo el mundo. Acaba con las guerras, con el hambre, con las desigualdades… El Anticristo promete el paraíso terrenal, la paz y el bienestar perpetuo. Pero a cambio de renunciar a Cristo. Dirigiéndose a los pocos cristianos que quedaban, les dice con tono triste: 

«¿Qué cosa puedo hacer por vosotros? ¡Extraños hombres! ¿Qué cosa queréis vosotros de mí? No lo sé. Decídmelo vosotros mismos, cristianos abandonados por la mayoría de vuestros hermanos y jefes y condenados por el sentimiento popular; ¿qué cosa es para vosotros lo más valioso en el cristianismo?»

Ante esto el Anciano Juan se levantó como una blanca llama y respondió pausadamente:

“¡Gran Emperador! Para nosotros lo más precioso en el cristianismo es Cristo mismoÉl mismo, ya que todo viene de Él, porque sabemos que en el Verbo encarnado habita toda la plenitud de la Divinidad. Mi señor, nosotros estaríamos prestos para recibir cualquier regalo vuestro si tan sólo reconociéramos que vuestra generosidad proviene de las benditas manos de Cristo. Nuestra cándida respuesta a su pregunta sobre qué puede hacer por nosotros es ésta: confiese ahora y delante de nosotros que Jesucristo es el Hijo de Dios, que se ha hecho carne, que resucitó de entre los muertos y regresará nuevamente; confiese su nombre y nosotros lo recibiremos con amor como precursor de su Segunda Venida gloriosa”.

El Anciano concluyó sus palabras y fijó sus ojos en el rostro del Emperador. Un terrible cambio se produjo en él, algo demoniaco lo estremeció como en aquella noche fatal, perdiendo inmediatamente el dominio interior. Concentró todos sus pensamientos para no perder el propio control y no revelarse a sí mismo antes de tiempo. Realizó un esfuerzo sobrehumano para no lanzarse con furia sobre el Anciano Juan y morderlo con los dientes. De pronto, escuchó una voz familiar: “¡Estáte tranquilo y no temas nada! ¡Silencio!”. Mientras el Anciano Juan continuaba hablando, el gran mago, envuelto en un amplio manto a tres colores que cubría bien la púrpura cardenalicia, parecía manipular algo escondido. Sus ojos fijos centelleaban y sus labios se movían levemente. A través de las ventanas abiertas del templo se divisaba una inmensa nube negra que comenzaba a cubrir el cielo. Pronto, reinó la oscuridad. El Anciano Juan, atónito y asustado, miraba fijamente al silencioso Emperador. Súbitamente, retrocedió aterrorizado y con voz trémula y entrecortada gritó a los suyos: “¡Hijitos! Es el Anticristo”.

Se escuchó el estrépito de un trueno potente y al mismo tiempo, una enorme bola de fuego iluminó el templo y embistió al Anciano. Por un segundo todos quedaron estupefactos y paralizados y cuando los cristianos ensordecidos volvieron en sí, el Anciano Juan yacía muerto.

El Papa Pedro II, con el rostro encendido y temblando de cólera, alzó su báculo contra el Emperador diciendo:

Nuestro único Señor es Jesucristo, el Hijo de Dios vivoY en cuanto a quién eres tú, acabas de escucharlo. ¡Apártate de nosotros, oh Caín fratricida! ¡Apártate pronto, vaso diabólico! Por la autoridad de Cristo, yo, el siervo de los siervos de Cristo, por siempre te expulso de nuestra grey y como un vil perro te envío a tu padre Satanás. ¡Anatema, anatema, anatema!”.

Hay una buena parte de la Iglesia Católica que está dejando de ser católica. Es la iglesia del nuevo paradigma: la iglesia del Anticristo. Y como profetizó Soloviev, esa nueva iglesia es ecologista, pacifista, antimilitarista, filantrópica, animalista (filozoísta) y promueve la paz y el bienestar terrenal de la mano de la ONU y de sus Objetivos de Desarrollo Sostenibles y su Agenda 2030. El Anticristo ofrecerá un mundo feliz. Pero a costa de renunciar a Cristo.

El Anticristo encarna el paradigma del Liberalismo: non serviam. El valor de la persona, para los liberales, es absoluto y superior a cualquier otro valor que podamos encontrar en nuestro entorno, ya sean bienes materiales o espirituales. La persona humana tiene más valor que Dios. La persona humana es dios («seréis como Dios»). El hombre se cree dios hasta el punto de imponer su propia voluntad y sus sentimientos a la mismísima naturaleza y a la realidad. La rebelión contra Dios se convierte en rebelión contra la verdad, contra la moral, contra la ciencia, contra la realidad objetiva de las cosas. La rebelión contra Dios es rebelión contra el Logos, contra la razón, contra lo evidente, contra el sentido común. El Liberalismo está conduciendo al mundo a la iniquidad y a la depravación; y a la Iglesia, a la destrucción. El Liberalismo es la pandemia que está destruyendo la Iglesia desde sus cimientos. Pero non praevalebunt.

Para los que seguimos resistiendo al Anticristo, lo más precioso es Cristo. Todo viene de Él. Cristo es el Ve rbo encarnado y es nuestro único Señor. Y aunque los cristianos estemos siendo abandonados por la mayoría de nuestros hermanos y jefes; y aunque hayamos sido condenados por el sentimiento popular, le repetiremos a los hijos de Satanás lo que Soloviev puso en boca del Papa Pedro II:

«Nuestro único Señor es Jesucristo, el Hijo de Dios vivo»

E

¡Apártense de nosotros, hijos de Caín fratricida! ¡Réprobos, impíos, Hijos de Satanás! ¡Vade retro! 

¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿los peligros?, ¿la espada? Como dice la Escritura: Por tu causa somos muertos todo el día; tratados como ovejas destinadas al matadero.

Pero en todo esto salimos más que vencedores gracias a aquel que nos amó. Pues estoy seguro de que ni la muerte ni la vida ni los ángeles ni los principados ni lo presente ni lo futuro ni las potestades ni la altura ni la profundidad ni otra criatura alguna podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús Señor nuestro.

Nada ni nadie nos separá del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, Señor Nuestro. Aunque los cuatro gatos que quedamos estemos siendo abandonados hasta por nuestros obispos; y condenados y rechazados por la mayoría de nuestros hermanos y por el sentir popular (el consenso de las mayorías). Pero con Dios, nos basta. No necesitamos nada más.

La Iglesia Católica está dejando de ser católica:

«¡Hijitos! Es el Anticristo».

¡Non praevalebunt!

Por PDRO LUIS LLERA.

MADRID, ESPAÑA.

1 DE DICIEMBRE DE 2022.

INFOCATÓLICA.

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