La alegría del adviento

Pbro. José Manuel Suazo Reyes
Pbro. José Manuel Suazo Reyes

Hemos llegado al tercer domingo de Adviento, conocido en la liturgia católica como el domingo de la ALEGRÍA. En la corona de adviento, este domingo se representa con el cirio color rosa. Se nos invita a estar alegres porque estamos muy próximos a celebrar la santa Navidad.
La palabra de Dios que escucharemos este día nos explica cuál es el motivo de esta actitud. “Que se le alegre el desierto y se cubra de flores… que se alegre y dé gritos de júbilo… he aquí que su Dios viene ya para salvarlos (Is 35, 1-6). El motivo que alegra a las personas es la llegada del salvador. Efectivamente nos encontramos ya a unas semanas de la celebración del nacimiento de Jesús. Él es nuestro salvador, nos estamos preparando para recibirlo. Esta es la razón por la que debemos estar siempre alegres como lo dice también el apóstol Pablo. “Estén siempre alegres en el Señor. El Señor está cerca” (Flp 4, 4.5).

La llegada de Jesús por lo tanto es motivo de alegría para todos los que creemos en él y la forma de recibirlo es haciendo un examen de conciencia serio sobre nuestras vidas, convertirnos de nuestros pecados, entrando en un proceso de acercamiento a Dios mediante la oración y la práctica de las buenas obras.

Por otra parte, en este domingo el evangelio (Mt 11, 2-11) nos presenta la figura de Juan Bautista que en labios de Jesús viene presentado con una triple fisonomía: Juan es un gran profeta, es el precursor del Mesías y es un personaje de una gran estatura espiritual.

Por ser un profeta Juan habla en nombre de Dios, es decir las palabras y los mensajes que transmite pertenecen a aquel que lo envió. Como todo profeta, él sólo dice y pronuncia lo que Dios le ha revelado. La fuente de los discursos de Juan Bautista es Dios mismo. De ahí que sea una persona que tenía autoridad y era seguido por muchos discípulos. Por ello el Bautista llama a la conversión, denuncia la religiosidad vacía e invita a volver los pasos hacia Dios.

Como precursor del Mesías, Juan el Bautista lleva a su plenitud las profecías del Antiguo Testamento. A él toca prepararle un camino al Señor. Él el la voz del que clama en el desierto: “preparen el camino del Señor, hagan rectos sus senderos”. Juan Bautista es quien identifica a Jesús como Mesías cuando lo presenta a sus discípulos: “Este es el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. Juan Bautista tuvo el privilegio de preparar a Jesús el pueblo de Dios.

Por último, Jesús presenta a Juan el Bautista como alguien de una gran estatura espiritual, en efecto, Jesús dice de él: “yo les aseguro que no ha nacido entre los hijos de una mujer, ninguno más grande que Juan el Bautista. Jesús había descrito en el mismo evangelio qué es lo que hace grande a una persona. El más grande en el reino de los cielos es quien sirve. Juan va a la cárcel siendo inocente, se encuentra ahí por poner su persona y su ministerio al servicio de la verdad y la justicia. El denunció los malos comportamientos y las cosas indebidas. Este servicio a la verdad y a la profecía lo pagará con su propia vida. De ahí su gran estatura espiritual.

En este tercer domingo de adviento estamos llamados a vivir con alegría nuestro servicio a los demás. Que nada ni nadie nos robe esa posibilidad. Ayudar a los demás será siempre un privilegio por el que nos volvemos colaboradores con la misericordia de Dios.

Pbro. José Manuel Suazo Reyes
Vocero de la Arquidiócesis de Xalapa

Comparte:
Párroco en San Miguel Arcángel, Perote, Veracruz.