Esta es la pregunta, ciertamente provocativa pero no sin fundamento, que Héloïse de Neuville plantea en un artículo en La Croix del 4 de diciembre bajo el título: “En Fanjeaux, en la cuna de la orden dominica, dos Iglesias se enfrentan”, a lo que aquí, Jean-Pierre Maugendre, responde en la carta de Renaissance Catholique.
¿Dos iglesias?
A la derecha, la comunidad histórica, hoy once monjas dominicas, de edades comprendidas entre 50 y 100 años, sin novicias, establecidas en la basílica del monasterio de Prulla.
Abajo, por su parte, algunas de las casi 300 dominicas de Cammazou, instaladas allí desde 1975 y cargados de epítetos generalmente considerados de poco valor, como el de ser «de la Fraternidad San Pío como cismáticas por la Iglesia», o bien el de estar rodeadas de «familias numerosas», etc.
Esto es triste, aunque indudablemente inconsciente, pero no sorprende en la vida cotidiana no oficial del episcopado francés.
Los hechos son tercos
Recordemos los hechos: en 1975, veinte hermanas, encabezadas por la ex superiora general Madre Anne-Marie Simoulin, abandonaron su congregación de dominicas maestras del Santo Nombre de Jesús de Toulouse y se instalaron en Cammazou, apoyadas por una religiosa dominica, la padre de Chivré.
Estas monjas rechazan el aggiornamento de sus constituciones –reformadas en 1953 por otro religioso dominicano, el padre Calmel, y la superiora de la época, la madre Hélène Jamet–, como la reforma litúrgica, los nuevos catecismos, los contratos de asociación con el Estado. , etc.
Rechazan también la forma en que estos cambios son impuestos, desafiando el derecho de la Iglesia, por la Congregación de Religiosos, de destituir a una madre general, nombrando a otra, etc. Sobre este tema, todo el mundo leerá provechosamente el libro bien documentado de sor Alice-Marie, Ruptura o fidelidad 1948 – 1975: una congregación religiosa en la Iglesia sacudida.
Medio siglo después, los hechos están ahí: las 20 hermanas ahora son 257, de las cuales 23 novicias, dirigen 21 casas en 4 países y educan a 2577 estudiantes. En Cammazou hay 45 hermanas cuya edad media no llega a los cuarenta y cinco años.
Por supuesto, los habituales lectores de periódicos como La Croix no sabrán nada de esto, especialmente invitados a lamentar la suerte, ciertamente lamentable, de las dos últimas hermanas dominicas del Verbo Encarnado que tuvieron que vender su lugar de acogida para grupos, y que finalmente recayó en las dominicas de el Cammazou. Nos perdemos en las razones de tales omisiones de ciertos medios que, sin embargo, forman parte indiscutiblemente del estado de la cuestión e ilustran elocuentemente la petición que Mons. Lefebvre hizo, en su tiempo, a las autoridades romanas: «Experimentemos la tradición «.
¡Curiosas ‘cismáticas’!
Héloïse de Neuville titula “ dos Iglesias ” enfrentadas. Un juicio temerario para pretender excluir de la Iglesia a una comunidad religiosa que no está canónicamente adscrita a la Fraternidad San Pío. X, pero a la que, sin embargo, solicita su asistencia sacerdotal y que garantiza la capellanía de sus establecimientos educativos.
Recordemos de paso, a propósito del “cisma lefebvrista”, que el Papa Benedicto XVI levantó las excomuniones que afectaban a los obispos de la Fraternidad San Pío el 24 de enero de 2009 y que el Papa Francisco concedió a los sacerdotes de dicha Fraternidad la facultad de confesión el 21 de noviembre de 2016 y el derecho a celebrar matrimonios el 4 de abril de 2017. ¡Estos son unos cismáticos muy curiosos!
¿Es realmente imparcial recompensar a la priora de Prulla con una “ mirada azul traviesa ” que despierta simpatía cuando la entrada en escena de la Madre María de las Nieves, de Cammazou, se produce tras la mención de un cartel que invita a las jóvenes a vestir “ razonablemente ”? ¿ Faldas de largo ? Es menos probable que este hecho despierte, a priori, empatía por parte del lector.
Al final, quizás sea sor Geneviève-Emmanuel, de la comunidad de Prulla, quien pronuncie parte de las palabras finales: “ Estamos como si estuviéramos en dos mundos, en dos universos diferentes ”. Parece que así es, con la aclaración adicional de que, según el propio artículo, son más bien las hermanas de Cammazou las que acudieron a ayudar a sus hermanas, con motivo de un incendio o de una exposición de belenes, que al revés.
Podríamos lamentar el hecho de que, con ocasión de este artículo, ningún debate de fondo parezca aún posible, como si la acusación de “lefebvrismo” constituyera en sí misma un argumento suficiente para prescindir de cualquier razonamiento. Esto difícilmente favorece la hermenéutica de la continuidad con el siguiente codicilo complementario, a juzgar por la simple observación de la realidad: uno de estos mundos, el del catolicismo de convicción, anclado en 2.000 años de Tradición católica, es joven y está en pleno desarrollo, el el otro, el del entierro y la sumisión a los vientos dominantes de la secularización ambiental, está muriendo y finge no ser consciente de ello.
¡Que Santo Domingo desde el cielo proteja a todas estas monjas que, siguiendo su ejemplo, lo abandonaron todo para seguir a Cristo y que nos inflama con su celo por la verdad y la salvación de las almas!
Jean-Pierre Maugendre.
miércoles 20 de diciembre de 2023.
renaissancecatholique.
