Hacia una navidad inédita.

Mons. Rutilo Muñoz Zamora
Mons. Rutilo Muñoz Zamora

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de la estirpe de David, llamado José. La virgen se llamaba María. Entró el ángel a donde ella estaba y le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. Al oír estas palabras, ella se preocupó mucho y se preguntaba qué querría decir semejante saludo. El ángel le dijo: “No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a concebir y a dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y él reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reinado no tendrá fin”. María le dijo entonces al ángel: “¿Cómo podrá ser esto, puesto que yo permanezco virgen?” El ángel le contestó: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, el Santo, que va a nacer de ti, será llamado Hijo de Dios. Ahí tienes a tu parienta Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y ya va en el sexto mes la que llamaban estéril, porque no hay nada imposible para Dios”. María contestó: “Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho”. Y el ángel se retiró de su presencia. (Lucas 1, 26-38).

¿Hace cuánto que no teníamos un tiempo navideño marcado por una crisis sanitaria y de enormes consecuencias en la economía para todos los países del planeta? Revisando un poco la historia podemos ir a los años de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) y la temporada de la postguerra. Fueron años difíciles, sobre todo, para los países que se involucraron directamente, aunque las consecuencias se hicieron sentir en todo el mundo. Todavía viven algunos que sufrieron los terribles estragos que causó esta cruel etapa de la historia de la humanidad.

Y en cuanto a experiencias de pandemias a nivel mundial con efectos de enfermedades infecciosas y altas tasas de mortalidad, se pueden mencionar la muerte negra, una plaga con un brote global de peste bubónica que se originó en China en 1334, arribó a Europa en 1347 y mató a alrededor de 150 millones de personas. Otra fue la primera pandemia global llamada Pandemia Flu Española (1918-1920), la cual tuvo una tasa de mortalidad entre el 10% y 20%. Sobre un cuarto de la población mundial que contrajo la flu española, en un inmenso porcentaje, se calcula que causó más de 50 millones de muertes. Otras pandemias de consideración han sido el VIH/SIDA, que comenzó en la década de los ’80 en Estados Unidos; el SARS Corona virus (SARS CoV), comenzó en China y afectó alrededor de 10000 individuos, principalmente en China y Hong Kong, pero también en otros países, incluyendo Canadá; la Pandemia H1N1/09, fue la repetición de la flu española de 1918, pero con consecuencias menos devastadoras. Conocida coloquialmente como “la gripe porcina” comenzó en México, en abril del 2009 y alcanzó proporciones pandémicas en semanas. Declinó hacia fines del mismo año y fue declarado su término en mayo del 2010 (1).

A pesar de las experiencias vividas en generaciones anteriores con problemas serios, nos ha tocado hoy asumir una crisis enorme, causada principalmente por el Covid-19, que está afectando a millones de personas en su salud física y mental, junto con otros grandes problemas, como son la violencia, la inseguridad, la pobreza de grandes sectores. Ante este panorama estamos llamados a replantear la forma de celebrar la ya próxima Navidad. Se dan muchas limitaciones, sobre todo, por la necesidad de cuidar la salud de todos y no poder tener la convivencia presencial acostumbrada con nuestras familias y amigos. También el problema de una economía crítica para la gran mayoría de las personas, la preocupación de los enfermos, etc.

¿Cómo recibir la buena noticia de que Jesucristo nos trae la salvación?

Tenemos la forma concreta como la Virgen María recibe la noticia de que ha sido elegida para ser la madre del Mesías: “No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a concebir y a dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús”. Podemos aplicar esta actitud primera ante lo imponderable de la problemática que estamos viviendo, pues nos llena de temor, de incertidumbre: es responder confiando en Dios que nos libera, reanima y salva por medio de su Hijo Jesús. Luego habrá que dar otros pasos para que la fe y confianza en Dios puedan darles fuerza a nuestros proyectos, a nuestro estilo de vida. Es lo que nos dice San Juan: Vino a los suyos, pero los suyos no lo recibieron. Pero a cuantos lo recibieron, a todos aquellos que creen en su nombre, les dio capacidad para ser hijos de Dios (Jn 1, 11-12). Aquí se encuentra lo maravilloso de la fe en Dios: somos sus hijos amados, capacitados para un estilo de vida nueva, en donde todo lo vemos, analizamos y respondemos por medio de la experiencia de hijos de Dios. Y esta convicción va creciendo y fortaleciéndose para responder cuando llegan los grandes problemas. San Pablo lo manifiesta de esta forma: ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿El sufrimiento, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro, la espada? Dios que nos ama, hará que salgamos victoriosos de todas estas pruebas. Nada podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro (Rom 8,35.37.39).

El estilo de respuesta llena de fe y confianza total en Dios de la Virgen María nos debe motivar para responder nosotros ante los desafíos actuales. Ella dio un sí total a Dios para ser la madre del Salvador. Una respuesta fiel que hizo posible que recibiéramos el mejor regalo, su Hijo Jesús, el Mesías Salvador.

La Navidad de este año tendrá características especiales, es inédita, no esperábamos que fuera dentro de este escenario complicado. Pero será la también la oportunidad para reafirmar nuestra confianza plena, una vez más, en experimentar la presencia amorosa de Dios a través del signo más grande que nos ha dado: Su Hijo Jesús vino a nosotros para salvarnos.

(1) Dr. Rodrigo Leal Becker. Breve historia de las pandemias. Psiquiatria.com. 2020 VOL 24

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Obispo de la Diócesis de Coatzacoalcos