La familia se rió ante la cámara y ¡cinco minutos después ocurrió algo terrible! Sus vidas se dividían en un antes y un después. La familia Finney estaba planeando un día maravilloso en Huntington Beach, California. Eugene, su novia y sus dos hijos, Temple, de 10 años, y Turner, de 6, se dirigieron a la playa.
Eugene nada solo lejos de la orilla. De repente, una enorme ola lo golpea y algo parece empezar a arrastrarlo bajo el agua. El hombre está intentando salir nadando. De repente siente un dolor ardiente y cortante en la espalda.
Nunca antes había sentido tanto dolor. Todo sucedió tan de repente.
Fue como si me hubieran dado un látigo en la espalda”, recuerda este padre de dos hijos. De alguna manera, Eugene logra llegar a la orilla.
Papá, ¿por qué tienes la espalda toda ensangrentada?» —pregunta horrorizado el hijito.
Eugene se da cuenta: ¡era un tiburón! Había huellas de sus mordeduras en sus hombros y una herida profunda en su espalda. El joven padre estaba feliz de haber escapado con solo unos pocos rasguños.
Después de unas vacaciones en California, Eugene regresó a trabajar. Las heridas poco a poco comenzaron a sanar, pero el extraño dolor en la espalda, por el contrario, continuó intensificándose, extendiéndose por todo el pecho. Eugene se dirige al médico después de darse cuenta de que el dolor le dificulta dormir.
El hombre temía que su «encuentro» con el tiburón le hubiera causado más daño del que parecía a primera vista. Él tenía razón. El médico descubre un enorme hematoma en el pecho de Eugene y, lo peor de todo, un cáncer de hígado, causado, por supuesto, por otras razones. Al hombre activo y alegre le resultó difícil creerlo.
Afortunadamente, el tumor era operable y Eugene ni siquiera necesitó quimioterapia.
Pero si no fuera por el tiburón, difícilmente habría ido al médico sin enterarse de la enfermedad mortal que crecía en su hígado.
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