Siempre he estado interesado en todo lo que se refiere al hombre y a la mujer. Reconozco que en estos últimos años se ha hablado sobre la dignidad de la mujer, sus derechos, y agrego también sobre sus deberes en todos los ámbitos de la sociedad. Sin embargo, dichas corrientes, posturas e ideologías de pensamiento no siempre coinciden con la finalidad genuina de la promoción de la mujer, pues en el trasfondo traen aparejada la confrontación de los dos sexos: “la guerra sucia del poder”.
Los abusos de poder, el maltrato, la discriminación, entre otros aspectos de la realidad en contra de la mujer, justifican la “guerra por ser liberadas” y se plantea así una estrategia de poder. A la mujer se le incita al empoderamiento, a la autosuficiencia y a la independencia, provocando con ello una rivalidad entre ambos sexos, además de una confusa degradación de la familia, en lugar de la complementariedad entre ambos: la ayuda mutua.
Esta tendencia impulsada por diferentes Organizaciones como la ONU, la OMS, el Centro virtual de conocimiento para poner fin a la violencia contra las mujeres y niñas; la fundación Isis Internacional, Presupuesto y Género en América Latina y el Caribe, entre otros más organismos, pretenden favorecer la perspectiva igualitaria de la mujer, aunque, a su vez, la tendencia se coloca en el contexto de la cuestión femenina por liberarse de su condicionamiento biológico para no “depender” o necesitar del sexo opuesto, pero, en efecto, ¡esto tiene múltiples consecuencias!
Reflexiono y me pregunto, ante esta corriente de pensamiento que trae confrontación entre ambos sexos y otras cosas más, si no será mejor llevar a cabo una colaboración activa entre el hombre y la mujer, en lugar de entrar en el juego de la igualdad de género, con la cual se reconozcan las diferentes riquezas que existen de cada uno de ellos, entre el varón y la mujer.
Se trata de la ayuda mutua, de la complementariedad y, por ende, de formar familias entre un hombre y una mujer que continúen con los hijos. El hombre y la mujer son personas con igualdad de dignidad; ambos son protagonistas de la historia. Las mentes maléficas pretenden acabar, confrontar a la humanidad y degradar la naturaleza biológica de cada ser humano; lo que les interesa es el poder, la riqueza y el control.
Al analizar el problema inherente a la relación de los sexos, hace falta cambiar los corazones y buscar la salida que permita eliminar esta corriente maliciosa que por encima parece buena, pero en el fondo, la raíz es perversa. Medito en consecuencia de la unión entre el hombre y la mujer; el papel de la mujer es insustituible en los aspectos de vida familiar, social, empresarial, política y demás. Implica a las relaciones humanas y el cuidado de los detalles que, seguramente, al hombre se le pasan, algo así como el toque mágico que da sentido y vida en donde se desempeña la mujer, pero no solo es eso; la mujer es ejecutiva, directiva, gerente con una creatividad y emprendedora, sin embargo, no se puede olvidar que la combinación entre los dos, mujer y hombre, da armonía en todo lo que se realiza.
La complementariedad entre el hombre y la mujer es ineludible, Dios da igualdad en la dignidad, pero ambos son diferentes y complementarios. Solo la mujer puede procrear hijos en su vientre con la semilla del hombre; son complementarios uno del otro y ello genera armonía en la sociedad. Por supuesto, esto depende en parte de la manera en la cual asuman su complementariedad, la responsabilidad y el apoyo mutuo.
¡El arco es a la flecha como el hombre es a la mujer! el hombre y la mujer son parte intrínseca de la dimensión social del ser humano, complementarios para siempre.