Que el ‘performance’ de Puigdemont nos ha dejado en ridículo a los españoles es una obviedad. Se ha reído del Estado de Derecho. Los Mossos d’Esquadra honestos se sienten humillados por el ridículo. La imagen exterior de España ha caído varios enteros. ¿Que la policía española no es capaz de detener a un prófugo delante de sus narices y se permite dar un mitin retransmitido por televisión? Áteme esa mosca por el rabo…
Ahora toca explicar qué ha pasado. Lo que es seguro es que no ha sido un fallo. En todo caso, muchos y concatenados. El primero, político: la decisión del gobierno de que el CNI no monitoreara a Puigdemont. Sería lo lógico en términos de seguridad nacional; ¿cómo no íbamos a monitorear a quien ha hecho una declaración unilateral de independencia, anuncia que lo volverá a hacer y está huído de la Justicia en Francia y Bélgica gracias a la deslealtad de nuestros socios europeos? Pero, claro, en términos políticos es incomprensible que Inteligencia investigue mientras los políticos negocian y pactan una investidura, unos presupuestos y una legislatura. Dónde, cómo y lo que quiera el prófugo. Pues ya estaría: CNI fuera.
Segundo error: pactar con Puigdemont. Hay quien sostiene que el pacto consistía en que le permitían su minuto de gloria en el mitin y luego le detenían en las puertas del Parlament a donde supuestamente iba a acudir con la intención de reventar la sesión de investidura de Illa. Pero ese pacto presupone que Puigdemont va a cumplir con su palabra. Y eso es tan naif como confiar la seguridad del 1 de octubre a alguien tan desleal como Trapero.
No se puede poner al zorro a cuidar las gallinas. Y eso es exactamente lo que ha ocurrido. Por ingenuidad o por connivencia. En todo caso, alguien tiene que asumir responsabilidades. Y ese alguien no puede ser el último mosso que custodió a Puigdemont en su mitin.
Porque había cerca de 300 agentes alrededor del mitin. Y ninguno hizo nada. ¿Quién dio la orden de pasividad? Otrosi: ¿quién decidió pactar con el prófugo? Con los delincuentes nunca se pacta. Porque la autoridad que no se ejerce, se desestigia. Otra cosa es que se decidiera de manera no pactada que el prófugo tuviera su minuto de gloria. Y es posible que dicha decisión fuera filtrada. Y es probable que dicha filtración fuera conocida. Y regresamos a algo muy parecido a un pacto implícito. Si lo hubo, habrá que dar explicaciones.
HazteOir ya inició acciones legales contra el jefe de los Mossos, el consejero del Interior y contra Grande-Marlaska. Por su parte, Llarena ha pedido explicaciones de lo sucedido. Y de las conclusiones se derivarán consecuencias. Porque no detener a un delincuente que tiene una orden de detención conlleva inhabilitación. Y de momento, el ‘marrón’ -como siempre- se lo han comido los números, no las ‘letras’…
El anzuelo del pescador
Puigdemont, fuera del Estado. Dice el abogado del prófugo que Puigdemont está “fuera del Estado”. Curiosa fórmula nacionalista para esquivar el término “España”. Lo que quizás desconocen es que el Estado es un ente político-administrativo. Pero España es mucho más grande. Podría estar en la playa de Castelldefels y no estar en el Estado. Porque la playa no es Estado; es España. De nada.
Subidón de IRPF por el concierto catalán. Los inspectores de Hacienda advierten que si se llegara a aprobar el llamado “concierto catalán” sería necesario elevar el IRPF en cerca de un 30%. ¡Que se lo expliquen a los contribuyentes! La investidura de Illa va a resultar la más cara de la historia.
Premio a los Mossos. El acuerdo PSC-ERC incluye un premio a los Mossos de 1600 millones. Obvio que el dinero nunca molesta pero haber colocado a la policía autonómico en el hazmerreir mundial es mucho más caro. Y por cierto, ¿para cuándo cumplir con la equiparación salarial de policías y guardias?