Iluminen al mundo con la luz del evangelio

Pbro. Crispín Hernández Mateos
Pbro. Crispín Hernández Mateos

Las lecturas de este domingo nos hacen reflexionar sobre el caminar del ser humano que es guiado por criterios falsos hacia la perdición, pero también nos hacen meditar que la Luz verdadera en este camino es Cristo. Veamos.

 

  1. UN CIEGO NO PUEDE GUIAR A OTRO CIEGO
  • La acción de “guiar” implica orientar, conducir, acompañar. El guía necesita una luz, por eso, el ciego no puede serlo.
  • “Ser guía” implica varias cosas: experiencia, conocimiento, metodología, técnica, herramientas, fortalezas, convicciones. El guía debe tener “bien claro” tanto el punto de inicio del acompañamiento, como el proceso y la meta del mismo
  • El guía debe “mirar hacia dentro” para hacer un análisis interior y medir las fortalezas que tiene y avanzar con facilidad hacia adelante. Al descubrir sus debilidades, tendrá la oportunidad de trabajarlas y ofrecer un mejor servicio. Ahí se dará cuenta de la viga que lleva en su propio ojo
  • La mejor manera de guiar es “dejándose conducir por el Espíritu santo”, pues Él ilumina el entendimiento y es una luz para el corazón. Esa luz interior le ayudará a tomar las mejores decisiones, bien pensadas, meditadas y reflexionadas
  • El mejor “maestro es Cristo”, Él nos abre los ojos del entendimiento y del corazón. Él nos acompaña, nos escucha, nos interpela, nos cuestiona, nos echa en cara nuestros errores, nos explica las Escrituras, parte el Pan y se queda con nosotros. ¿Te dejas guiar por Cristo?

 

  1. LA BOCA HABLA DE LO QUE ESTÁ LLENO EL CORAZÓN
  • Hablar por hablar no tiene sentido si no se razona lo que se dice, por ello es importante reflexionar cada palabra pronunciada, cada juicio emitido, cada discurso elaborado. De este modo, debe haber una íntima conexión entre la palabra, el concepto, el juicio y el discurso.
  • Las palabras atraen, pero los hechos enamoran. No podemos pronunciar palabras llenas de significado y hacer acciones vacías de compromisos. Para ello se requiere coherencia, integridad y veracidad.
  • Si el corazón tiene odio, rencor, resentimiento, envidia, coraje o soberbia, de eso hablará la boca. Si tiene amor, paz, alegría, gozo, armonía, de eso hablará nuestra lengua. Estoy convencido que debemos hablar con nuestras obras, con el buen ejemplo, con el amor al prójimo. Y Tú ¿eres coherente o hipócrita?

 

  1. CADA ÁRBOL SE CONOCE POR SUS FRUTOS
  • La semilla es el germen, de donde brota la raíz que succiona nutrientes y el tallo que los conduce como savia a las ramas para que éstas produzcan flores y frutos. Si la semilla sembrada es de mango, los frutos que broten del árbol serán mangos; no se puede cambiar la naturaleza de la planta.
  • Un corazón malo siempre dará frutos malos, un corazón bueno siempre dará frutos buenos. El fruto revela el interior de la persona, su constitución ética, su cultura y su esencia.
  • Los frutos de un corazón bueno son: paciencia, humildad, mansedumbre, amabilidad, sencillez, concordia, empatía. Los frutos de un corazón malo son: discordia, envidia, lujuria, egoísmo, avaricia, engaño, etc.
  • Dios nos invita a dar frutos todos los días: un saludo, una sonrisa, un gesto de amabilidad, un abrazo, un beso, una ayuda solidaria, una oración por un amigo, un momento de escucha, caminar juntos, compartir alegrías, esperanzas y tristezas, etc. ¿Qué tipos de frutos estás dando en tu vida?

Pbro. Crispín Hernández Mateos

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