* Palabras del cardenal Pell, de su última homilía, que hoy divulgamos, en el día de su funeral.
* Fue pronunciada el pasado sábado 7 de enero en San Giovanni Rotondo, en el centro de espiritualidad Padre Pío, con motivo de la XX conferencia general de la Comunidad Magnificat Dominum, comunidad carismática católica, nacida en Foggia, en 1984, por un grupo de fieles laicos, en la parroquia de Sant’Alfonso Maria de’ Liguori.
Los creyentes conocemos bien las bendiciones que hemos recibido en Jesucristo, sabemos que “El pueblo que habitaba en tinieblas vio una gran luz y que para los que habitaban en regiones de sombra de muerte, una luz resplandeció” Isaías 9.1.
Conocemos la llamada de Jesús, a través del Bautista, a la conversión: «Arrepentíos porque el reino de Dios está cerca» (Mt 4,17), pero también nosotros, los católicos ancianos, o más bien los adultos, somos bienaventurados porque hemos vivido, en casi cuarenta años, la época de Juan Pablo II y el Papa Benedicto XVI. Estos años han sido pináculo a lo largo de la historia.
- El papado de Juan Pablo II, uno de los papas más grandes de la historia de la iglesia, no sólo por su papel en el derrumbe del comunismo, sino también para todo el mundo occidental porque, tras el Concilio Vaticano II, iglesias en Holanda y Bélgica colapsaron radicalmente, con el peligro de que este colapso pudiera ser aún más extenso.
Creo que Juan Pablo de alguna manera estabilizó la iglesia en el mundo occidental; por todo ello, en estos días no estamos celebrando el final de una era sino la contribución de estos dos grandes Papas. Creemos que esta tradición debe continuar en la iglesia del mañana: no es que esta sea la única condición, no debe ser un monopolio, de hecho, hay muchas otras buenas condiciones, pero esta ha dado una contribución especial a toda la iglesia. y, sobre todo, a los jóvenes.
De hecho, muchos jóvenes siguieron al Papa Juan Pablo II y al Papa Benedicto XVI
¿Cuáles son los elementos de esta herencia de Wojtyla y Ratzinger?
1) Eran verdaderos cristianos: entendieron que el secreto de la vida y de la muerte está presente en la vida y enseñanza de Jesucristo. Eran misioneros de la verdad: no construimos la verdad, no tenemos la capacidad de cambiar la verdad; solo podemos reconocer la verdad, ya veces la verdad no es tan bonita. A veces la verdad es desconcertante, difícil. Estos dos papas no afirmaron que la enseñanza de Jesús estuviera condicionada por la época, por el Imperio Romano, por los paganos; no pretendieron que la enseñanza esencial y central debiera ser actualizada, cambiada radicalmente; aceptaron la enseñanza de Jesús tal como nos ha llegado. En cuanto a ellos, también para nosotros, Jesús sigue siendo el camino, la verdad y la vida.
2) Eran optimistas: creían que las comunidades cristianas y la enseñanza de Jesús son una gran ayuda para vivir bien; Jesús no vino entre nosotros para hacernos sufrir y ellos sólo creían en la virtud cristiana de la esperanza.
El escritor inglés Gilbert K. Chesterton escribe: «La virtud de la esperanza sólo es posible cuando no hay esperanza humana«. Estos dos papas no creían esto, porque el mundo es mejor, sin embargo, cuando seguimos la enseñanza de Jesús, las familias se mantienen unidas, son más felices, las comunidades son mejores, siguen la ley y en un mundo cristiano las familias son estables, jóvenes. las personas son menos frágiles, son más fuertes espiritual y psicológicamente.
Como cristianos, tenemos algo bueno que ofrecer al mundo: la cruz no es demasiado pesada. Nosotros, que somos cristianos, sabemos que debemos amarnos unos a otros, debemos seguir los preceptos que dio Jesús. “Quien guarda sus mandamientos permanece en Dios y Dios en él”. (1Jn 3,23)
Había un filósofo inglés ateo que decía que los 10 mandamientos son como un examen final, basta para poder vivir bien 6 de 10: pero no, hay que intentar cumplirlos todos. Sabemos que nuestra vida es una lucha contra el egoísmo; estos dos papas vivieron durante los años de la Segunda Guerra Mundial, Wojtyla vivió el comunismo; entendieron la importancia de combatir nuestro egoísmo; sabían distinguir entre el espíritu de verdad y el espíritu de error.
3) Comprendieron la importancia de los sacramentos y, especialmente, de la Eucaristía. La Eucaristía no es sólo una celebración horizontal sino que es un acto de oración, de adoración; como esta mañana, cuando comenzamos con la oración poniendo a Dios en el centro: debe ser así, porque Dios es trascendente, fuera de toda nuestra experiencia, fuera de nuestro mundo; la dimensión vertical de la religión es esencial.
4) Comprendieron el papel del sucesor de Pedro en la vida de la Iglesia Católica; los católicos debemos recordar que la unidad universal de la Iglesia no es algo que se pueda dar por sentado o fácil. Es un regalo muy preciado que debemos tener cuidado de conservar para no dañarlo. Vosotras comunidades carismáticas debéis comprender la necesidad de mantener la unidad. La enseñanza para todo hombre la encontramos escrita en el capítulo 16 de Mateo y en Juan 21. Pedro es el hombre de roca, el fundamento de la iglesia: su tarea es proteger y defender la doctrina apostólica. Estos dos papas entendieron bien que no somos los maestros de la doctrina apostólica, somos los defensores, servimos y respetamos esta preciosa regla de fe.
También todos los católicos, de cualquier edad, en todo el mundo, tienen derecho a recibir la misma enseñanza que Jesús y los apóstoles dieron en los primeros años del cristianismo: esta es la doctrina católica. Ambos Papas fueron hombres valientes, pero al mismo tiempo prudentes: hay un tiempo para hablar y un tiempo para callar, pero el coraje es siempre esencial. Uno podría pensar que, en el futuro, puede haber papas de Asia o África.
Estos dos papas fueron, en cambio, europeos, ejemplos de hombres profundamente conocedores de la alta cultura del mundo occidental; conocían bien la teología y la filosofía de la iglesia y tenían una gran capacidad de diálogo con los mejores ateos del mundo actual: esto es importante y útil. Ambos entendieron la importancia de la iglesia para todos nosotros ayudar a los que sufren, a los enfermos, a los atormentados, a los poseídos, a los epilépticos, a los paralíticos, a los cojos física y espiritualmente, esa es la tarea de la iglesia: Caritas in veritate. Damos gracias a Dios por estos dos papas y rezamos para que su legado continúe en el futuro.
Cardenal GEORGE PELL.
SÁBADO 7 DE ENERO DE 2023.
SIR.