La Navidad es una de las fiestas más importantes del cristianismo, ya que conmemora el nacimiento de Jesucristo cada veinticinco de diciembre. La Encarnación de Jesús es el acontecimiento central y culminante de la fe cristiana; Dios se ha hecho hombre sin perder su perfecta divinidad y sin mutilar la naturaleza del mismo. Dios es amor y se ha dado a conocer principalmente en este hecho extraordinario. En eso se manifestó el amor de Dios entre nosotros. “Dios envío a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por Él”.
Todo nacimiento se efectúa a partir de un germen de vida que determina la naturaleza del ser engendrado, el designio divino se torna evidente en este proyecto, pues es una manera más perfecta de salvarnos. Viene como un hermano perfectamente hombre, de la estirpe humana que acude a redimir siendo Dios del mismo germen y sustancia del Padre por su Espíritu.
En la actualidad nadie jamás ha visto ni ha conocido a Dios, pero él ha querido manifestarse a sí mismo. Se manifiesta a través de la fe, que es la única a la que se le concede ver a Dios. La presencia de Cristo en la tierra hace evidente que vivió las mismas necesidades y sufrimientos inherentes a toda la humanidad, excepto en el pecado. Invita a la práctica concreta del bien por el ser humano, dando ejemplo de cómo es necesario vivir, “las palabras conmueven, los ejemplos arrastran”. Estas enseñanzas y ejemplos elevan la esperanza del hombre y lo incitan a una respuesta generosa, por ello, sostengo que el motivo único de la encarnación es la salvación de los hombres.
En efecto, la participación activa de María se manifiesta en la encarnación al aceptar la invitación del espíritu santo, pues ella fue asociada a la obra desde su inicio, hasta el sacrificio redentor por el cual los hombres alcanzan la salvación. Con la encarnación, muerte y resurrección quedó culminada la salvación, de modo que todos podemos ver al Padre en el Hijo movidos por su Espíritu.
Del mismo modo que María, la iglesia da a luz a los hijos de Dios en su seno y son engendrados por la palabra y por la acción del Espíritu Santo. Por tanto, María no es simplemente una fiel servidora de Dios, sino que es el tipo de modelo de lo que vendrá a ser el futuro de la humanidad; sin la encarnación la iglesia no existiría.
Afirmo que la única salvación nos viene de Jesucristo y que para que nazca un hombre Dios ha designado que éste naciera de una mujer, elevando a una dignidad magnánima su figura. Esta Navidad debe culminar con las esperanzas por alcanzar plenitud en la encarnación que permita la unión del hombre con su creador y con la presencia real del Hijo de Dios entre los hombres. Con María, Dios permite la participación de la humanidad en su propia salvación tomándola como prototipo del ser humano y como la sustancia material que dio lugar a que el verbo se hiciera carne, único mediador entre Dios y los hombres, que culminó con la unión más perfecta entre el creador y su criatura, entre lo temporal y lo eterno.
¡LA ENCARNACIÓN ES EL ACONTECIMIENTO CENTRAL DE LA NAVIDAD!