En Iraq, el autodenominado Estado Islámico ha vuelto dramáticamente a cobrar protagonismo, llevando a cabo una serie de incursiones y atentados, el más grave de ellos la semana pasada con el doble atentado suicida en el centro de Bagdad que dejó 32 muertos y más de un centenar de heridos. En nuestra entrevista, el Patriarca de Babilonia de los Caldeos, el cardenal Louis Raphaël I Sako, se detiene en los sufrimientos y las esperanzas del pueblo iraquí y de la comunidad cristiana del país, a pocas semanas de la visita del Papa a Iraq. Una visita, dice, de la que espera un mensaje de consuelo, esperanza y paz.
En Iraq ha vuelto el miedo al terrorismo. ¿Cómo se está viviendo este aumento de la tensión, acaecido especialmente en los últimos días?
R. – Hay una gran preocupación y también tristeza por parte de la gente. Los que han sido asesinados son gente pobre, realmente pobre. Desgraciadamente, estos atentados tienen una finalidad política, representan un mensaje para el gobierno y también para el nuevo presidente estadounidense. Mientras tanto, el gobierno ha tomado medidas.
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¿La población, a pesar de este difícil momento, sigue esperando la paz en Iraq?
R. – Sí, existe esta esperanza, la gente siempre pregunta cuándo llegará la paz, la defensa de la dignidad humana, aunque desde hace casi 20 años estamos en una situación similar, hay confusión, anarquía. Por lo tanto, se necesita tiempo. Pero antes de tiempo se necesita buena voluntad por parte de los políticos. Si no hay eso, no habrá paz. Las milicias también deben obedecer al gobierno iraquí y éste debe imponer la retirada de las armas. Todo debe quedar en manos del gobierno y no de los partidos políticos.
¿Cómo están viviendo los cristianos en este momento? Hoy hay una iniciativa de oración y ayuno de tres días…
R. – Contra nosotros hasta ahora no ha habido nada, ya desde hace algunos años. Pero somos parte de Iraq, no vivimos solos, estamos con todos los demás. Así que somos hermanos y hermanas de una gran familia llamada Iraq. Con los tres días de oración queremos decir que todos somos hijos de Dios, el Dios de toda la humanidad. Así pues, este gesto de ir a Nínive en oración tiene un doble significado: en primer lugar, afirmar que Dios mira a todos indistintamente; luego, es una fuerte petición al Señor para que nos salve de la pandemia en curso. Y hoy vivimos con tanto miedo al coronavirus. Por lo tanto, debemos rezar y pedir la ayuda de Dios para ser salvados y para que esta pandemia termine en todo el mundo. No pensamos sólo en nosotros en Iraq, sino en todos los hombres del mundo. Nuestra media de contagios no es alta: cada día hay 500 o 600 contagios.
¿Cómo marchan los preparativos para la visita del Papa a Iraq en marzo?
R. – Estamos preparando todo junto con el gobierno. Para todos es un acontecimiento extraordinario. El Papa vendrá a decir: «Basta, basta de guerras, basta de violencia, busquen la paz y la fraternidad y la tutela de la dignidad humana». En mi opinión, él nos traerá dos cosas: consuelo y esperanza, que hasta ahora se nos han negado. Por lo tanto, es una visita, diría yo, con connotaciones más bien espirituales, en la que no se dará tanta importancia al folclore, a la fiesta. Eso sería perder el verdadero sentido de la visita. Es un acontecimiento muy importante para nosotros los cristianos, pero todos en Iraq espera este encuentro, también los musulmanes, otras realidades religiosas y los jefes de gobierno.
Con información de Vatican News/Giancarlo La Vella