La alianza de los ancianos y los niños salvará a la familia humana, dice Francisco

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Es doloroso -y dañino- ver que las edades de la vida se conciben como mundos separados, tasksendo entre sí, tratando de vivir unos a expensas de los otros. 

Resumen de la catequesis:

Queridos hermanos y hermanas:
Hoy en la catequesis reflexionamos sobre un sueño profético narrado en el libro de Daniel.
Los diversos símbolos nos hacen ver la relación entre la teofanía ―manifestación de la divinidad― y el ciclo de la vida. Dios es Señor del tiempo y de la historia. 

Por un lado, se nos presenta la imagen de un Dios antiguo, particularmente cuando habla de sus cabellos que eran como pura lana; y, por otro lado, vemos su fuerza y ​​su belleza, representadas en el fuego. Estamos delante del misterio de la eternidad de Dios: conviven lo antiguo y lo nuevo.


Por eso, el testimio de los ancianos es un auténtico don, una bendición para los niños. La alianza de los mayores con los más pequeños salvará a la familia humana. Las etapas de la vida no son mundos separados que compiten entre sí, hasta más bien son una alianza que une pasado, presente y futuro, animando a la humanidad fuerza y ​​belleza.


Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Pidamos la intercesión de la Bienaventurada Virgen María, Asunta a los cielos, para que siempre podamos contemplar el misterio de la vida y de la muerte con ojos de eternidad. Que Dios los bendiga. Muchas gracias.

Versión ampliada, sin las improvisaciones papales:

El Papa Francisco, continuando con la catequesis sobre la vejez, se centra en la meditación sobre el tema:


Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Las palabras del sueño profético de Daniel, que hemos escuchado, evocan una visión de Dios misteriosa y luminosa. 

Se retoma al comienzo del libro del Apocalipsis y se refiere a Jesús Resucitado, que se aparece al Vidente como Mesías, Sacerdote y Rey, eterno, omnisciente e inmutable (1,12-15). Pone la mano sobre el hombro del Vidente y lo tranquiliza:

«¡No tengas miedo! Yo soy el Primero y el Último, y el Viviente. estuve muerto, pero ahora vivo para siempre” (vv. 17-18). 

Desaparece así la última barrera de miedo y angustia que siempre ha suscitado la teofanía: el Viviente nos tranquiliza, nos da seguridad. Él también está muerto, pero ahora ocupa el lugar que le está destinado: el del Primero y el Último.En este entrelazamiento de símbolos 

(…) hay un aspecto que tal vez nos ayude a comprender mejor el vínculo de esta teofanía 

(…) com el ciclo de vida, el tiempo de la historia, el señorío de Dios sobre el mundo creado .Y este aspecto sostiene que ver precisamente con la vejez.33 

(…)
La visión comunica una impresión de vigor y fuerza, nobleza, belleza y encanto.El vestido, los ojos, la voz, los pies, todo es espléndido. 

(…) Sin embargo, su cabello es blanco: como la lana, como la nieve. Como las de un anciano.El término bíblico más común para los ancianos es «zaqen»: de «zaqan», que significa «barba». El cabello blanco es el viejo símbolo de un tiempo muy largo, de un pasado inmemorial, de una existencia eterna. No hay que desmitificarlo todo con niños: la imagen de un Dios anciano con el cabello blanco no es un símbolo aburrido, es una imagen bíblica, noble y hasta tierna. La figura que en el Apocalipsis se encuentra entre los candelabros de oro se superpone al «Anciano de Días» de la profecía de Daniel. Es tan antiguo como la humanidad entera, e incluyendo más. Es viejo y nuevo como la eternidad de Dios 

(…)
En las Iglesias orientales, la fiesta del Encuentro con el Señor, que se celebra el 2 de febrero, es una de las grandes fiestas del año litúrgico. Destaca el encuentro 

(…) entre la humanidad, representado por los ancianos Simeón y Ana, con Cristo el Señor, el Hijo eterno de Dios hecho hombre.Uno de sus bellos iconos se puede admirar en Roma en los mosaicos de Santa María en Trastevere.La liturgia bizantina reza con Simeón: «Éste es el que nació de la Virgen: es el Verbo, Dios de Dios, el que se encarnó por nosotros y salvó al hombre».Y prosigue: «Que se abra hoy la puerta del cielo: el Verbo eterno del Padre, asumiendo un principio temporal, sin salir de su divinidad, es presentado por su voluntad al templo de la Ley por la Virgen Madre y el anciano el hombre lo toma en sus brazos». Estas palabras expresan la profesión de fe de los cuatro primeros Concilios Ecuménicos, que son sagradas para todas las Iglesias. Pero el gesto de Simeón es también el icono más hermoso para la vocación especial de la vejez: 

(…) to present a los hijos que vienen al mundo como un don ininterrumpido de Dios, sabiendo que uno de ellos es el Hijo engendrado en la intimidad igual que Dios, antes de todas las edades.La vejez, en su camino hacia un mundo en el que el amor que Dios ha puesto en la Creación puede finalmente irradiar sin obstáculos, debe hacer este gesto de Simeón y Ana, antes de su partida. La vejez debe testimoniar 

(…) a los hijos su bendición: consiste en su iniciación -bella y difícil- en el misterio de un destino de vida que nadie puede aniquilar. Ni siquiera la muerte.El testimonio de los ancianos es creíble para los niños: los jóvenes y los adultos no son capaces de hacerlo tan auténtico, tan tierno, tan conmovedor, como lo pueden hacer los ancianos. Cuando el anciano bendice la vida que viene a su encuentro, dejando de lado todo rencor por la vida que se va, es irresistible.El testimonio de los ancianos une las edades de la vida y las mismas dimensiones del tiempo: pasado, presente y futuro. 

(…) Es doloroso -y dañino- ver que las edades de la vida se conciben como mundos separados, tareas entre sí, tratando de vivir unos a expensas del otro. 

(…)
La humanidad es antigua, muy antigua, si miramos la hora del reloj. Pero el Hijo de Dios, que nació de una mujer, es el Primero y el Último de todos los tiempos. Significa que nadie cae fuera de su generación eterna, de su fuerza espléndida, de su proximidad amorosa.El pacto de los ancianos y los niños salvará a la familia humana. 

(…)¿Podríamos devolver a los niños, que deben aprender a nacer, el tierno testimonio de los ancianos que posen la sabiduría de morir? Esta humanidad, que con todo su progreso nos parece un adolescente nacido ayer, ¿será capaz de recuperar la gracia de una vejez que guarda firmas el horizonte de nuestro destino? La muerte es ciertamente un paso difícil en la vida 

(…) : pero también el pasaje que cierra el tiempo de la incertidumbre y tira el reloj. 

(…) Porque la belleza de la vida, que ya no caduca, empieza ahora mismo. 

(Este texto será actuaiizado, a la espera de la versión definitiva, completa, con las improvisaciones del Papa).

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