* Dugin es el filósofo ruso de mayor influencia en Putin y la sociedad pensante rusa.
* Leer íntegramente lo que acaba de exponer, resulta vital para conocer de primera mano, íntegramente, las motivaciones de fondo que apenas dejan traslucir palabras y acciones tanto de Vladimir Putin como del Patriarca ruso en el conflicto con Ucrania.
El XXIV Consejo Mundial del Pueblo Ruso sobre el tema «Ortodoxia y paz en el siglo XXI» se abrió con las intervenciones de personas de gran importancia para Rusia: líderes espirituales, políticos, filósofos y estadistas. Todos enfatizaron la importancia de crear una ideología estatal para la preservación del estado ruso.
Su Santidad el Patriarca Cirilo de Moscú y de todas las Rusias subrayó los peligros del globalismo, que “organiza procesos de integración y unificación debilitando y rompiendo los profundos lazos espirituales entre las personas y entre Dios y el hombre”.
“La globalización no hace que el mundo sea más unido. La unificación externa de estilos de vida en diferentes partes del mundo va acompañada de la alienación de las personas entre sí, la desintegración de comunidades y familias y una pandemia de soledad”, dijo el Primado de la Iglesia Ortodoxa Rusa en su informe a la sesión plenaria.
El primer jefe adjunto de la administración presidencial, Sergei Kiriyenko, leyó el mensaje de Vladimir Putin a los participantes en el Consejo. El Presidente llamó a «preservar nuestros valores espirituales» y también mencionó «la consolidación de la sociedad, porque, al fin y al cabo, esto es lo que nos ayudará a lograr todos nuestros objetivos estratégicos y resistir las presiones externas».
El ministro de Educación, Sergei Kravtsov, señaló que estamos viviendo un momento histórico crítico y estamos entrando en una nueva era de despertar moral.
A continuación presentamos la traducción del discurso de Aleksandr Dugin ante el XXIV Consejo Mundial del Pueblo Ruso sobre el tema «Ortodoxia y paz en el siglo XXI».
¡Bendición, oh mi Señor!
Venerables padres, hermanos y hermanas, estamos, por supuesto, en una guerra muy real.
Esta guerra no es sólo una guerra de ejércitos, de hombres, es también una guerra del espíritu. Esto es muy importante. Podemos decir esto:
- Vemos una confrontación horizontal: nuestro ejército/nuestros oponentes, nosotros contra la OTAN (obviamente no contra Ucrania, no hace falta decirlo),
- Pero hay otra dimensión en esta guerra: la vertical. Es una guerra del Cielo contra el Infierno. Es una guerra de los ejércitos angelicales. Es una guerra del ejército del Arcángel Miguel contra el diablo. Esta dimensión vertical es la ideología, el reino de las ideas. Es el reino del espíritu en el que se desarrolla esta guerra, su sustancia principal. El discurso de nuestro Presidente el 30 de septiembre habló de la naturaleza satánica de la civilización occidental. Esto no es una metáfora.
Hoy el Santo Patriarca [Patriarca Kirill, quien presidió el Congreso], en su espléndido informe, insinuó delicadamente la figura del otro lado, que define, inspira, organiza a nuestros enemigos. Esta figura es muy cercana: no conocemos los tiempos, nadie los conoce, ni siquiera el Hijo del hombre conoce los tiempos del fin, pero podemos intuirlo por las señales, podemos ver cuán cerca están.
En este sentido, es muy importante confrontar una idea. Occidente es una ideología:
El liberalismo, el globalismo, el secularismo y el posthumanismo son ideologías. Este es el reino de las ideas, no el de la materia, los cuerpos y la tecnología. Sobre todo, es una mentira absoluta: es la inversión de las verdaderas proporciones de la mente, de las ideas, de los fundamentos religiosos. Por eso hoy chocan dos ideas, dos ejércitos (porque los ángeles son espíritus y mentes): ángeles y demonios. El campo de batalla es la propia Ucrania.
Por un lado, somos la Santa Rusia, como dice Su Santidad el Patriarca, y nos enfrentamos a las fuerzas del absoluto mal histórico global. Por eso, cada vez más hablamos de Armagedón, del fin de los tiempos y del Apocalipsis. Todo esto está sucediendo bajo nuestros propios ojos. Estamos participando en la última (quizás penúltima, nadie lo sabe) y muy importante batalla. Sin una dimensión espiritual, ideológica e intelectual, no podemos ganar.
Aquí me gustaría llamar la atención sobre un aspecto muy importante: el laicismo, del que habló Su Santidad el Patriarca. El caso es que el enemigo vino a nosotros antes de revelarse como el LGBT, el transhumanismo, esa civilización antihumana abiertamente satánica con la que hoy estamos en guerra. Llegó de manera neutral. Dijo: «dejemos el Cielo, dejemos a Dios en el nombre del hombre, en el nombre de la tierra«. Y muchos le creyeron.
Averroes tenía la idea de dos verdades: la teología se edificaba sobre una verdad, y el estudio del mundo, de la sociedad humana, de la naturaleza, sobre otra verdad autónoma. Entonces surgieron el laicismo y el humanismo y se dijo: “La eternidad está lejos, vivimos en el tiempo”. Y poco a poco, a medida que vivíamos en el tiempo, sólo en lo material humano, tratando de organizar el mundo según principios liberales, comunistas o nacionalistas, nos fuimos alejando cada vez más de Dios, alejándonos cada vez más.
No nos hundíamos en el horizonte: nos hundíamos por debajo del horizonte. Íbamos a las profundidades del infierno. Si no con Dios, con el diablo.
Esto es lo que dice el Evangelio: tu «sí» debe ser «sí», tu «no» debe ser «no». La iglesia calicesa es reprochada por el Señor por ser tibia, ni fria ni caliente. Esta es la mezcla con la que el humanismo, el laicismo, la globalización, el progreso económico, el confort y el capitalismo entraron en nuestro mundo. Dijeron:
«No nos importa Dios, mientras nos dediquemos a las cosas terrenales», y resultó que cuando nos distraíamos de Dios, no tratábamos con cosas terrenales, sino con cosas subterráneas.
Es imposible permanecer en este plano horizontal. Y es imposible vencer contra lo que luchamos hoy, sin la ayuda de Dios. Afirmar esta dimensión vertical, espiritual, celestial, cristiana, profunda, angelical del ser: sin esto no podemos vencer.
Parecemos oponer la normalidad a la patología, pero nunca ganaremos si no tomamos partido por la Verdad, por la plenitud de la enseñanza cristiana, por las enseñanzas religiosas de otras religiones tradicionales, si no tomamos partido por la vertical divina. Esta es la cosa más importante. En consecuencia, la ciencia, la política, la Constitución y la ideología deben basarse en esta vertical. Si la ciencia no se basa en Cristo, en la Verdad, en la moral, ya es diabólica.
No hay nada neutro.
Hay una batalla entre el Cielo y el Infierno. Y somos la Santa Rusia, como dice Su Santidad el Patriarca en su mensaje, con bellas palabras, en la oración que recitamos. Somos la Santa Rusia. Pero, ¿somos tan santos? Mírate, mirémonos. Si no estamos por la Santa Rusia y no vamos hacia la santidad, no prevaleceremos en ella.
por Aleksandr Dugin
Traducción de Lorenzo María Pacini
Aldo María Valli.