La operación «Manos Limpias» desencadenada por Francisco en el Vaticano continúa. Pese a que el viernes pasado, un día después de haber sido defenestrado por el Papa, el cardenal italiano Angelo Becciu, minimizó los «actos de peculado» que se le atribuyen, todo indica que el tribunal del Vaticano, que desde julio pasado investiga el escándalo financiero estallado en torno de una inversión millonaria y turbia en Londres, se prepara para iniciarle juicio a él, quien fue el hombre más poderoso de la curia y a sus colaboradores.
Tanto es así que hoy el Papa nombró al abogado italiano Gianluca Perone, profesor de Derecho Comercial en la Universidad de Tor Vergata de esta capital como «promotor de Justicia aplicado» del tribunal del Vaticano, según informó el boletín de la Sala de Prensa.
Perone trabajará como nuevo fiscal experto en desentrañar complicadísimas marañas financieras internacionales, reforzando el equipo actual, formado por los magistrados Gian Piero Milano y Alessandro Diddi.
El viernes pasado, al convocar una conferencia de prensa para clamar su inocencia, Becciu -que debió renunciar a su cargo de prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos y a sus derechos cardenalicios (no podrá participar del cónclave ni de consistorios)- dijo que aún nadie lo había citado a declarar y tampoco se encontraba bajo investigación. Pero, como escribió la prensa italiana y pudo confirmar LA NACIÓN con fuentes vaticanas, aunque nadie sabe exactamente cuándo, deberá explicarle a los jueces vaticanos no sólo los «actos de peculado» con los que habría favorecido a sus tres hermanos, sino especialmente su rol en la fallida y millonaria inversión de un edificio en Londres. «Será un proceso-terremoto, destinado a marcar la historia de la santa romana Iglesia», escribió La Stampa.
Junto a él también aparecerán en el banquillo los cinco funcionarios, todos italianos, que fueron suspendidos en octubre pasado y luego removidos, por estar presuntamente involucrados en la misma operación, así como en presunto reciclaje de dinero incluso llegado al denominado óbolo de San Pedro, que recolecta las donaciones de todo el mundo. Entre ellos figuran Tommaso Di Ruzza, exdirector de la Autoridad de Información Financiera (AIF), el ente encargado de vigilar que no haya reciclaje o movimientos de dinero sospechosos y monseñor Mauro Carlino, jefe de la oficina de información y documentación de la Secretaría de Estado, que fue durante años secretario personal del cardenal Becciu. Becciu fue sustituto de la Secretaría de Estado, es decir, el número tres de la Santa Sede, desde 2011 hasta mediados de 2018, cuando el Papa lo reemplazó por el venezolano Edgar Peña Parra y lo desplazó a la Congregación para las Causas de los Santos. Allí estuvo hasta el jueves pasado, día en que, inesperadamente y en una reunión de 20 minutos turbulenta, el Pontífice le dijo que le había perdido la confianza -como contó Becciu- y le pidió la renuncia.
También aparecerá en el juicio de «Manos Limpias» del Vaticano -en referencia a la operación Mani Pulite que en la década del 1990 sacó a la luz el llamado Tangentópolis, la financiación ilegal de los principales partidos políticos italianos-, monseñor Alberto Perlasca, alto prelado que durante diez años fue el responsable de las inversiones de la Secretaría de Estado y que trabajó bajo las órdenes de Becciu. Su casa y oficina fueron allanados en febrero pasado, cuando también se llevaron computadoras. Curiosamente Perlasca es un viejo conocido de Jorge Bergoglio: trabajó dos años, de 2006 a 2008, en la nunciatura de Buenos Aires, en tiempos del exnuncio (embajador) Adriano Bernardini, que no se llevaba nada bien con el entonces arzobispo de Buenos Aires. Se cree que él fue una de las personas que, junto al broker italiano Gianluca Torzi -arrestado en junio pasado y luego liberado bajo fianza-, «cantó» todo lo que sabía y colaboró con la justicia del Vaticano.
«Durante siglos, los errores o delitos de altos cargos de la Curia se resolvían a puerta cerrada, sin intervención de policías, fiscales ni jueces», destacó el veterano vaticanista español Juan Vicente Boo, del ABC, al destacar el giro dado por Francisco, que desde fue electo busca hacer limpieza en las finanzas del Vaticano y que quiere transparencia.
Pell, enemigo de Becciu, vuelve a Roma
En un clima enrarecido, en el que muchos -sobre todo italianos- siguen shockeados por la salida de alguien tan influyente como Becciu, que era considerado «intocable» y que, como dejó en claro el viernes pasado en la conferencia de prensa a la que convocó, está determinado a defenderse, otra novedad es que mañana volverá a Roma su gran enemigo: el cardenal australiano George Pell.
De 79 años y de línea conservadora Pell, nombrado por el Papa en 2014 como «zar» de las finanzas vaticanas y primer prefecto de la Secretaría de Economía, se vio obligado a irse de Roma en julio de 2017 para ir a defenderse en sendos juicios por delitos de pedofilia, por los que fue arrestado, condenado -pasó 405 días en la cárcel- y, en abril pasado, absuelto en última instancia. Aunque algunos relacionaron su regreso a Roma con la defenestración de Becciu y una virtual némesis, LA NACIÓN pudo saber que el viaje ya había sido organizado desde hace tiempo. Pell sigue teniendo un departamento en Roma. Siendo superministro de Economía, Pell, apodado «the ranger» se enfrentó varias veces con Becciu, que logró bloquear sus intentos de auditar y controlar los fondos reservados de la Secretaría de Estado, ahora en el centro de las investigaciones de los magistrados del Vaticano y en el ojo de la tormenta.
Con información de La Nación/Elisabetta Piqué