Este último domingo del Adviento, la liturgia de la Iglesia Católica nos invita a contemplar ya el misterio de la Navidad, por ello las lecturas bíblicas que escucharemos nos hablan de los acontecimientos que sucedieron en torno al nacimiento del Hijo de Dios.
Existen varios elementos que nos ayudan a entrar en esta contemplación del nacimiento de Jesús. Se establece en primer lugar una clara relación entre la profecía de Isaías que habla de la “virgen que concebirá y dará a luz un hijo” y la persona de María de Nazareth. María es la mujer escogida por Dios a quien el Señor le dio el privilegio de ser la madre de su Hijo. María y su concepción virginal llevan a plenitud la promesa que Dios había hecho en el pasado. Ella nos ha dado al EMMANUEL, Dios con nosotros.
En segundo lugar la concepción y el nacimiento de Jesús vienen presentados como un prodigio divino. Así se revela en el evangelio que escucharemos este domingo (Mt 1, 18-24): “sucedió que por obra del Espíritu Santo, María estaba esperando un hijo”. Eso significa que la encarnación del Hijo de Dios se llevó a cabo por Dios mismo. La misma presencia y el mensaje del ángel del Señor así también lo manifiestan: “No dudes en recibir en tu casa a María tu esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo”. “El salvará a su pueblo de sus pecados”. El único que puede hacer todo esto es Dios, nadie más.
Un tercer aspecto de esta narración evangélica que escucharemos este domingo, lo constituye la forma como se da a conocer a José este acontecimiento admirable. El ángel del Señor se le aparece en un sueño y le revela todas estas cosas. Debemos recordar que la revelación por medio de sueños, era la forma habitual como Dios se solía comunicar con las personas en mundo bíblico. Así lo revelan muchos pasajes del Antiguo Testamento como es el caso de José el soñador en el libro del Génesis y la vocación y misión de muchos profetas.
Una de las figuras importantes de este domingo lo constituye sin duda san José, el esposo de la virgen María. El evangelio lo define como un hombre justo. El término justo se utiliza en el evangelio para designar a una persona que es observante de la ley del Señor. Por ejemplo se dice en San Lucas que Zacarías e Isabel “eran justos ante Dios y caminaban sin tacha en todos los mandamientos y preceptos del Señor” (Lc 1,6) ; En Mt 27, 19 se dice que Jesús era “justo”. Todo esto no como una característica genérica como pudiese ser la bondad o la humildad, sino como el rasgo dominante de quien temeroso de Dios y observa su voluntad. Porque José es un hombre justo entiende el mensaje del Ángel de Dios y termina haciendo la voluntad de Dios. Es esta justicia la que lo impulsa a proceder así con la virgen María.
De esta manera, se podría establecer una conclusión. En este cuarto domingo de Adviento estamos llamados a contemplar el misterio del nacimiento de Jesús, escuchando la Palabra de Dios para darnos cuenta cómo se van cumpliendo las promesas de Dios. Una forma de llevar a cabo esa contemplación es siendo observantes de los mandamientos de Dios, como San José, que viene presentado como un hombre justo.
Pbro. José Manuel Suazo Reyes
Vocero de la Arquidiócesis de Xalapa