Los medios occidentales, a pesar de tener su propia retórica, cada vez parecen ser más conscientes del daño que las sanciones antirrusas conllevan para ellos mismos.
Así por ejemplo, un artículo reciente de The Times expone que con el agravamiento de la crisis del coste de la vida en el Reino Unido, las familias con muchos hijos tendrán que gastar más de una cuarta parte de sus ingresos en electricidad a partir del próximo enero. En promedio, según el análisis del diario, «las familias numerosas tendrán que pagar unas 742 libras al mes por el gas y la electricidad, frente a las 246 de enero de 2022».
Según Jenkins, de The Guardian, «la guerra económica contra Rusia es ineficaz» y tiene consecuencias negativas para quienes imponen las sanciones. Se trata de «la política más contraproducente de la historia internacional reciente».
«Los precios mundiales de la energía se disparan, la inflación aumenta, las cadenas de suministro se interrumpen y millones de personas se quedan sin gasolina, alimentos y fertilizantes«, escribe.
Jenkins está convencido de que las sanciones solo han reforzado el poder del presidente ruso, Vladímir Putin, y han fortalecido el rublo. «Y sin embargo, nadie en Occidente se atreve a criticar esta política fracasada«, cuestiona.
La realidad de las sanciones contra Rusia es que implican medidas de represalia: «Gazprom ha reducido el suministro de gas a través del gasoducto Nord Stream 1 en un 80%. Los precios mundiales del petróleo han subido mucho y el flujo de trigo y otros alimentos desde Europa del Este hacia África y Asia prácticamente se ha detenido. Se prevé que la factura del gas en el Reino Unido se triplique en un año».
Los políticos occidentales afirman que quieren llevar la economía rusa «de vuelta a la Edad de Piedra». Pero Jenkins se pregunta si el primer ministro británico, Boris Johnson, ha recibido alguna vez un documento que prevea las posibles consecuencias porque según Jenkins las sanciones solo parecen basarse en el «supuesto neoimperial» de que los países occidentales tienen derecho a imponer el orden en el mundo a su antojo.
La interdependencia de las economías del mundo, considerada durante mucho tiempo como un instrumento de paz, se ha convertido en un arma de guerra. «Criticar las sanciones antirrusas en Occidente es casi un anatema. Los analistas de defensa son tontos en el tema. Y los aspirantes al puesto del primer ministro británico Liz Truss y Rishi Sunak compiten en una retórica beligerante, prometiendo sanciones cada vez más duras. Pero basta solo un poquito de escepticismo en la cuestión de las sanciones para que todos te culpen de tener una posición ‘pro-Putin’ o antiucraniana. Las sanciones son el grito de guerra de la cruzada occidental«, finaliza el columnista.