Tras año y medio luchando contra un cáncer del que le dijeron que «no iba a durar mucho», Miquel Feliu da testimonio en una entrevista concedida a Javier Navascués de cómo la fe le sostiene en la enfermedad, y a la vez que pide a Dios un milagro dice estar preparado para aceptar su voluntad sea cual sea.
Es de admirar la actitud de Miquel, un joven que lleva año y medio luchando contra la enfermedad. Destaca su fortaleza a nivel humano, pero más todavía su fe y confianza en Dios. Hace dos meses que me puse en contacto con él por si se veía con fuerzas para dar un testimonio de cómo se encuentra en la actualidad. A pesar de la intensidad de sus días ha encontrado la calma para poder responder con serenidad. Aprovecho para pedir oraciones por su curación a todas las personas que lean esta entrevista.
A muchos nos asombra la entereza y la alegría con la que estás afrontando la enfermedad, ¿De dónde te viene realmente la fuerza?
La fuerza la da Dios cuando se necesita, a quien la necesita y como la necesita. Aunque suene raro, Dios me da fuerzas con las cosas concretas que pasan en tu día a día, con los actos de las personas que ves a tu alrededor, y con tus propios actos. Hay muchas veces que veo a Dios detrás de los detalles de mis amigos, de mis amigas, de mi familia, o hasta de desconocidos, que Dios manda en momentos concretos de tu vida para darte las fuerzas que necesitas.
Aunque tu actitud está en las antípodas de la queja y el victimismo, ¿Cuál es el sentido más profundo del dolor y su valor redentor?
Creo que el dolor, si se sabe aceptar bien, llama a ser mejor persona, y digo creo pero realmente lo he visto tantas veces con mis propios ojos, que hasta me atrevería a afirmarlo sin miedo a equivocarme. Pero lo importante está en aceptarlo, aceptar que somos humanos, que sufrimos, que necesitamos ayuda, y es allí donde nos convertimos en mejores personas, y hasta la gente que convive diariamente con el dolor, tiene más facilidad para conseguirlo. En el momento que no aceptamos el dolor nos volvemos personas rencorosas y dolidas y como bien dice una gran película cuando lo único que ves es tu dolor, sea físico mental, emocional o de cualquier tipo, pierdes a Dios de vista.
Dios quiere siempre lo mejor para nosotros, ¿Cuesta entender que lo mejor sea esta enfermedad para ti en la flor de la vida?
Cuesta entenderlo si te fijas solo en el dolor y el sufrimiento. Pero todo el bien que puede haber a raíz de una enfermedad, yo creo que compensa el dolor sufrido. A mí, al menos, me compensa, no seguiría con esta enfermedad si por mi fuera ni 1 segundo más. Pero después cuando ves el bien que hace en ti, y en tu alrededor, pues piensas que algún sentido debe tener. Y desde mi punto de vista, creo que si llega el día en el que me curo, y todo esto pase a un segundo plano, agradeceré para siempre haber pasado esta enfermedad como dices tu “en la flor de la vida». Porque me ha enseñado lo que me gustaba de mí, y lo que tenía que cambiar, las cosas que me importaban, y las que quería priorizar, y me ha enseñado que la vida es corta, y que tenemos que vivir al máximo siempre. Y que mejor momento para darse cuenta de como quieres vivir, que cuando lo estás empezando a hacer.
Cómo deportista que eres tu actitud con la enfermedad es como la de Rafa Nadal, no dar una bola por perdida y luchar cada punto al máximo…
Ya me gustaría poder compararme con Rafa Nadal, pero yo lo hago porque no tengo más remedio, porque por fuerte que suene, es luchar o morir, y en eso si que tengo claro, que no sere yo el que deje de luchar, que hasta que el cuerpo no diga basta, se seguirá intentando hasta el último punto del partido. Hasta que el partido no se acaba no hay nada perdido. Y más teniendo en cuenta que de repente el árbitro (Dios) te puede dar el partido por ganado sin dar más explicaciones.
Aunque mucha gente está rezando por tu curación…y Dios quiera que se produzca…¿En qué medida estás preparado para partir si la curación no llega?
El día que llegas al Hospital, y todo apunta a que no vas a durar mucho, te mentalizas a que vas a morir, y lo aceptas. 1 año y medio después sigo luchando contra todo pronóstico, siempre digo que estoy en el tiempo añadido, y que todo el tiempo que pase es un regalo, lo que no se es si será 1 año más 2 o 80 más. Eso no lo se ni yo, ni mi familia, ni los médicos, eso solo lo sabe Dios. Eso sí, aquí pedimos con fe el milagro de mi curación, pero estamos preparados para abrazar la voluntad de Dios, sea cual sea.
¿Por qué sientes que tu misión es acercar a las personas a Dios?
Por dos cosas, la primera es que, a mí, Dios es lo que me hace feliz, entonces poder acercar a la gente a Dios es el mayor regalo que les puedo dar. Por lo tanto tiene sentido que quiera acercar a la gente a Dios, para que puedan conocerle y sean felices. La segunda es que las últimas palabras de Jesús antes de la ascensión son “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura». Por lo tanto creo que es la misión de todos y cada uno de los cristianos, tengan la edad que tengan, el trabajo que tengan, o más o menos fe…. pero al final predicar el evangelio, y como decía San José María, predicar el Evangelio primero con el ejemplo, y ya después con la palabra.
Has llegado a profundizar en la importancia de sonreír siempre, para hacer felices a los demás y más mérito tiene cuando, a imitación de Santa Teresita, se hace con alguien que no te cae tan bien.
Creo que en eso esta el amor, para mi, un cristiano ha de sustentar su vida sobre 3 cosas. El amor la fe y la oración. Si falta una de las 3, las otras dos no se entienden del todo bien. Por eso mismo, qué importante es amar, y amar es eso, sonreír no hasta cuando cuesta, sonreír sobretodo cuando cuesta. Sonreír a tus padres a tus hermanos o amigos es muy fácil. Pero sonreír a alguien que te ha hecho daño, eso es amor verdadero. Y yo creo que es súper importante amar a todo el mundo, nunca se ama suficiente, ni a suficientes personas.
Y te has dado cuenta de la importancia verdadera del amor a Dios y el amor al prójimo universal, cuando a veces los adolescentes confunden amor con sensualidad…
Creo que el amor es algo demasiado grande como para materializarlo en la sensualidad. El amor es la única cosa que tenemos que no sigue las leyes de la física, y no obedece la teoría de las dimensiones. Se puede amar a alguien que vive a 7000 km o hasta alguien que está muerto, por eso, no debemos confundir la palabra amor, ya que hay pocas cosas comparables con el verdadero amor.
¿Qué diría a las personas, como es mi caso, que tienen miedo a la enfermedad?
Que no le tengan miedo, que nunca la deseen, y que se cuiden bien. Pero que Dios se sirve de la enfermedad para hacer cosas muy grandes. Que nunca hay que tenerle miedo, que hay que desear no tenerla, pero que si llega, hay que luchar hasta el último momento. Ya que eso es una muestra de amor, a los que te quieren. Yo pensaba que la enfermedad podía ser el fin de muchas cosas. Pero desde que estoy enfermo, he conocido a tanta gente que se han vuelto tan importantes para mí que se que si no fuera por la enfermedad habría sido complicado conocerlas. Por eso, no hay que tener miedo, hay que estar abierto al amor, y cuando llegue lo que tenga que llegar, no rendirse nunca.
Por Javier Navascués.
Infocatólica.