En el Evangelio de este domingo, Jesús hace a sus discípulos dos preguntas. La primera tiene que ver con lo que la gente piensa de Él. ¿Quién dice la gente que soy yo? Las respuestas son variadas. Desde que es el profeta Elías que ha vuelto, Juan el Bautista que ha resucitado o alguno de los profetas.
Lo mismo ahora, si preguntamos a la gente qué opina de Jesús, nos encontraremos con un sin fin de respuestas, desde las más absurdas hasta las que pueden ser correctas. Pero en realidad a Jesús no le interesa lo que la gente opine de Él, sino que su interés está en la segunda pregunta, la que hace a sus discípulos, “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”
Hoy Jesús te hace a ti esa pregunta fundamental, “¿Quién soy yo para ti? ¿Qué significo en tu vida? ¿Qué parte ocupo en tu corazón, en tus pensamientos, en tu tiempo?” De esta respuesta depende nuestra fe. Jesús no es un concepto, no es solo una doctrina o una serie de creencias. Jesús es una persona, es Dios verdadero que ha muerto y resucitado por ti. Jesús es tu Señor, es decir, el Dios que ocupa toda tu vida y al que buscas someter libremente y con amor tu voluntad mediante la obediencia a sus mandatos.
Jesús es el Señor, solo si lo ves como tu Dios, al que amas sobre todas las cosas, sobre todas las personas, incluso lo amas más que a ti mismo. Quien ha entendido esto ha sido capaz de dar la vida por su fe porque Jesús vale más que la vida, más que la familia, más que todos los bienes y las cosas del mundo.
“Y tú, ¿quién dices que soy yo?” Jesús te hace esta pregunta de una manera muy directa, no evadas la respuesta, piénsalo en tu corazón, con honestidad, y di lo que Él es para ti, lo que su persona significa en tu vida. Solo Dios que nos ha dado todo tiene el derecho a pedirnos todo y lo que Él pide es que lo ames con todo el corazón porque si lo amas a Él, entonces podrás amar verdaderamente a los demás sin el filtro de tu egoísmo.
Si lo amas a Él sobre todas las cosas, podrás relacionarte adecuadamente con las cosas, entenderás que son medios más no fines. Si lo amas a Él primero, descubrirás que en realidad Él siempre te amó primero y que tu amor, por mucho que sea, es muy poco comparado con la inmensidad del que te da.
Ojalá le puedas responder como Pedro: ¡Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios!
Feliz domingo, Dios te bendiga.