Michele Raviart – Ciudad del Vaticano
«Generoso», «abundante», un pueblo que sabe «hacer la fiesta de la fe». Así define a los fieles filipinos el Papa Francisco, recordando también el encuentro final de su viaje de 2015 a Filipinas con la presencia de casi siete millones de personas, dirigiéndose a ellos en un videomensaje que conmemora los 500 años de la evangelización del archipiélago asiático.
Una acción de gracias a Dios
Así como las palabras que guían las celebraciones de este jubileo en todo el país – » gratuitamente habéis recibido, gratuitamente dad», tomadas del Evangelio de Mateo – son una invitación a «dar gracias por el don de la fe», el Papa agradece al pueblo filipino «por el testimonio de esa fortaleza y confianza en Dios, que nunca os abandona» y «por vuestra paciencia» y «vuestra mirada siempre hacia adelante en medio de las dificultades y vuestro seguir caminando».
Transmitir la fe a las nuevas generaciones
La acción de gracias de Francisco pasa por tres imágenes que caracterizan las raíces cristianas más profundas en Filipinas: Nazaret, la Cruz y Pentecostés. Como María y José criaron con amor al Niño Jesús en Nazaret, «también vosotros, abriendo las puertas de vuestras familias al Santo Niño», símbolo de la llegada del cristianismo a Filipinas, «podréis transmitir a vuestros hijos la fe que recibisteis de vuestros padres».
Levantarse, siempre
Los pastores y los fieles, «el pueblo peregrino de Dios en Filipinas», son para Francisco también un pueblo que sabe acompañar a Jesús en el camino de la Cruz, como el cirineo:
«Cuántos momentos difíciles han sufrido, pienso sobre todo en estos años de inmediata preparación para el jubileo: terremotos, tifones, erupciones volcánicas y la pandemia del Covid-19. Pero, a pesar de todo el dolor y la devastación, han sabido cargar la cruz y seguir caminando. Han padecido mucho, pero también se han levantado, una y otra vez».
María no abandona
La última imagen es la de Pentecostés, evocada a través de la figura de María, que siempre estuvo al lado de Jesús, en Nazaret, al pie de la cruz y cuando el Espíritu Santo fue recibido por los apóstoles para anunciar el Evangelio al mundo. «María está siempre con todos vosotros. Es la madre que no abandona» y «que os ha acompañado hasta aquí», recordó el Papa, pidiéndole que interceda «por este nuevo Pentecostés de la Iglesia de Filipinas».
Dar y recibir a Jesús libremente
«Soy testigo -afirma entonces Francisco- de que sabéis transmitir la fe y lo hacéis bien, tanto en vuestra patria como fuera de ella.» Un «deseo de evangelizar, de llegar a los demás y llevarles la esperanza y la alegría del Evangelio». Una misión que el pueblo filipino podrá cumplir no solo, sino acompañado por dos grandes santos de aquellas tierras: San Pedro Calungsod y San Lorenzo Ruiz. «Dos santos catequistas», recuerda el Papa, «que supieron dar gratuitamente lo que habían recibido gratuitamente: la vida y la fe en Jesús».