La agencia de noticias kazaja, Kazinform , publica hoy fotos de la llegada del Papa Juan Pablo II a Kazajstán el 22 de septiembre de 2001.
El Papa Wojtyla estuvo en esta república estratégica asiática del 22 al 25 de septiembre de 2001 en un momento muy particular: habían pasado unos días desde el atentado del 11 de septiembre en las Torres Gemelas de Nueva York. Aunque el Pontífice ya estaba cansado y gravemente enfermo, desarrolló un intenso programa con 16 discursos y actos primero en Kazajstán y luego en Armenia.
El breve artículo de La Repubblica, recuerda hoy IlSismografo, que proponemos a continuación habla de la llegada de Juan Pablo II a Kazajstán y sigue siendo de gran actualidad debido a las similitudes de muchas situaciones entre ahora y 2001:
El Papa invoca la paz. «No uses armas».
No a las armas, sí al diálogo. Una vez más Juan Pablo II dedica sus palabras a advertir al mundo sobre los riesgos de una guerra. El Papa habla desde Kazajstán, desde ese Asia Central que hoy más que nunca se ha convertido en un hervidero de conflictos. Y sus pensamientos están dedicados a la crisis internacional abierta por los atentados del 11 de septiembre en Nueva York y Washington.
“Las disputas deben resolverse con negociaciones y diálogo, no con armas”, dice el Papa en ruso, sin hacer referencias explícitas a los ataques a Estados Unidos. Pero es en esa clave que debe leerse su advertencia. Incluso en la extraordinaria gravedad de la situación, Karol Wojtyla no renuncia a poner su autoridad sobre el terreno para evitar el peligro de una nueva guerra. Y llama a la diplomacia para aislar y derrotar la amenaza terrorista.
El Papa aterrizó en Astana a las 19.30 horas (mientras que en Italia eran las 14.30 horas).En el aeropuerto le dieron la bienvenida el presidente kazajo, Nursultan Nazarbaiev, el viceprimer ministro Imangalì Tasmagambetov, el alcalde de la capital, el arzobispo católico Tomasz Peta, y el Gran Muftí, jefe de la comunidad islámica del país.
Juan Pablo II descendió lentamente la escalera, y luego de los saludos de costumbre, escuchó los himnos nacionales con las autoridades locales.
La acogida que le brindó la ex república soviética fue calurosa y afectuosa. A su llegada, cientos de niños y niñas se alinearon con vestimentas tradicionales de colores para saludarlo: blanco, rosa, rojo, azul, verde y amarillo con adornos dorados. Cada uno ondeaba bufandas amarillas y rosas, y tocados con colgantes de plata y oro.Una fiesta que premiaba el esfuerzo del Papa, que, a pesar de su cansancio, no ha querido renunciar a esta visita oficial.