Un llamamiento, casi un grito el del Pontífice en la Plaza de San Pedro dirigido a los fieles que la abarrotan con motivo de la audiencia general, pero en realidad drigido a toda la humanidad para que cada uno se sienta llamado a su responsabilidad como constructor de la paz.
En Ucrania se cumplen 196 días de guerra, «la tierra sigue temblando y el pueblo ucraniano llora», dijo el jefe de la Iglesia greco-católica ucraniana, Su Beatitud Sviatoslav Shevchuk en su último mensaje, refiriéndose a los combates que continúan en las regiones de Kharkiv, Donetsk, Luhansk. Y el Papa Francisco vuelve con la mirada allí, lo hace una vez más durante la audiencia general en la Plaza de San Pedro donde también ve, entre la multitud, banderas con los colores amarillo y azul de la tierra ucraniana:
Y no me olvido de la atormentada Ucrania. Allí hay banderas
Sus palabras se convierten inmediatamente en un llamamiento, casi un grito, que llama a la responsabilidad de todos porque, como ya había dicho el miércoles pasado en la audiencia general, la guerra es ahora mundial:
Frente a todos los escenarios de guerra de nuestro tiempo, pido a cada uno que sea constructor de paz y rece para que se difundan en el mundo pensamientos y proyectos de concordia y reconciliación. Hoy estamos viviendo una guerra mundial, ¡detengámonos, por favor!
A María, a la que ha consagrado Rusia y Ucrania, a quien ha dedicado el rezo del Rosario y ha siempre incesantemente invocado, Francisco se dirige una vez más para obtener su protección y encomendar a los que más sufren en estos momentos:
A la Virgen María encomendamos las víctimas de toda guerra, de toda guerra, de manera especial al querido pueblo de Ucrania.
APELACIÓN
Mañana celebramos la fiesta de la Natividad de la Virgen María. María experimentó la ternura de Dios como hija, llena de gracia, y luego dio esta ternura como madre, en unión con la misión del Hijo Jesús,por eso hoy quiero expresar mi cercanía a todas las madres. En especial a las madres que tienen niños que sufren: niños enfermos, niños marginados, niños encarcelados. Una oración especial por las madres de los jóvenes presos: para que la esperanza no decaiga. Desgraciadamente en las cárceles hay muchas personas que se quitan la vida, a veces incluso jóvenes. El amor de una madre puede salvarte de este peligro. Que Nuestra Señora consuele a todas las madres afligidas por el sufrimiento de sus hijos.
Gabriella Ceraso – Ciudad del Vaticano