La Hipoteca del próximo Pontificado

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  • En una entrevista con los editores de las revistas jesuitas, publicadas por Civiltà Cattolica, el Papa Francisco reiteró algunos conceptos fuertes de su pontificado, con los que intenta influir incluso en el que está por venir.
  • Uno sobre todo, el tema de la verdad, que en su concepción «historicista», no es objetiva y no es válida para siempre.
  • Una concepción problemática que podría tener muchas consecuencias…

 

La Civiltà Cattolica ha publicado en su último cuaderno el texto de la conversación que Francisco mantuvo el 19 de mayo con los directores de las revistas culturales europeas de los jesuitas. Este es un diálogo que debe ser examinado con mucha atención. Primero, sin embargo, una breve introducción puede ser útil. En este último período, también tras el empeoramiento de las condiciones físicas de Francisco y la cancelación de algunos viajes al extranjero, los observadores han comenzado a hablar de un pontificado dirigido al «fin».

Algunos también han señalado que precisamente porque motus in fine velocior, se dice que Francisco está intensificando sus intervenciones destinadas a condicionar estructuralmente el próximo pontificado para que la Iglesia nunca pueda volver atrás. Una de las principales herramientas de este plan, pero no la única dado que la liturgia es también un frente muy vivo, sería el nombramiento ajustado de cardenales electores de fe bergogliana. Del colegio de cardenales, ahora el 60 por ciento ha sido designado por Francisco.

En ese contexto vino entonces la conversación con los editores de las revistas jesuitas de la que hablábamos. Fue un discurso metodológico en el que Francisco volvió a algunos de los principales criterios de su razonamiento, sobre todo al criterio «la realidad es superior a la idea». El futuro de la Iglesia está condicionado no sólo por los nombramientos, sino también por la aportación de nuevos criterios, para que no haya vuelta atrás, también y sobre todo en la forma de pensar.

El lema «la realidad es mayor que la idea» es ambiguoPuede interpretarse en el sentido de la filosofía y la teología cristianas clásicas como la dependencia de nuestro pensamiento de la realidad, que representa la verdad de nuestro pensar y decir. Es verdad decir lo que es y negar lo que no esSin embargo, también puede entenderse en un sentido existencial, experiencial, histórico, sociológico: los procesos en curso son más importantes que las ideas, porque de ellos surgirían las ideas y no al revés. En mi opinión, Francesco tiene en mente esta segunda versión.

Francisco lo convirtió en el criterio rector de su discurso a los directores el 19 de mayo, aplicándolo sobre todo al tema -muy querido para él- del discernimiento. Dijo que las ideas son abstractas mientras que sólo el discernimiento es real, porque se mide precisamente con la realidad. Por lo tanto, las revistas jesuitas no deben proponer ideas abstractas -«ecuaciones matemáticas, un teorema»- sino experiencias y oportunidades de discernimiento. Fui a buscar el último número de la revista jesuita milanesa «Actualizaciones Sociales» y verifiqué este compromiso. Efectivamente lo es, dice el subtítulo de la revista: “Descubriendo vínculos en un mundo cambiante”. Es decir, para ellos, los jesuitas, los vínculos «se descubren» dentro del proceso, no hay ideas y criterios que antecedan al conocimiento y al discernimiento. Esta es la manera de pensar y hacer que Francisco indicó a las revistas culturales de los jesuitas: «las ideas deben nacer de la experiencia».

Sin embargo, tal enfoque no se sostiene. La luz que produce el discernimiento no puede provenir del discernimiento mismo, sino que debe precederlo. De algo oscuro, necesitado de discernimiento, no puede salir la luz que le permita esclarecer. La razón radica en un principio elemental: nadie se da lo que no tiene. Lo que es oscuro no puede darse a sí mismo luz. El barón de Munchausen no puede tirarse solo de los cabellos hasta el banco. Este principio –nadie se da a sí mismo lo que no tiene– es una aplicación del otro principio, más radical: nada nace de la nada.

En esta conversación con los editores de las revistas jesuitas,Francisco reafirmó una vez más su propia epistemología, es decir, su concepción de la verdad, el conocimiento y la acción. Condenando -en verdad muy toscamente- la idea como abstracta, si no surge del discernimiento de la realidad, indicó su propia concepción de la verdad como algo que surge de una relación  -la verdad como relación ya había sido propuesta por él mismo en el primera entrevista con el padre Spadaro después de la elección e incluso entonces había preocupado a muchos – en un proceso de discernimiento, que se vuelve constitutivo de la emergencia de la verdad, en lugar de ser guiado por ella. Hay muchos elementos para definir esta concepción de la verdad como “historicista”, para la cual, el discernimiento, no es el resultado sino el contexto original (a priori) del que surge la verdad.

La epistemología bergogliana, dicha a su manera con muchas concesiones a una retórica propia tanto espontánea como deliberada, tiene enormes repercusiones en el conjunto de la teología y no sólo en la teología moral, a la que el concepto de discernimiento está más estrechamente ligado. Por poner un ejemplo: la doctrina y la Tradición ya no pueden constituir criterios de discernimiento, porque así se transformarían en ideas abstractas, como «una ecuación matemática o un teorema».

En este punto podemos volver a la breve premisa hecha anteriormente . Admitimos como hipótesis para este ejercicio nuestro que Francisco realmente quiere hacer intervenciones estructurales para que después de él la Iglesia ya no pueda -aunque quiera- volver atrás. Por ejemplo, ya no poder volver al concepto clásico de verdad.

En este caso debería hacer nombramientos en puestos clave -como el colegio cardenalicio- de personas que compartan esta epistemología filosófica y teológica. Ante tal perspectiva, hay poco que decir y mucho que orar.

 

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Por STEFANO FONTANA.

JUEVES 16 DE JUNIO DE 2022.

CIUDAD DEL VATICANO.

LANUOVABQ.

 

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