Santa Margarita María Alcoque fue una religiosa francesa del siglo XVII receptora de las apariciones del Sagrado Corazón de Jesús, difundido en la cristiandad gracias a su vida espiritual.
Margarita Alacoque nació en la aldea de Hautecour, en la región francesa de Borgoña, el 22 de julio de 1647, dentro de la familia formada por Claudio Alacoque y Filiberta Lamyn. Desde muy temprana edad, mostró una especial devoción al Santísimo Sacramento, permaneciendo largas horas en oración, para sorpresa de quienes le rodeaban.
A la muerte de su padre, Margarita fue enviada al colegio de las Clarisas Pobres de Charolles. En Charolles, sufrió de una fuerte reumática que la obligó a permanecer en cama gran parte del día durante cuatro años, situación que la acercó más a la vida de oración, ofreciendo su sufrimiento al Señor y a la Virgen María. A los nueve años, prometió a la Virgen que dedicaría su vida a Dios e hizo votos secretos de castidad. Tras su confirmación, se adjuntó el nombre de «María», como aún es tradición de la Iglesia en muchos países.
Tras recuperar su salud, Margarita-María fue puesta bajo la protección de unos parientes suyos, que no hicieron más que controlar su herencia y propiedades, las cuales su madre no logró recuperar hasta años más tarde. Sin embargo, fue ese el momento en el que la joven Margarita viviría una juventud convencional, asistiendo a fiestas propias de su acomodada posición, así como disfrutando de diversiones normales entre las niñas de su edad. Cuando tenía quince años, asistió con sus hermanos a un baile de máscaras, lo que la hizo reflexionar acerca de las frivolidades de su posición, así como de las vanidades de la vida mundana.
En 1671, Margarita decide visitar varios conventos, para así ver en cuál podría servir mejor al Señor, según su confirmada vocación a la vida consagrada. El 20 de junio de ese año, ingresó al monasterio de Paray-le-Monial. Al poco tiempo de su entrada al monasterio, cuando contaba tan solo con veinticinco años de edad, comenzó a recibir las primeras apariciones de Nuestro Señor, las cuales ocurrirían todos los primeros viernes de mes durante dos años.
En una de las apariciones, ocurrida durante la octava del Chorpus Christi de 1675, según narró la propia Margarita a su director espiritual, el Señor le dijo: «He aquí el corazón que tanto ha amado a los hombres, que no se ha ahorrado nada, hasta extinguirse y consumirse para demostrarles su amor. Y en reconocimiento, no recibo de la mayoría sino ingratitud.» En la aparición, Margarita vio el corazón de Jesús coronado por espinas, y rodeado en llamas, dentro del cual había una llaga abierta que derramaba sangre y con ella emergía una cruz.
Esta imagen, descrita por Margarita, fue la que dio lugar a la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, que aún se representa según la aparición a la religiosa.
En 1689, durante unas de las apariciones, Margarita es encomendada con la misión de pedir al rey de Francia que consagre a su país al Sagrado Corazón, y que lo represente en los estandartes del Reino. El 17 de junio de ese año, la monja sale de su clausura en Charolles, pidiendo audiencia con el rey Luis XIV, a quien trasmite el mensaje. Habiendo ignorado la petición, no es extraño que algunos autores se hayan encargado de señalar que exactamente cien años después, el 17 de junio de 1789, el Tercer Estado proclama la constitución de la Asamblea General, desde la cual se gestaría la revolución que emprendería una lucha encarnizada contra la Iglesia, la monarquía y la tradición cristiana de Francia. No es en vano que los contrarrevolucionarios, en especial aquellos de la región francesa de Vendée, tomasen como símbolo el Sagrado Corazón de Jesús.
Santa Margarita cayó gravemente enferma a la edad de cuarenta y tres años, negándose a recibir otro auxilio que el consuelo del alma, los sacramentos y la oración. En su agonía, Santa Margarita dijo en voz alta: «Aquello que tengo en el Cielo, y aquello que quiero en la tierra, sois solo Vos, o Dios mío.»
Tras fallecer, su director espiritual transmitió a muchos la apasionante vida de oración de Margarita María Alacoque, así como las apariciones con las cuales el Señor mostró su especial voluntad de actuar a través de la religiosa. Habiendo conocido su vida, muchos se acercaron a pedir su intercesión, a lo que ella respondió obrando numerosos milagros que le valieron ser beatificada por el Papa Pío IX en 1864 y canonizada por el Papa Benedicto XV el 13 de mayo de 1920.
Gracias a Santa Margarita María Alacoque, se extendió la devoción al Sagrado Corazón de Jesús por toda la cristiandad. Hoy en día, muchos alzan los estandartes con el Sagrado Corazón, según lo describió Santa Margarita, fondeado por las banderas de sus países, en señal de lucha por acercar el Reino de Cristo a la tierra.