Juegos Olímpicos, bazofia inaugural

Editorial ACN Nº126

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Halagos, alabanzas, loas, estruendo… discursos y discursos que dieron rienda a una letanía y aplausos a la ceremonia inaugural de los juegos olímpicos de París 2024.

La fiesta deportiva mundial, inaugurada en la capital de Francia, fue un despliegue de tecnología que hizo de la urbe, un teatro de luz y sonido dejando al mundo boquiabierto, es cierto. El pebetero olímpico fue innovador y la llama que representa los juegos de paz y concordia, será vista en toda la ciudad luz. El río Sena, cuya historia es la misma que la de París, fue la “pista” en la que desfilaron los cientos de delegaciones. Todos fueron parte de estos momentos sin necesidad de boleto.

Pero lo que pudo ser una fastuosa inauguración, pronto dejó ver las intenciones que, en nombre de la tolerancia y de la inclusión, se convirtió en un teatro de obscenidades que están sumiendo a occidente en el caos y la perversión, en la degradación y desenfreno.

Parodias de mujeres barbudas, hombres disfrazados de quimeras, niños conviviendo con homosexuales, drag queens parodiando escenas de santidad para corromper su significado, una escena triste, burlesca e insana de la última Cena donde una mujer gorda ataviada con una corona, simula un corazón con las manos usurpando la imagen de Cristo en la obra de Da Vinci…

Muchos gritaron lo visto en televisión y redes era conexo al espíritu del olimpismo y la justa deportiva. Pero la realidad refleja la profunda decadencia que, en nombre de la tolerancia, hacen los intolerantes. Su orgullo ha resultado de las peores perfidias vistas en el siglo XXI y conllevan un peligro que muchos pretenden ignorar o convenientemente pretenden disimular, el eclipse de la civilización y la muerte del orden para dar paso al caos soterrado.

Lo de la inauguración de París 2024 no fue un espectáculo inocente. Fue un desfile indecente. Y no es un juicio religioso, de derechas o piadoso. La más profunda corrupción, justificada en nombre de la igualdad, libertad y fraternidad, es una burla al espíritu humano. El ser humano se rebaja a la calidad de animal y lo animal se pretende humanizar de manera deformada. ¿Quién en su sano juicio puede decir que el homosexualismo es un valor? ¿Quién podría aplaudir teatralidades depravadas para honrar el libertinaje sexual corruptor? ¿Cómo inclinarse ante escenas paganas que ridiculizan al ser humano?

Por eso, la Conferencia de obispos franceses reconocieron, con dolor, que este espectáculo inaugural fue la demostración en la que ha caído el mundo moderno. «Esperamos que comprendan que la celebración olímpica va mucho más allá de los prejuicios ideológicos de unos pocos artistas…” dicen los prelados galos. Efectivamente, París 2024 cayó en el prejuicio manipulador de las ideologías envilecedoras para sumir a los Juegos Olímpicos en una bazofia inaugural que insultó a millones de seres humanos en el orbe entero.

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