Jesús nos dejó en los apóstoles el sacramento de la confesión, cuando dijo: Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan. (Jn 20:22 -23).
Recibir el perdón infinito de Dios por nuestros pecados, es un regalo que nos renueva y nos permite empezar nuevamente cuando nos equivocamos, ya que Él entiende nuestra naturaleza herida y se compadece de nosotros. Sin embargo, saber que tenemos el perdón infinito de Dios, tiene dos componentes negativos en nuestra mente: El primero es que cuando obtenemos el perdón de manera fácil, no tendemos a valorarlo. Este principio se da porque la mente humana no tiende a valorar aquello que tiene por sentado. Por ejemplo, nadie tiende a agradecer el oxígeno que respira y sin embargo sin él no podría vivir.
Es por eso que tener conciencia de que el perdón de Dios, aunque sea infinito, es un regalo que nos salva de la oscuridad y las tinieblas para que empecemos de nuevo y no perdamos la esperanza cuando caemos.
El segundo elemento que tiene el perdón de Dios, es que cuando somos perdonados nos sentimos limpios nuevamente y en lugar de estar agradecidos tendemos a creer que somos “perfectos” y que no pecamos, en lugar de entender que somos pecadores que hemos sido perdonados.
Entendamos entonces, que la Gracia del perdón debe estar acompañada de humildad para que comprendamos que Dios nos da un regalo enorme cuando nos perdona, aunque lo haga siempre. Además, reconocernos pecadores perdonados es un acto de humildad que necesitamos para valorar el regalo que tenemos en la confesión.
¿Cómo pecar cada vez menos?
San Agustín decía que “lo que no se asume, no se redime”. Esta frase que dijo este santo hace unos 1700 años, está fuertemente ligada a lo que hoy entendemos como terapia psicológica ya que nos invita a “asumir” o conocer nuestras heridas, para “redimirlas” o sanarlas.
Abordar el pecado como una consecuencia de nuestras heridas, nos permite trabajar desde la raíz. Desde aquello que tenemos que hacer consciente para conocernos y trabajarlo en oración. Es bajo esta premisa que trabajo como psicólogo católico en el Diplomado en Sanación Interior, para que podamos asumir y redimir nuestras heridas, como dice San Agustín.
Por eso quiero invitarte hoy a que conozcas este proceso de terapia psicológica y espiritual, para que puedas hacer consciente eso que te genera tensión en el corazón y puedas sanarlo con una oración persistente.
Si quieres conocer más sobre este proceso de sanación en Cristo envíame tu WhatsApp al +571-580-6849 para que empieces a vivir la vida para la que fuiste creado por Dios.