Hemos de buscar el revertir el mal…

Mons. Cristobal Ascencio García
Mons. Cristobal Ascencio García

Mons. Cristóbal Ascencio García, Obispo de Apatzingán.

Bienvenidos a esta reflexión desde la Palabra de Dios en el XVI Domingo del tiempo Ordinario.

El domingo pasado escuchamos la Parábola del Sembrador, de esa persona que siembra sin centrarse en cálculos de cosecha, que siembra confiando en que Dios hará producir la semilla. Y en este domingo el Evangelio nos propone tres parábolas: El trigo y la cizaña, la semilla de mostaza y la de un poco de levadura. Deseo centrarme en la parábola del trigo y la cizaña.

En el campo del mundo, no sólo existen terrenos estériles, que son incapaces de producir, sino que también existen semillas malas, venenosas, de allí que, Jesús añada la parábola “del trigo y la cizaña” a la “del sembrador”.

Es una parábola cargada de realismo; eran común los pleitos entre campesinos, que se hacían daño, daban rienda suelta a la venganza cortándose las viñas, prendiendo fuego a sembradíos, sembrando mala semilla en el campo del vecino, etc. Jesús, se da cuenta del realismo en el campo de las almas y viene la pregunta: ¿Cómo reaccionar frente a este fenómeno? Los maestros espirituales decían que la respuesta debería ser violenta; clamaban por una intervención urgente de Dios que aniquilara a los no creyentes. Recordemos que Santiago y Juan tendrían esta reacción cuando aquella aldea no los recibió: “Que baje fuego del cielo y los destruya”.

Jesús predica la paciencia, es el estilo de Dios. La parábola no se queda en una lección de moral sobre la paciencia. La parábola refleja el drama del mal en el corazón de las personas y la estrategia de Dios.

Es Dios quien ha sembrado el bien en el mundo, pero permite que actúen otras fuerzas externas que hacen peligrar la misma cosecha. Dios valora la libertad. El centro de la parábola está en el contraste entre la reacción de los criados y el amo.

En un primer momento los criados dudan del amo: ¿No habrá sembrado semilla de segunda? ¿No se habrá olvidado de limpiarla y habrá sembrado cizaña junto con el trigo?. ¿Acaso no hay miles y miles de cristianos, a lo largo de muchos siglos, que han echado la culpa de sus problemas e infortunios al mismo Dios, al propio Jesucristo? Y ello sin tener en cuenta la acción del enemigo y la acción del pecado.

Esa reacción refleja la inquietud sobre el dolor humano: ¿Por qué hay guerras, muertes y dolor? El amo reacciona con lucidez, no es suya esa cizaña, él sólo siembra el bien; el enemigo sembró la cizaña mientras los hombres dormían.

Jesús está aceptando la presencia del enemigo. Aquellos criados se llenan de ese celo divino, desean arrancar la cizaña que está mezclada con el trigo; es allí donde Dios pone la estrategia de su gracia. El amo no piensa que la cizaña sea trigo, sabe muy bien que el mal es mal y el bien es bien; no pondrá todo en el mismo costal, sabe que en este mundo el trigo y la cizaña están muy mezclados y sería muy difícil separarlos.

No es esa la enseñanza principal de la parábola de la cizaña. Creo que lo fundamental es que narra y representa la misericordia de Dios y con ella su gran paciencia. No quiere cortar las malas espigas en el momento que verdean, quiere esperar a que esas ramitas cambien y den finalmente buen fruto. Porque es deseable que todas las espigas sean buenas, a pesar de las malas artes del enemigo. Dios espera, su misericordia se vuelve paciencia, pero no indefinidamente, hay un plazo cuya extensión ignoramos. Todo será finalmente como la libertad del hombre lo permita; si no quiere dejar de ser cizaña, terminará finalmente seco y en el fuego, pero la decisión habrá sido suya y habrá contado con muchas oportunidades para salir del error y del mal. Pero además, al Señor le preocupa que una espiga de trigo vaya a ser destruida en un afán intempestivo de querer sacar la cizaña.

Podemos decir, que la parábola nos presenta ante el mal tres tentaciones que han tocado a la Iglesia a lo largo de la historia:

1- Primera tentación: La fuga. Sería muy hermoso vivir en un mundo donde no exista cizaña; que se reúnan los puros, los santos y se huya de cualquier suciedad. Pero Jesús desea que el Reino de Dios comience en este mundo, y aquí existe el mal. No es posible huir del mundo y aunque los cristianos formaran un gueto de elegidos, cabría preguntarnos: ¿No llevarían el mal dentro de sus propias almas?

2- Segunda tentación: Querer separar tajantemente el bien del mal. No es sencillo separar el trigo de la cizaña, ya que muchas veces las raíces están entrelazadas y en el campo de las almas, la cizaña aspira a convertirse en trigo por la conversión. Recordemos a San Pablo, de ser un perseguidor, se convierte a un gran Apóstol.

3- Tercera tentación: Imponer el bien por la violencia. Lograr que no exista la cizaña en nuestros campos, constituyéndonos en jueces y ejecutores del mal. Hermanos, frente a estas tres tentaciones, se impone la estrategia de Dios que reclama para sí la exclusividad del juicio y para sus ángeles la ejecución de la sentencia e impone a los suyos la paciencia frente al mal. Añade algo grandioso:

La esperanza de que el mal se pueda convertir en bien. Por tanto, hemos de buscar el revertir el mal, en la medida de nuestras fuerzas y posibilidades; en primer lugar, luchar contra el mal, contra la cizaña que hay dentro de nosotros y hemos de convivir en guerra contra el mal, pero sin perder la paz, ni la paciencia en el amor y sin perder nuestra fe y nuestra esperanza en Dios. Jesús nos llama a tener precaución en nuestro desarrollo como cristianos, pues fácilmente mientras dormimos, puede crecer la cizaña en nuestra respuesta vocacional o en nuestra comunidad.

Pensemos hermanos: ¿Cuál es nuestra actitud frente al mal? ¿No hemos querido erradicar la violencia con violencia? No adelantemos juicios y menos en el campo de las almas, conozcamos la estrategia de Dios y tratemos de imitarlo. ¿Quién no tiene alguna pizca de cizaña en su corazón? Sin embargo, la esperanza de Dios es grande.

Les bendigo a todos, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

¡Feliz domingo para todos!.

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Obispo de la Diócesis de Apatzingan