Homilía el obispo de campeche en el Domingo XXI tiempo ordinario

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NUEVOS SACERDOTES 

En medio de la zozobra que hemos vivido en este 2020, Dios nos alegra con la ordenación presbiteral para tres diáconos. La Diócesis de Campeche se alegra y agradece este regalo para su pueblo.

El verdadero Pastor del rebaño es Dios mismo. Así nos lo asegura el mismo Jesucristo (cf. Mt 9,38) y lo había profetizado Ezequiel (capítulo 34). Sin embargo, Él llama a quien quiere para participar de ese pastoreo divino. No es por méritos ni por privilegios, sino por gracia divina.

En la catedral de Campeche, el martes 25 de agosto, tres diáconos recibirán la unción presbiteral en sus manos y la imposición de manos en sus cabezas, para ser consagrados al pastoreo del pueblo de Dios. Ellos son: Isaías Alejandro Teofani, originario de Paraíso (Tabasco); Marcelino Maldonado Arroyo, nacido en la Comunidad de Zináparo (parroquia de Santa Clara de Asís, Centenario, Campeche) y Rogelio Pantí Ruiz, originario de Pomuch, Campeche. Por cierto, este ultimo será el primer sacerdote en la historia de este poblado, famoso por su reverencia a los difuntos y por su sabroso pan.

 SACERDOTE, ¿PARA QUÉ? 

En las sociedades, así llamadas “modernas”, ¿para qué un sacerdote? La presencia del sacerdote, empero, es una necesidad, con carácter de urgencia, en las sociedades modernas. Él debe ser la conciencia social y pública para hacer presentes los valores más nobles en la vida humana (justicia, solidaridad, compasión, fraternidad, generosidad, honestidad, espiritualidad, trascendencia, etc.).

El sacerdote debe erigirse, por su misma vida y testimonio, en un maestro de oración.  Aprende a vivir, no para sí mismo, sino para los demás (no ser ‘autorreferencial, dice el papa Francisco). Se identifica, cada día más, con sus hermanos, y señala con claridad que hay una vida verdadera más allá de la vida presente.

Para dedicarse a tiempo completo a esta noble misión, el sacerdote renuncia a establecer un matrimonio en concreto. El celibato lo asume como un paso previo para asemejarse a Jesús en su pureza y para ser dispensador y testigo auténtico de los misterios de Dios. Su celibato es una ofrenda, que requiere ciertas renuncias y necesita ser sostenido por prudentes penitencias, para dedicarse totalmente a las tareas del Reino de Dios.

 SACERDOTE EUCARÍSTICO 

 El sacerdote católico debe ser eminentemente eucarístico. No se refiere a que exclusivamente se dedique a “celebrar Misas”. Maís bien, debe vivir y hacer de su historia un sacrifico agradable al Padre; es hacerse pan para los otros, y una vez que es comido, aprender a ‘desaparecer’, dejando la energía en los otros.

La Virgen María es madre del Sacerdote. Ella enseña al sacerdote a ser eucarístico. Con Ella, también el sacerdote aprende a decir “fíat” (hágase) en cada momento de su vida. No siempre la vida del sacerdote es vida y dulzura, pero viviendo su vida con perspectiva eucarística, el amor vivido transforma toda vivencia en paz, serenidad y alegría evangélicas.

Pidamos por la santificación de los sacerdotes. ¡Qué buena practica diocesana es rezar por las vocaciones al final de la celebración eucarística! Encomendemos, de manera especial, a estos tres nuevos sacerdotes para la Diócesis: Isaías, Marcelino y Rogelio.

¡Señor, danos sacerdotes según tu corazón! 

 

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