La Iglesia celebra el domingo 6 de marzo el Día de Hispanoamérica. Una jornada para recordar especialmente a los sacerdotes españoles que han salido de sus diócesis de origen para colaborar con la Iglesia católica en Latinoamérica. Estos sacerdotes se agrupan en la Obra para la Cooperación Sacerdotal Hispanoamericana (OCSHA). El lema de este año define su carisma, «Una vida compartida». Los sacerdotes de la OCSHA también hacen posible su tarea a través de la ONG «Misión América».
El presidente de la Pontificia Comisión para América Latina, el cardenal Ouellet ha escrito un mensaje con motivo de la celebración del Día de Hispanoamérica, que reproducimos a continuación:
Saludo fraternalmente a Mons. Francisco Pérez González, presidente de la Comisión Episcopal para las Misiones y Cooperación con las Iglesias, y a todos los sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos españoles que han recibido el llamado para trabajar como misioneros en tierras latinoamericanas. Me uno a todos ustedes en la oración e imploro a la Virgen santa María de Guadalupe, «madre del verdadero Dios por quien se vive» (cf. Nican mopohua, n. 26), los acompañe en su caminar junto al pueblo que se les ofrece como don y en comunión con la Iglesia universal.
El santo padre nos dice, en su Discurso para la Jornada Mundial de los Migrantes 2021, que debemos trabajar para llegar a ser «un nosotros grande como toda la familia humana». Eso es posible, como también nos recuerda el papa Francisco en Fratelli tutti, porque somos «hermanos en la carne» (FT, n. 8). Queridos sacerdotes misioneros que llevan en su corazón el anhelo de anunciar el evangelio en el «continente de la esperanza», sepan que el lema en torno al cual reflexionarán este año, «una vida compartida», sintetiza en una compacta expresión la necesidad de renovar la Iglesia de manera sinodal, es decir, predicando el Evangelio a todos, y simultáneamente, escuchando «el clamor de la tierra y de los pobres» (LS, n. 1). Esta atenta escucha y discernimiento de la misteriosa pero real voz de Dios, lo debemos realizar porque ellos «no son un interlocutor cualquiera a quien hay que convencer, ni siquiera son uno más sentado en una mesa de pares» (QA, n. 26).
Son auténtico llamado del Espíritu que se expresa con diversos lenguajes a través de signos elocuentes. El actual magisterio pontificio nos estimula para atender este desafío misionero convocándonos a la integración de las periferias, que no son solo geográficas y geopolíticas, sino también existenciales. Eso significa que, de una manera u otra, atraviesan la humanidad de cada uno de nosotros. Sabemos que la salida misionera auténtica nunca es el aniquilamiento de lo diverso sino la comunión en la diferencia. Esa es la gran lección que nos deja el «acontecimiento guadalupano».
Por eso mismo, evangelizar es encarnarse en las culturas, utilizar sus lenguajes, signos y mediaciones, para que Jesucristo, «el mismo ayer, hoy, y siempre» (Heb 13, 8), de nuevo abrace todo camino humano. «Esto implica incluir a las periferias» (FT, n. 215), reconociendo que tanto en la piedad popular como en muchas otras manifestaciones religiosas, artísticas y sapienciales existe una enorme riqueza que todos debemos apreciar y valorar. Ese «nosotros grande como toda la familia humana» supone también aprender de nuestras capacidades, de nuestros límites y de nuestro contexto.
En el fondo, toda criatura refleja la imagen de nuestro Dios, uno y trino. Eso nos lleva a reconocer en cada uno, y cada una, un saber y una capacidad de discernimiento evangélico que, in-formado por las virtudes teologales, permite, en primer lugar, que las comunidades que integran los pueblos de América Latina, participen de la unidad que garantiza la gracia trinitaria; y, en segundo lugar, que, con cada gesto de cuidado y solidaridad hacia quienes más lo necesitan —las personas y la casa común—, seamos capaces de reconocer un acto de glorificación a nuestro creador.
La vocación misionera implica necesariamente la vivencia profunda de la comunión, que en su aspecto dinámico, es sinodalidad. Desde la comunión es posible el «caminar juntos» y el «compartir»” verdaderamente evangélico. De este modo, «un estilo de vida con sabor a Evangelio» (FT, n. 1) se torna en el dinamo de la obra misionera. Como en un symbolon, con su misión, se comparten experiencias diversas que dan forma a una misma familia humana y cristiana. Así, una vida compartida que se entrega hasta la cruz será siempre symbolon glorioso del amor hecho carne que hace creíble la fe.
Marc Card. Ouellet, Presidente Pontificia Comisión para América Latina
Misión evangelizadora
Mientras, «A hombros de gigantes» es el título que encabeza el texto del director del secretariado de esta Comisión, José María Calderón Castro, para el Día de Hispanoamérica.
«Estas palabras -explica- son tomadas de un discípulo de Bernardo de Chartres (1070-1130). De forma muy gráfica, Bernardo de Chartres justifica, según recoge este discípulo, la deuda de los hombres con los antepasados. Y es cierto. Todo lo que hoy sabemos es porque los que nos precedieron fueron legando a la ciencia, a la cultura, al arte, a la filosofía… Evidentemente, con ese trampolín, nosotros podemos llegar aún más lejos».
Por eso, estas palabras, resumen lo que este 2022 supone para las misiones. Este año, señala, José Mª Calderón, «vamos a recordar, con entusiasmo y agradecimiento, muchos pasos que se dieron en el pasado, y que han servido para que hoy la Iglesia continúe teniendo la tarea evangelizadora como tarea primordial».
Y es que el 2022 es un año especialmente cargado de efemérides en el campo de las misiones: 400 aniversario de la constitución de la Congregación Propaganda Fide, ahora Congregación para la Evangelización de los Pueblos; 400 años de la canonización de san Francisco de Javier, patrono de las misiones; 200 años del inicio de la Obra de la Propagación de la Fe, impulsora del Domund; 150 años del nacimiento del beato Paolo Manna, fundador de la Pontificia Unión Misional; 100 años de la elevación a la categoría de “Pontificias” de las Obras de Propagación de la Fe, Infancia Misionera y San Pedro Apóstol; o los 100” de la revista Illuminare. Además, el 22 de mayo está prevista la beatificación en Lyon (Francia) de Paulina Jaricot, fundadora de la primera de las Obras.
«Son nombres de personas -concluye el mensaje- con grandes intuiciones, con grandes ambiciones, con un gran amor a la misión… ¡con grandes hombros! Sobre ellos, sobre sus obras y trabajos se apoya hoy la animación misionera que se realiza en el mundo. No es impropio titular este año, tan lleno de centenarios, «A hombros de gigantes», porque lo que la Iglesia es capaz de vivir y crecer hoy, lo hace, sin duda, a costa, también, de lo que han significado estas personas en la historia de la misión».
Datos económicos y número de misioneros
Actualmente hay 177 sacerdotes que han salido de sus diócesis para unirse a la Obra para la Cooperación Sacerdotal Hispanoamericana (OCSHA) en 19 países de América Latina. Perú es el país con mayor número de sacerdotes españoles, 49. Este último año un sacerdote de Madrid ha iniciado su labor pastoral en San José (Costa Rica) y uno de Toledo, en Moyobamba (Perú).
La OCSHA es la institución que agrupa a los sacerdotes españoles que deciden dejar sus diócesis Por eso, esta jornada es una ocasión para recordarles; además de invitar a colaborar con su labor a través de la oración y la ayuda económica. Gracias a estas ayudas el año pasado se recaudaron 58.030,26 euros. De estos, 56.526,26 son aportaciones de las diócesis. Los 1.504,00 euros restantes, se han recaudado de otras donaciones.
Conferencia del Espiscopado Español/Infovaticana